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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Peculiaridades de las nuestras

De la sanidad privada al bable/asturiano

Al grito de ¡qué viene la privada! ese extraño espécimen político que persiste en mantenerse como diputado de Podemos que es Daniel Ripa, a pesar de que desde las altas esferas madrileñas llegara un centellazo y se lo cepillaran de sus cargos en la provincia, se deja decir que el hecho de que en nuestra maltrecha villa marinera vayan a poner otro hospital privado significa el desmantelamiento de nuestra sistema público de salud. Es una extraña forma de argumentar, ya que en realidad no hay razonamiento alguno porque, de las premisas presentadas, no se obtiene conclusión verdadera. En realidad, la instalación de una clínica hospitalaria de renombre nacional no perjudica a la sanidad pública, sino a los demás privados ya instalados que tendrán que repartir el pastel. Así, comprendemos al lado de qué intereses se arrima el peculiar Ripa, todavía diputado regional por Podemos. No es el único.

Por ejemplo, los directivos de la asociación de vecinos de Nuevo Gijón declararon que el Hospital de Quirón pone en dificultades planificar servicios públicos en el barrio. Es algo incomprensible, a no ser que algunos elementos de ese grupo directivo, cual Saulo, hayan caído del caballo y visto una luz que les haya anunciado tal cosa. Hay otras clínicas privadas en la ciudad y nadie ha puesto pega alguna a esas instalaciones ubicadas en sus barrios. Más bien parece el típico y clásico ejercicio de gijonesismo consistente en quejarse de cualquier cosa nueva que aparezca en la ciudad para después adoptarla fervientemente. Así ha sido siempre y no tiene por qué cambiar el método

A uno le cae bien el estudio de las simpáticas variantes dialectales del asturleonés, pero le estremece que hagan oficial en esta provincia ese constructo tan artificial como lo es el bable/asturiano. Sus partidarios, una minoría ridículamente pequeña de los asturianos, pretenden hacernos creer que existe una demanda social formidable, pero es un clamor que resulta todo lo contrario. Y no es una cuestión de izquierda, centro o derecha, es un asunto de sensatez y sentido común, en el que no falta el omnipresente elemento económico. Para corroborar que uno de los intereses más fuertes que existen para la existencia de tanto interés por parte de algunos en esa oficialidad está la cuestión laboral de algunos enseñantes, ya hay quien ha enseñado la patita en tal colectivo demandando una igualdad de trato con el resto de otros profesores ya que, al no ser lengua oficial, la enseñanza de su materia no puede consolidar un puesto de trabajo y están, como quien dice, de prestado, en los claustros. Esta es una de las razones de tanto deseo de cooficialidad: no es problema social o político. Lo es sindical.

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