Opinión | Tormenta de ideas

No se pueden poner puertas al campo

¿Qué le pasaría a usted, padre, madre, abuelo, abuela, en fin, adulto, si de repente le quitáramos el móvil? Lo sé. Muchos de ustedes no sabrían prácticamente vivir. Esto es lo que nos está pasando con nuestros niños, con nuestros adolescentes. Esos a los que de regalo de Primera Comunión se les regala a veces el primer smarphone. Si nosotros como adultos no podemos prescindir de él, y se convierte en nuestras familias en un elemento disuasorio de la comunicación entre nosotros, ¿pueden imaginarse qué sucede en los cerebros en formación? Pues se lo explico. Resulta que, según los últimos estudios, en el cerebro de los niños pequeños y los adolescentes se han visto cambios estructurales, como por ejemplo disminución en el volumen de la materia gris y en especial en el hipocampo que está encargado, así, a lo tonto, de la memoria, el aprendizaje y la regulación emocional.

El estudio realizado por Wacks y Weinstein en 2021 nos advierte de que el uso excesivo de este artilugio, en un cerebro en formación, se vincula con alteraciones en la regulación emocional (intente quitarle el móvil a un adolescente, restringirle las horas, sacar el móvil de su habitación, controlar sus redes, etc.) dificultades para la toma de decisiones, dificultades de atención y, por supuesto, de las habilidades sociales. Cada vez son más los padres que se quejan de que sus hijos no saben tener amigos… Claro, los tienen online, juegan, se insultan, se enamoran, todo, sin mirarse a los ojos. Ven pasar la vida a través de una pantalla, perdiéndose la sonrisa de ese chico que les gusta o el brillo de los ojos de esa niña. Se están, señores, perdiendo la vida. Además de tener una adicción que es tan nociva o más que muchas otras. Es por eso que existe cada vez un movimiento mayor para que ese móvil se utilice a edades más tardías, que por supuesto los colegios los prohíban (menuda barbaridad) y que los padres tengamos el sentido común que nuestros hijos no tienen.

Si la ministra de Educación dice, más ancha que larga, que no se pueden poner puertas al campo, yo digo que sí. Que se puede cercar el campo, esa que es nuestra zona, era lo que faltaba. Porque es que además no son campo, son nuestros hijos y yo como padre o madre debo proteger su salud mental y física, cercando mi parte, aunque las grandes multinacionales, empezando por el gobierno, crean que no se puede. Sí se puede. El movimiento se extiende por Europa, no sólo para los móviles, para las pantallas en los colegios, que es el peor invento del siglo. Por eso, si ellos no actúan, hagámoslo nosotros.

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