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Maribel Lugilde

El sueño de Nikola

Aniversario de la icónica foto de la biblioteca de Sarajevo destruida

Nikola Koljevic soñaba con la música y con William Shakespeare. La guerra entre corcheas y versos la ganaron estos últimos y se entregó a la enseñanza del autor inglés en la universidad de Sarajevo. Su alumnado le recuerda como un profesor inspirador de vocaciones con sus lecciones magistrales. Sus escritos formaban parte de los fondos de la espléndida biblioteca de la ciudad, cuyas aulas de estudio frecuentó durante años.

Pero Nikola soñaba también con la Gran Serbia, un lugar distinto a la mezcolanza de orígenes y creencias que era Sarajevo. En los actos del Partido Democrático se le podía distinguir en segundo plano, dando pátina intelectual a los discursos supremacistas de Radovan Karadzic. Para cuando la guerra de Bosnia se desató, el profesor Koljevic era la mano derecha del fanático.

Desde las colinas de Sarajevo dirigió el sitio sobre la ciudad. Bloquear accesos, cortar el suministro de productos de primera necesidad, electricidad o agua, era sólo una parte del pulso sobre aquellas aterrorizadas gentes. La verdadera pesadilla era sortear bombardeos indiscriminados y francotiradores. Un día, Nikola decidió que la biblioteca era la nueva pieza en el juego del pánico. Ordenó la destrucción del templo del saber donde, entre otros, reposaban sus propios escritos.

Cuentan que durante el incendio, bajo una lluvia de metralla, se vivieron escenas de heroísmo por parte de civiles, periodistas y empleados de la institución, desesperados por salvar volúmenes. Y que el director de la biblioteca, Mustafa Hacic, obsequió a algunos de ellos con piezas rescatadas de los escombros, como improvisada condecoración en nombre de una humanidad que prefirió dar la espalda a aquel infierno.

“Hace treinta horas que las granadas llueven sobre nosotros, una de ellas acaba de sobrevolar este poema” escribiría el poeta bosnio Izet Sarajilic, incapaz de entender que intelectuales con quienes había compartido la pasión del saber se habían trasmutado en monstruos. “¿Qué nos sucedió en sólo una noche, amigos? ¿qué hacéis?”, clamaba.

El fotoperiodista español Gervasio Sánchez inmortalizó hace hoy veintiocho años la destrucción de la biblioteca de Sarajevo en una foto icónica: luz celestial sobre ruinas. En sus visitas a Asturias siempre ha sostenido que los conflictos tienen un efecto sobre personas y territorios que se prolonga durante generaciones. Que sólo volviendo atrás con mirada limpia y afán de aprender se evitan conflictos nuevos que son, en esencia, historias repetidas. ¿Lo estamos haciendo?

La biblioteca de Sarajevo fue reabierta en 2014. Nikola no vivió para verlo, se suicidó cinco años después de aquel sueño patriótico que le abocó a la destrucción del lugar donde tantas veces se había citado con Shakespeare.

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