Con la reforma del Muro, el gobierno local se juega buena parte de su crédito político después de dos años con el paseo a medio hacer y al margen de la normativa urbanística, según la reciente sentencia del “cascayu”. De ahí que sea totalmente creíble que la maquinaria consistorial vaya a acelerar al máximo sus motores para que las obras comiencen antes de Navidad y los gijoneses puedan intuir cuanto antes el cambio, logrando el efecto “avenida del Molinón”, transformación rechazada por muchos pero que ganó un considerable puñado de adeptos en cuanto estuvo colmatada. De paso, el pico y la pala en el eje marítimo podrían servir para regatear con hechos consumados un posible embrollo judicial de órdago. Queda por saber si la realidad se asemejerá a los atractivos gráficos hechos públicos ayer cuando las excavadoras acaben su trabajo.
