Un problema tan viejo como Gijón

Paulino Tuñón

Paulino Tuñón

El problema del Muro es tan viejo como Gijón. Ha pasado de una realidad –tan patente como su belleza– de una bahía cerrada a su ciudad debido a los edificios que la circundan a ser el escenario de batalla de políticos para otorgarse la victoria final del premio que supone ganar la Alcaldía.

Fue absurdo hacer del Muro una especie de laboratorio que supuso un laberinto de carriles bici con asientos de reposo y merenderos de quita y pon. Todo ello con el gasto de dinero público a base de pinturas de todos los colores. Y está claro que la zona Este ha sido borrada del Plan de Movilidad y se ha impedido su acceso más directo con el Oeste de Gijón, igualmente inmerso en un mar de tinieblas a modo de laboratorio químico.

Me inclino, por tanto, por un soterramiento de la práctica totalidad del Muro si el subsuelo lo soporta. De eso tienen que hablar los responsables de Obras Públicas y demás civiles entendidos en la materia. Pero debe hablarse sin descuidar los proyectos ambientales del cuidado de la mar de San Lorenzo en su zona más oriental con desembocadura en el Piles. Y el observatorio municipal de la calidad de sus aguas debe estar abierto a todos sus ciudadanos.

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