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FIDEL GARCIA

Jornada mundial de los abuelos y ancianos

Una fecha con mucho simbolismo

La jornada mundial de los abuelos, instituida por le Papa Francisco el 31 de enero de 2021, se celebra siempre el cuarto domingo de julio, cerca de la fiesta de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen María, abuelos de Jesucristo; festividad que en Gijón tiene gran aceptación popular. Para el Papa, es muy importante que los abuelos se encuentren con los nieto, y los nietos con los abuelos. La finalidad de esta jornada mundial es favorecer promoción del envejecimiento activo; la protección de la calidad de vida de las personas mayores mediante actividades de interés general en el ámbito de la formación; atención social y sanitaria a la personas mayores contrarrestando la conductas de exclusión social y abandono de los mayores.

A reforzar la atención sobre la ancianidad, el Papa Francisco le ha dado una atención especial, como se puede comprobar por los documentos y por los encuentros que ha tenido con los ancianos durante este año en sus viajes y en las audiencias generales de los miércoles en la plaza de San Pedro. Para el Papa, una sociedad que se despreocupa de los ancianos porque causan problemas es una sociedad que lleva consigo el virus de la muerte. Los estudios sobre la población mundial en Occidente presentan el siglo XXI como el del envejecimiento: los hijos disminuyen y los ancianos aumentan. En un cultura centrada en el utilitarismo y en el provecho, se corre el peligro de la marginación de los ancianos, el temido descarte que con tanta insistencia condena el Papa Francisco. Los abuelos son hombres y mujeres, padres y madres que no has precedido, de quienes hemos aprendido y recibido mucho. Por eso, el Papa propone la alianza entre generaciones. Las personas mayores, los abuelos son el pan que alimentan nuestras vidas, son la sabiduría escondida de un pueblo. Son maestros de ternura, una de sus principales características cuando miran a sus nietos con expresiones llenas de ternura. Por eso, es necesaria una alianza intergeneracional, un nuevo paradigma para las relaciones entre niños y mayores, porque los ancianos puede aportar elementos positivos a la sociedad. Revolución de la ternura.

El mundo, afirma el Papa, vive un tiempo de dura prueba, marcado por la tempestad inesperada y furiosa de la pandemia, luego por la guerra de Ucrania que afecta a la paz y al desarrollo mundial. No es casual que la guerra haya vuelto a Europa en el momento en el que la generación que la vivió en el siglo pasado está desapareciendo. Y estas grandes crisis pueden volvernos insensibles al hecho de que hay otras epidemias de violencia que amenazan a la familia humana y a nuestra casa común. Frente a esto –afirma el Papa–, es necesario un cambio profundo, una conversión que desmilitarice los corazones, permitiendo que cada uno reconozca en el otro al hermano. Y nosotros, los abuelos y mayores, tenemos una gran responsabilidad: enseñar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo a ver a los demás con la misma mirada que se dirige a los nietos. Esta actitud, según el Papa, puede ser confundida como debilidad y sumisión, pero serán los mansos y no lo agresivos ni los prevaricadores los que heredarán la Tierra (Mateo–5, 5). 

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