La masonería, una institución controvertida
Recientemente, LA NUEVA ESPAÑA publicaba una entrevista a Víctor Guerra García, autor del libro "La Masonería en Gijón durante los siglos XIX y XX", donde efectúa algunas manifestaciones que merecen una respetuosa reflexión. Me explico:
En primer lugar, ideológicamente, la masonería persigue un humanismo basado en el derecho a pensar y el deber de tolerar (respetar) al semejante, prescindiendo de credos, clases sociales, razas o naciones (según manifestó el máximo dirigente de la "Logia" en España durante el tercer centenario de la masonería mundial, celebrado el 24/6/2017).
En segundo lugar, el autor refleja un gran conocimiento de la masonería porque en la entrevista se reconoce su condición de masón y ensalza las virtudes de esa institución.
En tercer lugar, este libro trata de la masonería asturiana centrada en Gijón y, por ello, al concluir que: "Actualmente la masonería es modesta, joven y desconectada de las élites del poder" se podría ignorar la realidad global y, aunque no se la define como institución política, sus miembros pueden ejercerla moviendo los hilos desde un plano secundario para encauzar la política (y economía) mundial en una dirección concreta.
En este sentido, el Club de Bildeberg es un excelente ejemplo. Fundado en 1954 por el Príncipe Bernardo de Holanda (consorte de la Reina Juliana y presunto masón), esta exclusiva entidad reúne periódicamente unas 130 personas de la "élite" mundial para abordar los problemas políticos existentes y recomendar (o imponer?) las soluciones adecuadas (a sus intereses?). Así, según Manuel Guerra Gómez (sacerdote experto en la masonería), dicho club está constituido por un "círculo interno" de socios masones permanentes que forman el comité directivo–ejecutivo (apoyado por un comité asesor) y un "círculo externo" de afiliados permanentes o invitados esporádicos; todos ellos prestigiosos ciudadanos del ámbito político, financiero o mediático; con (sin) cargo en el gobierno de su país. La sede del encuentro es rotatoria y, según el padre Guerra, su objetivo es debilitar las soberanías nacionales y beneficiar a entidades supranacionales que, sin transparencia, implanten un "Nuevo Orden Mundial" de ideología masónica y globalizadora.
Dicho esto, admito que la filosofía humanista y tolerante de la masonería, excluyendo credos religiosos, distinciones raciales o clases sociales resulta teóricamente ejemplar y que ha aportado eminentes pensadores (como Ortega y Gasset). Sin embargo, parece obvio su vínculo con el poder político–económico mundial porque grandes personajes de la Historia (Manuel Azaña, Winston Churchill, Harry Truman) fueron masones y, también, procede recordar que "tiburones" especuladores económicos (como George Soros) pueden manipular la política mundial detrás de bastidores.
En síntesis, aunque los cimientos teóricos de la masonería son elogiables, resulta una institución controvertida porque su carácter tan opaco como discreto roza lo secreto.
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