La foguera de San Juan iluminó en la medianoche del jueves al viernes el inicio de la programación estival en Gijón después de dos veranos marcados por las restricciones que obligaron a suspender las grandes citas, empezando precisamente por las llamas purificadoras del 24 de junio y siguiendo por la Noche de los Fuegos, plato fuerte de la Semana Grande agosteña. Pero esta vuelta a la normalidad no significa ni mucho menos que todo vaya a ser como antes de la pandemia porque algunos clásicos se han caído de la oferta, otros regresan con mutaciones y también hay novedades a tener en cuenta. Según el testimonio de los sectores turístico y hostelero, la ciudad afronta los próximos tres meses como una auténtica prueba de fuego que servirá para medir el grado de reactivación económica en un momento preocupante para las economías familiares por el imparable aumento del precio de los productos básicos. Las previsiones de ocupación en los alojamientos llaman al optimismo, aunque aún es muy pronto para lanzar las campanas al vuelo porque, entre otros motivos, las estancias medias en Asturias no son muy largas y las reservas se caen con relativa facilidad.

Una de las grandes novedades en la programación municipal, si no la mayor, es la transformación del antaño denominado Festival Aéreo, ahora Fiesta del Cielo. A la exhibición de aviones que desde hace años congrega a decenas de miles de espectadores en la bahía de San Lorenzo, se sumarán otro tipo de actividades, como un espectáculo nocturno de drones y juegos con cometas para niños. Se trata en definitiva de diluir el componente militar de la celebración, tal y como solicitaba Izquierda Unida, socio del PSOE en el Ayuntamiento. Precisamente por su carácter innovador, todos los focos estarán puestos en esas jornadas de julio, donde el gobierno local se juega parte de su crédito este verano.

En el lado opuesto, Gijón se quedará por primera vez desde hace 133 años (con la excepción del período de la Guerra Civil y el primer verano de pandemia) sin feria taurina. El equipo de Ana González no ha diseñado finalmente una programación alternativa a estos festejos tras su polémica cancelación, ya que la plaza de El Bibio se ha cerrado para ser sometida a obras en base a un informe que también ha sido objeto de controversia política y social. Este “adelgazamiento” de la Semana Grande se pretende compensar con más actividades callejeras y una intensa programación en el teatro Jovellanos, así como la recuperación de los conciertos en la plaza Mayor y Poniente. Una de las críticas de los últimos días tiene que ver con la ausencia de grandes espectáculos, que la sociedad municipal Divertia ha justificado por su falta de oportunidad. El peso recae en este caso en los promotores privados (todos los festivales regresan con fuerza y la Semana Negra recupera su ubicación en el antiguo astillero). El verano de la normalización acaba de empezar. Ojalá termine como un necesario revulsivo.