El reparto de los multimillonarios fondos europeos creados para paliar la crisis provocada por el coronavirus está ya a la vuelta de la esquina, hablando en tiempos burocráticos, y va a coger a Gijón con los deberes hechos, al margen de que el resultado guste más o menos. El Ayuntamiento fue una de las primeras administraciones públicas asturianas que se puso manos a la obra para diseñar un conjunto de propuestas para competir con otros municipios españoles cuando empiecen a llover los euros, mucho antes de que el Principado, que se tomó su tiempo, marcase unas mínimas directrices a seguir. Y el resultado son una veintena de ideas variopintas, pero que se podrían englobar en tres grandes apartados: el medio ambiente, la movilidad y la regeneración de zonas urbanas degradadas. Este paquete, cuyo desglose adelantó esta semana LA NUEVA ESPAÑA, suma alrededor de 180 millones e incluye actuaciones como la creación de un centro cultural en un antiguo depósito de agua en Roces (dentro de una recuperación integral del barrio), la recogida de agua de lluvia para baldear, la renovación de la flota de Emtusa con vehículos de emisiones “cero”, la generación de energía limpia en edificios públicos, un programa de turismo sostenible para Cimadevilla, la renaturalización del río Piles y la reconversión de manzanas de edificios para que sean eficientes y respetuosas con el entorno en La Calzada, El Llano y El Coto, por citar algunos ejemplos.

El diseño de estas medidas, en el que ha participado de forma activa y en primera persona la alcaldesa, Ana González, durante los dos últimos meses, aún está por rematar, pero ya se pueden sacar algunas conclusiones. La primera es que buena parte de ellas parecen encajar con la filosofía del Netx Generation, como se conoce al programa de fondos europeos, el mayor jamás aprobado. Una de las principales condiciones que imponen las autoridades comunitarias es que las actuaciones que aspiren a lograr dinero sean capaces de crear entornos sociales y laborales más sostenibles. Es decir, que no se repita lo que ocurrió, por ejemplo, con millones de euros del “plan E” del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero o con parte de los fondos mineros, cuando las ayudas se destinaron a infraestructuras que solo fueron capaces de generar riqueza durante su construcción.

La segunda impresión que deja el boceto de los proyectos municipales es la importancia que se le concede a las energías renovables, hasta el punto de que el Ayuntamiento está dispuesto a usar sus equipamientos y sus recursos para autoabastecerse mediante la generación “limpia”. Y la tercera evidencia que desprenden muchas de las ideas es que aún están por cocer o pecan de voluntarismo. En al menos más de la mitad faltan por conocer determinados detalles que serán determinantes a la hora de la consecución de los fondos. Como aún hay margen de maniobra, es de suponer que, durante las próximas semanas, los técnicos del Consistorio acabarán por cincelar el bloque de propuestas. Su capacidad para acertar será vital porque Gijón necesitará, sí o sí, del empujón europeo para volver a tomar aire tras la asfixiante crisis de la pandemia.