La presión sobre la canciller alemana, Angela Merkel, por la cooperación entre la inteligencia germana y EE UU en el espionaje a países aliados y empresas siguió creciendo ayer. Tanto la Justicia germana como la de la vecina Austria apremiaron a la canciller a dar explicaciones, mientras crece la tensión en la coalición de Gobierno con la socialdemocracia.

En el plano judicial, el fiscal general germano, Harald Range, instó a la Cancillería a facilitarle la lista de los objetivos de la estadounidense Agencia Nacional de Seguridad (NSA), que contó con la ayuda del servicio federal de Información alemán (BND). En la vecina Austria, la ministra del Interior, Johanna Mikl-Leitner, anunció que su país ha presentado una denuncia "contra desconocidos" por supuesto espionaje. La denuncia se suma al malestar expresado por Bruselas y París en días pasados ante las primeras revelaciones de que podían haber sido objetivo de las escuchas.

En declaraciones a una radio de Bremen -ciudad-estado donde el domingo se celebran elecciones regionales-, Merkel se declaró dispuesta a comparecer, si así se le requiere, ante la comisión parlamentaria que investiga las escuchas masivas de la NSA, creada hace dos años tras las revelaciones del exanalista Edward Snowden, que revelaron al mundo los programas estadounidenses de captación masiva de metadatos y el espionaje a líderes de países aliados como la propia Merkel.

Este nuevo giro de los escándalos de espionaje comienza a hacer mella en la credibilidad de la canciller ante sus conciudadanos. Una encuesta del diario sensacionalista "Bild" afirma que un 62% de encuestados cree que este escándalo perjudica a la imagen de Merkel.