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Una pasión, La Calzada

Se dice que los de La Calzada nacen donde quieren. Y aunque Rufino Ballesteros nació donde quiso y se asentó en un barrio donde no se estilan las distinciones de clase, pertenecía a la ilustre categoría de los llegados de Mieres, a la de aquellos y aquellas que llegaron a la zona oeste de la ciudad y contribuyeron a fortalecer el sentido y el significado de ser de La Calzada; ese barrio gijonés desde el que no se va al centro, se baja a Gijón.

Amante del deporte y nadador en su juventud, no sólo se desenvolvía bien en la piscina. Era un todoterreno. Él, que fuera árbitro internacional de hockey sobre patines, sentó las bases de la práctica de esta disciplina en el barrio fabril con el Club Algodonera 81, germen de lo que años más tarde sería el Club Patín Solimar, más conocido por Telecable Hockey Club y por su amplio palmarés nacional e internacional.

Pero su gran obra, aquella que más lo define, son las Iniciativas Deportivo-Culturales. Esas jornadas que llegan con la primavera y en las que cabe de todo. Esas jornadas en las que lo mismo se puede ver un partido de balonmano en la playa como la presentación de un libro en el Ateneo; esas jornadas donde se puede celebrar un torneo de ajedrez a la vez que una obra de teatro costumbrista; esas jornadas que sirven para lanzar un concurso de carteles y para organizar un campeonato de petanca. Esas jornadas donde casi cualquier cosa se hace realidad. Sus jornadas.

Y si siempre ha cabido de todo allí, es porque Rufino lo hacía posible. Persistente como pocos, costaba decirle que no. Buen anfitrión, hacía que todo el mundo se sintiera cómodo. Optimista por naturaleza, incluso en los peores momentos, sabía ver en los problemas una oportunidad. Jovial por definición, no dudaba en retar a un concejal de Deportes, al que duplicaba en edad, a zambullirse en la piscina si con ello conseguía poner el foco en La Calzada y en sus jornadas. Obsesivo y apasionado a partes iguales, conseguía encajar todas las piezas en un sin par equilibrio que tenía como banda sonora la música coral.

Hoy, en plena primavera, la ciudad vuelve a mirar a La Calzada. No podía ser menos. Y lo hace para despedir a quien nació donde quiso y vivió para situar a su barrio en el centro de Gijón. Hasta siempre, Rufino.

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