La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Insulto disimulado

Hasta al poner nombre a una calle se puede faltar al respeto al conjunto de la ciudadanía

Da algo más que una vaga sensación de que a los munícipes no les gusta en su mayoría que figure el nombre del anterior jefe del Estado, el rey Juan Carlos I, en una arteria principal de nuestra presumida villa marinera. Así que, puestos a buscar recambios a la denominación, se han encontrado con el nombre de José Manuel Palacio, que fuera alcalde de la villa y su concejo entre el año 1979 y 1987. Puestos a buscarle méritos, los escasos partidarios que le restan, han encontrado dos o tres cosas que, por cierto, en su mayoría no llegó a rematar. Pero si algo hay que achacarle es que, a pesar de su probidad, no supo transmitir a la ciudad entusiasmo alguno, más al contrario, la dejó sumida en una especie de letargo conformista en la que las cosas no iban no hacia adelante ni hacia atrás. Su sucesor, Álvarez Areces, lo hizo con pasión y buenos resultados y últimamente hemos vuelto al estado de cosas de aquellos primeros ocho años de Corporación democrática.

La diferencia entre entonces y ahora, si de la formación socialista hablamos, es que por entonces había un nutrido grupo de jóvenes concejales y dirigentes que, preocupados por la inacción de Palacio y su entorno de momias políticas, supo agitar las aguas para encontrar una figura que sirviese de agitador de la política municipal. La batalla interna fue formidable, pero sacaron adelante por los pelos la candidatura de Tini Areces: ganó las elecciones y la transformación ciudadana que vino después a la vista está todavía. Ahora los amojamados vuelven a ser fuertes en la agrupación municipal socialista y, como es natural, puestos a buscarle nombre a una avenida principal, se han acordado del honradísimo, mas inactivo, José Manuel Palacio.

La elección del personaje lo dice todo y nos indica a las claras lo que podemos esperar de estos gestores a los que aún les queda medio mandato que, nos tememos, se nos va a hacer muy largo, con el agravante de que hoy en día no se ve grupo alguno entre los concejales o quienes forman parte de la agrupación socialista local. Grupo alguno de jóvenes entusiastas para cambiar las cosas y poner sobre la mesa una lista de candidatos a concejales y alcalde como aquellos que en 1987 iniciaron la transformación de Gijón. Habrá que pedirles que, aunque sea tan sólo para no ofender, no tengan el mal gusto de ir a buscar a Carbayonia otra cabeza de candidatura y nos hagan el favor de encontrar a un gijonés, aunque sea de segunda generación, es decir, una persona que haya mamado la villa, sus barrios y sus calles desde el primer día.

Compartir el artículo

stats