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Oso infanticida y jaurías humanas

Reacción en redes al episodio en la montaña palentina y ataque en las calles al concejal gijonés de Movilidad

Habrá pasado miles de veces en la historia de nuestras montañas, pero ésta se globalizó. Una pareja de senderistas grabó en Palencia el ataque de un oso pardo a las crías de una osa y la pelea brutal con resultado de muerte del oso y uno de los esbardos, además de la madre malherida y el superviviente refugiados en una cueva de difícil acceso. Ha sido un documental de naturaleza en estado puro, pero sin la voz en off de un Félix de la Fuente para adentrarnos en la comprensión de causas y efectos. Son otros tiempos.

La Fundación Oso, que forma parte del operativo para seguir a madre y cría, y ayudarles a sobrevivir, divulgó por Twitter las últimas noticias. Pudimos ver, por ejemplo, un vídeo del osezno vivo, juguetón, acompañado de explicaciones en formato tuit. Fue mencionar al “macho infanticida” y saltar por resorte la ignorancia faltona que se cuece en el anonimato de internet. Oscilaba entre la indignación por la “humanización” de los animales y una especie de “defensa del honor” del macho y su instinto, humanizando –aquí sí– al plantígrado presuntamente agraviado.

Los expertos de la fundación dieron una respuesta educada, con enlace a un artículo de la revista Science firmado por Dieter Lukas y Elise Huchard, zoólogos de la Universidad de Cambridge, investigadores del comportamiento infanticida –se denomina así– en animales. Los faltones callaron. No sé si esperando a la próxima o porque –quiero pensar– se ilustraron, como la mayoría lo hicimos, con ése y otros artículos fascinantes que nos han permitido entender. El macho mata a las crías para forzar un nuevo celo en la hembra. En contrapartida, la evolución ha propiciado que las hembras busquen aparearse con varios machos para que ninguno ataque a los esbardos ante la posibilidad de que sean suyos. Naturaleza imponente en continuo cambio.

He conectado esta historia, tan trágica como bella, y su doble lección sobre la naturaleza de osos y humanos, con las agresiones verbales en plena calle, incluso desde vehículos, que ha denunciado Aurelio Martín, concejal de Movilidad de Gijón, por la polémica en torno al “cascayu”. A los que creen que es legítimo insultar al paso –físico o virtual– de las personas, más si son cargos públicos, quisiera ofrecerles enlaces a las fuentes elementales de la ética, ciudadanía, convivencia y respeto, propio y ajeno.

Mientras el oso simplemente sigue su instinto, el humano, dotado de inteligencia, sentimientos y creatividad, puede trascender al suyo. Pero escoge entre civilizarse o mantenerse ajeno a la evolución. Asalvajado.

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