El nuevo Sporting que quiere construir el Grupo Orlegi empezó a cimentarse esta semana con la presentación del proyecto para transformar Mareo, emblema rojiblanco y referente de cantera a nivel nacional durante décadas por su enorme capacidad para formar con éxito a jugadores. En paralelo, el Ayuntamiento y el club han llegado a un acuerdo para prolongar por veinte años el arrendamiento de los terrenos con un canon de 100.000 euros por ejercicio y con un derecho de adquisición preferente. Son dos asuntos entrelazados, pero que merecen un análisis por separado. Por un lado, la inminente reforma de la Escuela de Fútbol evidencia el deseo de los propietarios de desarrollar cuanto antes sus planes, basados en una nueva filosofía que se puede resumir en una mayor profesionalización de la gestión a todos los niveles, un fortalecimiento del primer equipo siguiendo otra política de fichajes, un afianzamiento de las categorías inferiores y un cambio radical de El Molinón. Por otro, el alquiler de la enorme parcela es un gesto de confianza municipal, pero regatea un debate ineludible: la recompra de ese espacio por parte del club para saldar la deuda adquirida con la ciudad a principios de siglo.

Existe un amplio consenso en Gijón respecto a la responsabilidad histórica del Sporting con los terrenos de Mareo desde el año 2001, cuando el Ayuntamiento se hizo con ellos en medio de una gran polémica política y social mediante una operación encaminada única y exclusivamente a salvar el club, que atravesaba una asfixiante coyuntura económica. Obviamente, los actuales dueños nada tuvieron que ver con aquella situación. Pero, al pasar a controlar la entidad, han heredado en parte ese compromiso con la sociedad. Sería acertado, por lo tanto, que en el medio plazo se ponga el asunto sobre la mesa, más teniendo en cuenta que el gobierno local hizo esfuerzos en esa dirección durante las recientes negociaciones para el alquiler. También lo hará el que salga de las urnas de mayo, sea del color que sea, porque todos los partidos comparten esta postura.

La recompra sería el remate perfecto al cambio proyectado para las instalaciones, ilusionante tanto en la forma como en el fondo. En una primera fase, los planes pasan por construir una residencia para jugadores y por reformar el gimnasio, la clínica y los vestuarios. Habría una segunda etapa encaminada a la reestructuración de las oficinas y la habilitación de una pista de fútbol sala cubierta. Además, está anunciada una tercera fase, aún por definir. Esas infraestructuras, con una inversión aún por fijar y un diseño sin perfilar, están concebidas como el envoltorio perfecto para una filosofía que busca reflotar la cantera tras años de cierto declive. Se trata, por lo tanto, de una feliz idea pensada para el beneficio de toda la ciudad y que cualquier Administración debería facilitar. Al fin y al cabo, lo que es bueno para el Sporting siempre es bueno para Gijón.