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Luis Roda

Vistas al mar

Luis Roda

El codificado lenguaje del abanico

Los que hacen encuestas se limitan a formular una serie de preguntas-tipo a un grupo determinado de candidatos; a continuación condimentan las respuestas, recortan aquí y allá y, finalmente, meten todo en una cazuela y ya está. Desde luego no todas son iguales, pero en cualquier caso todas ellas se encuentran con un problema común: que el encuestado disfruta mintiendo como un bellaco. Por ese motivo hay que cambiar la forma de encuestar, de modo que también se registre por los encuestadores el lenguaje corporal de los encuestados, sus gestos, movimientos de ojos y manos y, en fin, todo lo que revele lo que realmente piensan acerca de lo que se les pregunta…

–…¡Nun sé cómo non se y-os ocurrió antes!… así ye más fácil… ¿Nun te diste cuenta de que, esa muyer a la que i preguntamos si taba muncho, poco o ná d’acuerdu cola política económica del gobiernu, dixo que “poco”, pero al mismu tiempu puso los dos güeyos mirando pa la napia, ho?… ¡¡eso quier decir que mintió, que nun taba ná de acuerdu!!…

–Mira, Veneranda, nun ye por desanimáte, pero aquella muyer conózcola y ye bizca de toa la vida… ahí vien Belorcio, y vaya cara más rara que trae…

–…Esti métodu será meyor, pero nun acabo de aclárame… ¿que por qué?… coñi, pregunto-i a un paisanu, que si cree que la inflación ye cosa de un par de semanes y va y me coge la mano, llevóla a la su ingle y, acto seguíu, arreóme un soplamocos que me saltó les lentilles… ¿cómo voy interpretar esto, eh?…

–… Pues fíu, el mensaje ta clarísimu: “Nun me toques los …”

En otras épocas se utilizaba mucho el lenguaje no verbal, especialmente en las comunicaciones entre hembras y varones cuando empezaban a coquetear. Ante las restricciones sociales que velaban por la virtud se inventó una serie de códigos que solo se ponían de manifiesto en presencia del varón que le hacía “tilín” a la moza casadera que le observaba desde su ventana. Así, un ramito de flores sujeto con imperdible en el lado del corazón tenía un sentido, y otro distinto si el ramillete estaba colocado boca abajo. Llevar las flores en una o otra mano cambiaba por completo el mensaje…

–¡Ploff!.. ¡ay, por que pocoooo!.. pa mi idea que a esta neña nun i gusto…

–¡Ay, Epaminondas, desanímeste por ná!

–¡Joé, si me lanzó un tiestu con pensamientos!

–¡Claro!.. eso quier decir que lo tá pensando, que tovía ta dando-i vueltes a la cabeza…

–Si, ya… ta dándo-i vueltes a ver cómo afina la puntería y la próxima vez me da en toa la cresta…

–Pa mi que el tiestu se i escurrió d´entre les manes… ¡¡Ploff!!... ¡ay, otru tiestu!… ¡¡mira, ye la planta del dineru!!… eso ye pa decíte que tá bien situá económicamente…¡¡Ploff!!.. ¡otru más!.. y … ¡Méeeca!.. ¡¡corre, Epaminondas, que nun ye lo que pienses, que acaba de producíse un movimientu sísmicu!!

La variante mas ingeniosa de estos mensaje silenciosos dirigidos por las damiselas decimonónicas a los candidatos a su mano (y al resto del cuerpo, para qué nos vamos a engañar) era la que empleaba los abanicos. Era un lenguaje que había que aprender porque en caso contrario no te comías una rosca…

–Pues seré muy burru, pero yo con esti rollu nun me aclaro…

–¡Si ye muy fácil!.. verás: aquella tienlu medio abiertu: eso quier decir que ta dispuesta…

–¿Dispuesta a qué, ho?

–A abrílu del tóo, porque fai un calor nesti salón que ye pa derretíse…

–¿Y la que lu apoya al lláu derechu de la cabeza?..

–…Estooo… igual ye que se i está desplazando el moñu pa esi lláu…o que ta atenta a lo que i digas…

–¡Mira, acaba de metése el abanicu en el escote!.. ¿Eso quier decir que tengo “barra llibre”, ho?

–…Non, fíu… ye que i cayó dientro una aceituna y tá sacándola col abanicu…

Parece que esa costumbre de transmitir mensajes mediante abanicos se extendió por todos los países, aunque, digan lo que digan, sospecho que no alcanzó a todos, porque imagino que las mujeres esquimales y de Laponia no acostumbraban a llevar en la mano uno, entre otras razones porque con manoplas no se maneja bien. Todo lo más llevarían, bien agarrada, una pata de reno, y los mensajes serían distintos:

A) Agitar la pata de reno de izquierda a derecha significa: “Silverio…ya puées dir echando les patates en la pota, que cojo carrerilla y suelto dientro esta puta pata de reno, que pesa más que un mal matrimoniu”

B) Agitar la pata de reno de arriba abajo, acompañada de gesto asesino significa: “¡Silveriooo!… ¡¡imbécil!!… olvidástete de piesllar la puerta’l iglú, y ye la tercera vez que se nos mete dientro un osu polar…. ¡¡¡esta vez sáqueslu tu, y Dios te libre de rompéme un platu de la vajilla de hielu!!!

Y es que las patas descongeladas de reno tendrán proteinas, pero glamour más bien poco…

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