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Carta Abierta a los Magos de Oriente

Los deseos de cara al año recién iniciado

Estimadísimos Reyes Magos de Oriente:

Cuando faltan apenas dos días para que realicen su mágica visita en todos los hogares del mundo, con el nerviosismo que ello implica en los niños y en los no tan niños, me voy a permitir remitirles por este cauce la mía, esperando que si no todos, sí que alguno pudiera verse satisfecho.

Antes de comenzar con ella, quisiera disculparme ante SS MM por todas las veces en las que no fui todo lo bueno que podría haber sido con los míos o con cualquier desconocido. Nadie es perfecto y, en mi caso, reconozco que probablemente esté por debajo de la media. A veces, ocurre que quien todo lo tiene, se lamenta de que no tiene nada; y lo paga con quien más cercano tiene.

El primero de mis deseos quedará en secreto entre SS MM y este humilde servidor, por saberlo imposible, en este mundo donde la muerte llega casi siempre a quienes menos lo merecen y, a veces, de forma demasiado prematura. Me basta con que jamás el olvido traicione mi mente en forma de esa maldita enfermedad que a tantos ancianos roba sus recuerdos.

El segundo, que cualquier persona de buena fe comparte, es que se pongan fin a todas las guerras que azotan nuestro planeta, que del azul con el que fue bautizado se está tiñendo cada vez con más rojo de sangre inocente, por el anhelo de pode de dementes a los que nadie echaría de menos si un día no despertasen.

El siguiente, que también creo que es compartido, es que ningún niño muera por falta de alimentos o medicinas, simplemente porque su vida para los que quienes mandan en el llamado primer mundo, significa lo mismo que la de una de las moscas que vemos siempre merodear esas miradas perdidas que nos piden auxilio y que no somos capaces de sostener.

Hilando con las medicinas, que nunca falte un euro para la investigación de nuevos tratamientos para acabar con todas aquellas enfermedades que causan tanto sufrimiento. En un mundo ideal, el presupuesto destinado a esta investigación debería superar al dedicado a armamento, pero desgraciadamente no es así. Y, si me apuran, al que emplea en descubrir nuevos confines planetarios, cuando tenemos este hecho un verdadero asco.

Es imposible no referirse a la sociedad actual, donde los valores con los que muchos crecimos se difuminan en un individualismo donde la comunicación cara a cara, el contacto físico, se ha convertido en la cruz de las nuevas generaciones.

Y, puestos a pedir, les rogaría que los políticos que llegan a lo más alto no fueran de lo más bajo, a nivel moral y de escrúpulos. Y aquí no hago distinción de esa maldita diferenciación entre colores que tanta crispación ha traído entre nosotros. Colores solo unos: los rojiblancos.

Agradeciendo su atención, me despido de SS MM cordialmente. Que tengan un muy feliz viaje.

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