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Draco dormiens nunquam titillandus

Sobre la falta de atención a los niños y adolescentes de Gijón

En la Declaración de los Derechos del Niño de 1959 se proclamó que “el niño debe disfrutar plenamente de juegos y recreaciones (…); la sociedad y las autoridades públicas se esforzarán por promover el goce de este derecho”. Esta proclamación se reforzó en la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989, en la que se declara: “los Estados partes reconocen el derecho del niño al descanso y esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad, y a participar libremente en la vida cultural y en las artes” (art. 31). Sin embargo, en el mismo documento indican su preocupación por la ausencia de inversiones, una legislación débil o inexistente y la invisibilidad de los niños en la planificación a nivel nacional y local. Gijón no es una excepción en esta apreciación.

En el año 1970, la población menor de quince años en Gijón representaba el 24,85% de la misma; la cifra a día de hoy es de un 10,97%. El problema demográfico que sufre Gijón, y por supuesto toda Asturias, resulta muy preocupante. La solución no es fácil ni mágica, y la actual situación socio-económica la complica aún más. Sin embargo, sí podemos poner al menos un grano de arena para que nuestra población infantil y adolescente puedan disfrutar del espacio público para desarrollar actividades lúdicas que les permitan también relacionarse.

Según estudios recientes, los niños y adolescentes se han visto afectados física, emocional y psicológicamente por las medidas adoptadas durante la pandemia, especialmente en aquellas poblaciones donde hubo, y hay, confinamientos severos. Esta franja de población ha sido y es la gran olvidada de esta crisis sanitaria. Acatan las restricciones de forma ejemplar, sin reproches ni pedir nada. Basta acercarse a un colegio para ver la disciplina de los niños, incluso los de muy corta edad, con sus mascarillas perfectamente colocadas. Cuando se pueda volver a una vida relativamente normal, que esperemos vuelva a ser totalmente normal, ¿qué es lo que encontrarán? Resulta fácil de responder: lo mismo que tenían, es decir, poco o nada. Como padre, se me dice que los niños se pasan muchas horas delante de la pantalla de un móvil o una tablet, sin embargo, los niños reclaman correr, saltar, ver a sus amigos... relacionarse. Y en la Administración local somos responsables en gran medida de que estos niños no disfruten del espacio público. Desde Ciudadanos hemos reclamado de forma insistente la ampliación de zonas de juego, el adecuado mantenimiento de las mismas y cambiar la arena del Parque Isabel la Católica por un suelo más higiénico y accesible; así como otras numerosas medidas que redundarían en beneficio de nuestros hijos. Todo ha caído en “saco roto”. ¿Será que los niños y adolescentes no votan? Resultaría triste pensar en que solo interesan actuaciones electoralistas. Niños y adolescentes son ciudadanos, y tienen sus derechos.

En otras ciudades se están llevando a cabo proyectos que permitan recuperar el espacio público para los niños. Se planifican actuaciones para estimular el juego en la calle, el deporte o la interacción social. En Gijón debemos hacer lo mismo, y por ello desde Ciudadanos lo pediremos cuantas veces haga falta. Tenemos que buscar la manera de que los niños puedan hacer deporte o jugar en las calles y plazas. Necesitamos recuperar espacios “muertos” de nuestra ciudad: hay demasiado cemento y muy pocos parques infantiles o zonas deportivas. No podemos tener los colegios cerrados y sus instalaciones deportivas sin uso. Muchos parques de nuestra ciudad hacen casi imposible que los niños puedan jugar; ya no solo con prohibiciones expresas, sino con barreras arquitectónicas que lo impiden. Es imperativo cambiar todo esto. Bien cierto es, también, que todo ello requiere inversión, pero tampoco se pide que se haga mañana. Hace falta estudio y planificación; de ello saldrán proyectos, plazos y presupuesto. Con voluntad, se puede hacer.

Cuando yo era pequeño, que como le digo a mis hijos: también lo fui, jugábamos en la calle, quedábamos para charlar o hacíamos deporte en los coles (en eso no hemos cambiado y había que saltar la valla). Los pocos sitios donde hoy los niños pueden hacer actividades están llenos, y casi tienen que hacer cola para poder jugar. El futuro de nuestra sociedad son ellos, si no los cuidamos, les ayudamos y les brindamos nuestro apoyo en aquellas actividades propias de su edad, ¿qué podemos esperar del futuro? No lamentemos lo que podemos evitar.

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