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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Dilataciones temporales

Asuntos urbanos cuya solución se extiende incomprensiblemente en el tiempo

Hay asuntos urbanos por nuestro pueblo que se eternizan y los vamos tomando como algo normal cuando, en realidad, deberían tenernos ya soliviantados. Tomemos el ejemplo de la Ería del Piles. ¿Cuánto tiempo llevamos escuchando ideas, viendo planos, atendiendo a proyectos, a intentonas de solucionar esa isla urbana al borde del mar? Hay casos que se enquistan sin saber muy bien la razón: unas veces son problemas con la propiedad, otras veces son pleitos interpuestos por alguno o algunos que se sienten afectados, en ocasiones son problemas presupuestarios.

Tomemos el caso del edificio de Tabacalera en Cimadevilla. Ya bien avanzados los trabajos de la obra civil hasta han aparecido problemas con los usos que se le ha de dar al edificio. Todos se sienten obligados a echar su cuarto a espadas y desde su tribuna, elevada o a rastrera, docta o popular, autorizada o sin seso, vienen a contarnos, armados de altoparlantes mediáticos, lo que se debe hacer con el edificio, excusa perfecta para dilatar las obras y no poner sobre la mesa los fondos necesarios para su terminación. Si total no se sabe qué hacer con restaurado edificio, a qué gastar más de la cuenta en él, se dirán los gobernantes municipales.

No hablemos del solarón, porque eso ya son palabras mayores dignas de un tratado completo de cómo dilatar una solución urbanística y de cómo la suma de problemas sobrevenidos, naturales o artificiales pueden dar en un gran fiasco. Cuando a un grupo municipal gobernante se le acumulan unos cuantos asuntos de este tipo estamos ante un caso de inoperancia manifiesta. Cierto que lo mencionado viene de atrás, pero se han tenido casi ocho años para rematar al menos uno de ellos, porque tampoco es que el tiempo se haya dedicado a algún otro proyecto nuevo que hubiera obtenido la atención o el favor de los mandamases.

Este fin de año está siendo agitado y preocupante por la parte industrial en toda la provincia. El gran asunto es la famosa descarbonización: desde el abandono de minas, al cierre de las centrales térmicas con lo que trae de cabeza a otros sectores como el movimiento portuario o sector del transporte. Pero no es el único. El cierre de la aluminera de Avilés, que aparece como lo más próximo nos permite asistir con horror a una visión de lo que puede ser un panorama más extendido en esta pequeña franja nuestra entre el mar y la montaña.

Cuando una empresa decide cerrar un centro industrial no lo hace por pura maldad, como en tantas ocasiones nos pretenden hacer creer desde la parte sindical, es decir, los representantes de quienes van a sufrir de modo directo la peor parte al perder sus trabajos. Suelen suceder estos cierres por causa económicas y los gobiernos poco pueden hacer salvo, en ocasiones poner parches. En ocasiones, como sucedió con los planes de reconversión minera y los cuantiosos fondos aportados, esos parches son enormes, aunque, al final, lo realizado con tanto dinero lo lleve la trampa.

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