Nueva York, Efe

El papa Benedicto XVI hizo ayer, en un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, un llamamiento a los países para que usen el diálogo y, sobre todo, las acciones multilaterales para afrontar la solución de los conflictos. La petición se produce en un momento en el que, recriminó el Papa, «el consenso multilateral sigue padeciendo una crisis a causa de su subordinación a las decisiones de unos pocos».

Como ya hicieron sus predecesores Pablo VI, en 1965, o Juan Pablo II, en 1979 y 1995, Benedicto XVI intervino ante el Pleno de la Asamblea, en el marco de su viaje a EE UU, que comenzó el pasado martes y terminará el próximo lunes.

En un largo discurso, el Papa planteó una de las cuestiones que ya había expresado al presidente Bush en el encuentro que mantuvieron el pasado miércoles en la Casa Blanca: la necesidad de recurrir a la diplomacia internacional para solucionar las crisis. En aquella ocasión, el Papa instó a Bush a seguir ocupándose de solucionar conflictos, pero «con el apoyo paciente de la diplomacia internacional», y hoy lo repitió en la sede de la ONU.

El jefe de la Iglesia católica indicó que cuestiones como «seguridad, los objetivos del desarrollo, la reducción de las desigualdades locales y globales, la protección de recursos y del clima», necesitan «que todos los responsables internacionales actúen conjuntamente».

«Lo que se necesita es una búsqueda más profunda de los medios para prevenir y controlar los conflictos, explorando cualquier vía diplomática posible y prestando atención y estímulo también a las más tenues señales de diálogo o deseo de reconciliación», agregó Benedicto XVI en su discurso.

Otro de los llamamientos del Papa fue para que las Naciones Unidas apoyen el diálogo interreligioso, «del mismo modo que apoyan el diálogo en otros campos de la actividad humana». También señaló el Papa que, «obviamente», los derechos humanos deben incluir el derecho a la libertad religiosa, y que las Naciones Unidas tienen el deber de protegerlo.

«No tendría que ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos», exclamó el Papa, en una alusión a la situación de los cristianos en zonas como Oriente Medio, en especial en Irak, ya denunciada por la Santa Sede en varias ocasiones.

El Papa también incluyó en su discurso una defensa del papel de observador permanente que el Vaticano tiene en la ONU, aunque sin citarlo. Así, el Pontífice destacó «la voluntad de la Iglesia católica de ofrecer «su propia aportación a la construcción de relaciones internacionales».