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Alejandro Ortea

Recuperar el tono

El aniversario del Palacio de los Deportes y las primarias del PSOE

Andamos de cumpleaños del Palacio de los Deportes de La Guía, como bien está contando estos días LA NUEVA ESPAÑA. Van 30 años desde que, para inaugurarlo, se acercó Luciano Pavarotti por Gijón y echó sus famosos tres gallos para general consternación. Hasta vino un marqués de mucho consejo de administración que, como la cosa iba de ópera, llegó en un elegante Rolls. No se percató el hombre que aquí es todo más a la pata la llana, no como en el Real, el Arriaga o el Campoamor. Cuando nos contaron que el recinto era multiusos no podíamos ni imaginarnos que un día acudiríamos a él a que nos pincharan una vacuna. Eran los tiempos del Gijón pujante que salía del desánimo, justo lo contrario que ahora.

Pero entonces, estaba al frente del Ayuntamiento el mejor alcalde de la ciudad en muchos años, un socialista del barrio de La Arena, de infatigable talento político, y no una gentil dama de Carbayonia, también socialista, que no termina por encontrarle el truco a la cosa. Lo cual quiere decir que pesan las siglas, pero que también las personas marcan indeleblemente la gestión pública de las instituciones.

Ahora, los del PSOE local ya andan todos revueltos por ver quién será su próximo primer secretario, aunque para estas elecciones de mandamás político falte un tiempo. La cosa se resume en si deben elegir entre el representante de su actual decadencia, marioneta de otros titiriteros, o alguien que forma parte del grupo que, bajo la batuta de Areces, llevó a Gijón y al Ayuntamiento a su máximo esplendor. Época brillante que dio para mantener más que dignamente tres mandatos de Paz Fernández Felgueroso y dilapidada por los secuaces de Álvarez–Cascos con aquella cirujana Moriyón, de infausto recuerdo, y que la actual mandataria, también socialista, no ha sabido sacar adelante, trabada en sus empecinamientos y carencias de habilidades gestoras, con un equipo de concejales que, en su mayoría, no se sabe muy bien que hacen ahí.

Esa ineptitud mayoritaria es hasta compartida por la primera autoridad local; y de ahí que algunos viendo peligrar sus asientos anden buscándole las vueltas a la señora, para ver si se desanima y tira la toalla, porque estatutariamente no se puede sustituir a un mandatario en ejercicio, en este caso alcaldesa, como próximo candidato. Pero la interesada no piensa para nada en tal cosa: ella está dispuesta a seguir y enseguida que se le pregunta coloca la moto de lo bien que lo está haciendo y que cuatro añitos más no le vienen nada mal: se supone que a ella; porque a la villa y concejo no le puede ir peor. Veremos si en cuanto a la dirección política, Gijón tiene un poco de suerte.

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