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Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Hielos quebradizos

Sobre la escasa importancia en Madrid de lo que acontece en este pequeño territorio

Este fin de semana pasado nos sorprendió la imprudencia de poco más de media docena de extremadamente imprudentes excursionistas que osaron pisar el lago Ercina helado para hacerse unas fotos de recuerdo. La fragilidad del hielo hizo que éste se quebrara y que los imprudentes dieran con sus cuerpos en el agua. Afortunadamente, no calaba mucho la zona y pudieron salir por sus medios.

También este fin de semana tuvimos otro tipo de excursionistas, nada más y nada menos que el señor ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, que vino a realizar otra faena de toreo de salón que aliñó finamente. Y, como pasó con los del hielo en los lagos de Covadonga, también hubo imprudentes que no vieron el engaño de lo quebradizas que son las palabras de un ministro que, no ya nos llega desarmado de cualquier clase de partida presupuestaria, sino que ni tan siquiera se le escapa mentar nada de números. Sólo nos contó lo que ya sabíamos: que como en estos tiempos no hay quien venda un solar, la financiación de la operación de las estaciones y el metrotrén habrá que pagarlo a tocateja. Y el ministro ya dejó dicha su intención que espera que todos pongan, que su ministerio no lo financiará todo y que toca apoquinar a las administraciones local y regional. Para este viaje se necesitaban pocas alforjas; quizá ninguna. Eso ya se lo temía la consejera asturiana de Infraestructuras, Belén Fernández, cuyo escepticismo ante la excursión ministerial quedó significado de antemano. Pero a la casquista alcaldesa Moriyón, tan pizpireta ella, la cosa no le disgustó del todo y, si lo hizo, lo disimuló muy bien por boca de Fernando Couto, su concejal para todo. Desde el Consistorio lo consideran un avance. Es decir, reconocer que los aprovechamientos de suelo a la venta no dará un colín ya es un paso interesante. En realidad, lo que el anterior alcalde de Santander, devenido ahora en ministro, ha venido a decirnos es que si queremos estaciones que las paguemos y que, llegado el momento, su departamento pondrá algo, probablemente para un tiempo futuro en el que él no sea ya ni ministro de Fomento, luego el más mínimo atisbo no ya de regocijo, sino de neutralidad es pura necedad. Pero a esto, la negación de la realidad por parte de la huestes casquistas gijonesas, ya estamos acostumbrados: su gestión está plagada de intentos de ocultar a la vista del público lo que son realidades tan palpables que no hay manera de cubrirlas: inventaron mucho antes que Donald Trump eso que últimamente se ha dado en llamar postverdad y que siempre hemos conocido como mentiras o irrealidades. La visita del ministro De la Serna ha sido una tomadura de pelo, y eso que a él le sobra. Lo que hemos constatado es que ya le tiene pillado el tranquillo y que, al igual que cualquiera de sus antecesores, lo de las vías de Gijón le trae al fresco. Que para eso Asturias es pequeñina y galana y esta populosa villa marinera, aunque importante, es tan sólo una parte de ella. Eso, aún procediendo de territorio más menguado que este Principado nuestro, como es Cantabria, se aprende en Madrid a la primera.

Esto del tamaño no es cuestión baladí y también por otros territorios políticos se lleva mucho. Los de Podemos de Asturias quieren más autonomía para ejercer, más aún si cabe, como filial o correa de transmisión política de la Corriente (Sindical de Izquierdas o CSI), fenómeno de sindicalismo de estricto ámbito asturiano, sin sujetarse a los mandatos de la central. Hasta llevarán al conciliábulo de Vistalegre II una ponencia que pide una especie de confederación de partidos regionales. En esto, coinciden con sus correligionarios andaluces. Pero lo que digan cándidos y leones se la trae al fresco a los Iglesias y adláteres: a ponencias con ellos los representantes de un territorio tan menguado que la opinión de sus representantes les importa tan poco que, a pesar de su "feroz oposición", hasta les colocaron como cabeza de lista al congreso a una especie de "Anita la huerfanita", la poetisa Sofía Castañón, cuya irrelevancia política ya ha logrado alcanzar el nivel más bajo de todos cuantos representantes políticos hemos mandado desde esta tierra a las Cortes de la capital del reino en los años que llevamos desde que recuperamos la democracia.

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