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La laicidad no es una religión

Sobre la polémica por las intenciones del candidato del PSOE en el día de San Pedro

Decir que la laicidad no es una religión es una perogrullada, pero si alguien cercano a un púlpito dice: "La laicidad es una religión en contra de todas las religiones" no queda más remedio que acudir a Perogrullo, o a "Barrio Sésamo", para que lo entienda.

Hay miles de religiones en el mundo y cada una de ellas va en contra de las otras, ya que cada una se considera única y verdadera. Y pocas, por no decir ninguna, tienen la mínima piedad por el "enemigo" al que anatematizan y condenan a las más duras penas, aquí en la tierra para salvarse o en el más allá si no lo consiguen, que no es fácil que lo consigan.

La Constitución dice que España es un estado aconfesional, no dice que es laico porque la Constitución fue un "o lo tomas o lo dejas" de los poderes fácticos que seguían y siguen mandando en el país y no aceptaron el término, sustituyéndolo por el más ambiguo de aconfesional. Aconfesional por laico, nacionalidad por nación y así todo el texto. Tan de aquella época que precisa una actualización urgente.

El candidato del PSOE puede acudir a la bendición de las aguas el 29 de junio, sea alcalde, concejal o sin que ostente ningún cargo público, le inviten o no le inviten, siempre que lo haga a título particular, no en representación del Ayuntamiento ni de los ciudadanos de Gijón. Y parece ser que ha manifestado a los suyos que lo haría a título personal.

El reglamento de laicidad no establece ninguna limitación a las creencias religiosas de cada uno, solo impide que las religiones se arroguen una representatividad que no les corresponde. Las entidades vinculadas a credos tendrán el mismo tratamiento que los colectivos culturales y sociales, y el Ayuntamiento se desliga de cualquier culto.

Le vendría bien un reglamento similar al Principado. Evitaría situaciones bochornosas como las que cada año se dan en Covadonga el 8 de setiembre, donde un personaje entre atrabiliario y prepotente no tiene ningún pudor en hacer política, labor que no le corresponde (por aquello de al César lo que es del César), aprovechando el acto religioso para faltarles al respeto a sus invitados y a los asturianos que no comulgamos con sus ruedas de molino. Este personaje aprovecha cada año el acto institucional para atacar al Gobierno y sus leyes más progresistas en presencia del Presidente regional. Si el Presidente asturiano, a título personal, acepta en silencio las necedades de este personaje, puede hacerlo; en mi representación, no.

A algunos partidos de la oposición les ha faltado tiempo para tirarse a la yugular del candidato socialista y exagerar las contradicciones del PSOE. Estamos en precampaña y, cuando no hay mucho bagaje que presentar, cualquier cosa vale para lograr un titular.

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