Con el fallecimiento de Fernando Menéndez Viejo se apaga una de las voces más autorizadas de la música en Asturias y a nivel nacional.
Para él, la música no era solo una profesión, un oficio, una dedicación, sino, sobre todo, una forma de ser y estar en la vida. Investigador compositor, fundador y director de coros: recopiló y compuso villancicos navideños entrañables en bable. Dotado de gran versatilidad y creatividad compuso para la liturgia católica motetes y cánticos que suenan y se cantan en iglesias españolas. Supe de su pasión por la música cuando me admitió como integrante del grupo “Melisma”, un antes y un después en la cultura musical asturiana. Hace unos meses me regaló una colección de sus mejores villancicos navideños. Con frecuencia estábamos en contacto y opinábamos sobre lo divino y lo humano, pero hacía algún tiempo había perdido su pista. Descanse en paz: seguro que el bueno cantor, que es Fernando, está entonando con los coros celestiales la música que compuso mientras vivió entre nosotros en su Gijón del alma.