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Antroxu enlatado

Sobre unas celebraciones de Carnaval deslucidas por el virus

Como era de rigor y con muy buen criterio, el Ayuntamiento de nuestra villa marinera ha decidido que el Antroxu de este año 2021, no sea ni por asomo similar a ninguno de los celebrados desde que esta fiesta con tantísimos seguidores, fuera recuperada en 1981 por el ahora ilustre histórico del socialismo asturiano, Francisco Villaverde Suárez, pero por aquel entonces, un joven concejal desconocido para la amplia mayoría.

Con el Antroxu no ha habido siquiera lugar para actos de bajo perfil. La propia Divertia ya lo advierte con claridad en su cartel promocional, bajo el lema “Esto no es el Antroxu”, con una “R” antroxera patas arriba, como lo está nuestra vida en esta “nueva normalidad”; y sin ningún tipo de floritura ni rastro de la sardina en el pasquín, quien debió además permanecer enlatada estos días en su domicilio, donde recibirá laica –como no podía ser de otro modo– sepultura.

El pasado jueves, con la fiesta de Les Comadres (tradición contrariamente al Antroxu, venida a menos, perdido o confundido su sentido original), se podría decir que se dio el pistoletazo a las fiestas antroxeras. Ahora que ni la “nueva normalidad” es capaz de mitigar ese ligero tufillo político que siempre salpica la asignación cada año por parte de la Tertulia Feminista Les Comadres, de sus respectivos galardones de Comadre de Oro, Felpeyu y Babayu. Que me perdonen sus miembros –o “miembras”–, pero habrá que tomarse como parte del jolgorio del Antroxu, unas asignaciones que indefectiblemente, las unas y las otras, caen siempre en su color correspondiente. Puede dar gracias Trump que este año se ha librado, porque Canteli ye mucho Canteli.

Inocentes bromas aparte, ha sido de nuevo la vía telemática la que ha salvado una mínima parte del Antroxu, al haberse ofrecido de esta guisa el pregón, las actuaciones de las siempre originales charangas y el mencionado entierro de la sardina, de la que les confieso desconozco si ha llegado siquiera a ser bautizada. En un año donde las mascarillas siguen siendo el disfraz nuestro de cada día, “Mascarrilla” podría haberle venido que ni a la raspa a la folixera parrochina con aires de “macarrilla”, que aun enlatada, acabará sucumbiendo hoy a los excesos y vicios de Don Carnal.

Quien al menos ha podido lucir en todo su esplendor su disfraz será “el nuestro Pelayín” (Don Pelayo para los foriatos), si bien el momento álgido en el que era engalanado entre el tronar ensordecedor de los tambores de las charangas, tuvo que realizarse con el silencio del horario de toque de queda como acompañamiento, con el fin de evitar cualquier tipo de aglomeración.

En fin, que seguro que vendrán tiempos mejores y lo fundamental es que la salud nos permita vivirlos. Con la esperanza así de que el Antroxu del 2022 vuelva a ser ya sí un Antroxu en toda regla, disfruten al menos este día festivo de aquellas tradiciones que este maldito virus no será capaz de robarnos. Como la de saborear un fayuelín recién hecho en casa de güelina o de mamina. Que como saben esos, no sabe ninguno.

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