La iniciativa que acaban de alumbrar en Santa Bárbara para que el barrio se convierta en el primero de Gijón en recibir parte de la electricidad a través de placas solares merece un triple elogio, como poco. En primer lugar, los vecinos del poblado están dando una lección de convivencia al diseñar el plan cogidos de la mano y con unos niveles de participación envidiables, seguramente porque no son muchos y se esfuerzan por estar bien avenidos. Además, se han convertido voluntariamente en pioneros, perdiendo el miedo a lo desconocido, losa que a menudo bloquea los avances. Y, por último, han dado un enorme paso en la dirección que marcan estos convulsos tiempos energéticos. Sin quererlo, han puesto todos los ojos de la ciudad sobre el tejado de sus edificios. Brillan con luz propia.
