Ara Malikian: violinista mundial, aún un chaval

Ante la actuación del músico en el teatro de la Laboral

Will Egan

Will Egan

Ara Malikian no camina por el escenario: irrumpe en el foco brincando y bailando, subiendo y bajando octavas, saltando entre los ritmos del maqam árabe mientras rompe las crines de su arco; se mueve con la energía de un niño. Y no te engaña con su atuendo bohemio. Este violinista de primer nivel tiene delicadeza: retoza entre el tono, volumen y tempo de una diversa lista de canciones. Su gira actual hará una parada en Gijón mañana para actuaciones consecutivas en el teatro de La Laboral (a las 18.00 y las 21.00 horas) antes de continuar por Oviedo (el domingo 2) y luego por el País Vasco y la República Dominicana, entre otros destinos. Está dedicada a un niño, su niño, pero más a fondo, a los hijos de todo el mundo. Especialmente, a los que están entre la espada y la pared.

Malikian comenzó a tocar el violín entre bombardeos. Nacido en Beirut a finales de los años 60, creció durante la guerra civil libanesa, pasando la mayor parte de su infancia en sótanos. Su primer violín llegó a sus manos gracias a su padre, que lo encerraría en una habitación para que practicara (afortunadamente, llevaba a Malikian con facilidad y practicaba sin problema). Mientras tocaba, «...otros bailaban, otros cantaban –intentábamos fingir que éramos felices–». En una entrevista con Pablo Motos de «El Hormiguero», el diciembre pasado, Malikian habló de los apuros de crecer en una zona en guerra. «Cuando hay guerra, en el fondo lo que más sufren siempre son los niños... Cuando hay guerra, no hay futuro. Si los niños no pueden soñar, dejan de ser niños». A pesar de sus circunstancias, fue descubierto a los 14 años por el director alemán Hans Herbert Jöris quien movió unos hilos con el gobierno alemán para conseguirle una beca en la Universidad de Música de Hannover. Continuaría sus estudios en Londres, luego se mudaría a Madrid; lo demás es historia.

Sus actuaciones no sólo entretienen, sino que dan esperanza a su público. Nos enseña que la pasión de un niño puede sacar a una persona de un sótano en el Líbano. Sin embargo, Malikian no olvida su pasado, mejor, lo lleva a flor de piel. El concierto malikiano invita ritmos y melodías de todo el mundo: mezcla sus propias composiciones con música folclórica árabe y judía, el andalusí nubah (una de las principales influencias del flamenco) y sus ídolos barrocos, Vivaldi y Paganini, incluso versiona canciones de «Radiohead». El estilo único de sus actuaciones llenan las salas de conciertos de todo tipo de personas, de todo el mundo, aunque no estén a la onda de música clásica; incluido a los niños.

A través de su hijo, Malikian aprende lo que significa ser un niño. Y a través de su violín, revive su niñez que nunca tuvo; le ha dado y le sigue dando un futuro. Compre sus entradas mientras duren en laboralciudaddelacultura.com, aún si no sabes ni una cosa de la música clásica.

Suscríbete para seguir leyendo