Sólo un especialista en hacer balances atropellados podría oponerse a la llegada del torneo de tenis ATP 250 a Gijón, fruto de un trabajo en equipo liderado por las federaciones española y asturiana desde hace meses. Porque este campeonato no debe medirse únicamente en función del desembolso que realizará el Ayuntamiento para hacerlo posible, motivo de una reciente modificación presupuestaria y excusa antaño para acabar con iniciativas similares. La llegada de profesionales de la raqueta, con el indiscutible tirón del local Pablo Carreño, pondrá el foco mediático sobre la ciudad en una impagable campaña de publicidad y generará un movimiento del que se beneficiarán hoteles y restaurantes. Se trata a todas luces de un golpe ganador.
