Martes de Carnaval

Sobre los esperpentos políticos

Fidel García

Fidel García

La situación política de la España actual hubiera motivado las delicias del príncipe del esperpento, don Ramón María del Valle Inclán, tal como la fabuló en su "Martes de Carnaval". En la España de 2024 ya no hay ni espadones golpistas ni militarismo exacerbado, desde que la futura reina, la princesa de Asturias, sirve a España en la Academia General Militar de Zaragoza como una cadete más del noble y brillante Ejército español.

La política española, de estos aciagos tiempos, está dominada por la insensatez carnavalesca centrada en la amnistía. Unos fantoches, tal como los describía el genial escritor gallego, solo aspiran a mantenerse en el poder como sea y al precio que sea: por un puñado de votos de un prófugo golpista y separatista, con pactos, sin pactos, juntos o revueltos mientras suenan las sirenas de los tractores denunciando el barullo político económico social y ético. La situación no puede ser más sarcástica, dominada por la que llaman “Fachaespera”, palabreja que quieren imponer los reaccionarios para insultar a los que no quieren comulgar con sus ruedas de molino del populismo golpista y que repiten desde el gran timonel a sus locuaces e insultantes ministros (ellas y ellos). Los que venía a fomentar la cultura y la educación, nada tienen que ofrecer a los ciudadanos desamparados, sino utilizar la liturgia católica de la Cuaresma para mofarse de casi todo lo santo y sagrado, profanando hasta la figura sacrosanta de Jesucristo Dios y Hombre verdadero, mientras los obispos de la Iglesia Católica no lo condenan como es su obligación.

Si Valle Inclán viviera podría haber escrito el esperpento más genial de su carrea, cuyos protagonistas no serían los espadones llenos de estrellas y condecoraciones, sino los políticos perdedores, que se mofan de las urnas, no admiten su derrota, y pretenden gobernar al unísono con separatistas, nacionalistas advenedizos, neocomunistas que añoran los adoquines y ladrillos del Muro de Berlín. A los políticos autócratas les aterra la convocatoria de elecciones anticipadas, por el peligro de verse fuera del poder, por eso hacen todo lo posible para que los ciudadanos víctimas de sus ambiciones los rechacen por corruptos y frívolos porque cambian las leyes, la Constitución y la democracia para seguir sembrando el desconcierto en la que llaman estado de derecho. En la situación política de lo que queda de la España constitucional, se percibe lo que Valle Inclán sentenció: en los espejos cóncavos de hoy solo se ven esperpentos.

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