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Aitor Alfonso Zabaleta.

AITOR ALFONSO ZABALETA | Profesor en París

"Hoy más que nunca, en París tenemos que vivir como vivíamos"

"Los gestos cotidianos se convierten en actos de resistencia: volveremos a las terrazas"

Aitor Alfonso Zabaleta es profesor de Ciencias Políticas y crítico gastronómico en París, ciudad en la que nació hace 31 años. De padre mierense y madre de Oñate (Guipúzcoa), Alfonso Zabaleta es testigo directo de cómo la capital parisina trata de recuperarse del horror. Desde allí lo cuenta.

- ¿Dónde estaba cuando ocurrieron los atentados?

-Estaba en el cine. Mi chica hizo algo que no suele hacer nunca, encender el móvil y por medio de los mensajes y las llamadas nos enteramos de lo que estaba sucediendo. El foco del atentado fue el distrito 11, que es justamente donde yo vivo. Cuando encendí el móvil tenía el mensaje de un amigo que me decía que habían disparado a un bar muy cercano a mi casa, donde había visto la final del Mundial que ganó España. A partir de ese momento tuve la intuición de lo peor, de que volviendo a casa iba a saber que gente a la que yo conocía había muerto en el atentado. Entonces empecé a mandar SMS como un loco, preso del miedo y la incertidumbre. Nos decían que había tiroteos en varios sitios de París, pero no sabíamos muy bien dónde? podría haber sido en la puerta del cine? en fin. Al final supimos que estaba todo localizado en el distrito 11 y decidimos volver a la casa de mi chica, no a mi barrio.Tuvimos que volver caminando y en bici, no había transporte, el metro estaba cerrado y no había taxis. Íbamos atemorizados por cualquier ruido

-¿Qué pensó al conocer el alcande los atentados?

-Rápidamente piensas en la gente de tus círculos cercanos. Cuando me fueron diciendo los bares donde hubo tiroteos pensé en amigos y en gente de mi barrio que podría estar caminando por allí o sentada en las terrazas. Resulta que una de las chicas en la que yo pensé en ese momento murió asesinada (Michelli Gil Jaimez, mexicana-española).

-¿Cómo se digieren estos atentados en el París joven?

-Nos designaron como blancos. Quizás a los jóvenes y a la ciudadanía en general nos impactó más esto que los atentados al "Charlie Hebdo". Porque en el "Charlie Hebdo" había una circunscripción del blanco, una restricción del blanco: judíos, intelectuales, personas cercanas a la izquierda, dibujantes, "blasfemadores". Pero esta vez fue una verdadera extensión del terrorismo al ámbito civil. Cualquiera por el mero hecho de ser francés iba a decir; pero no, cualquiera por el mero hecho de estar en una terraza tomando algo ya es un blanco. Un odio a todo lo viviente. Ya no hay explicaciones. Un verdadero ataque al corazón de la juventud, justamente donde el Frente Nacional (la ultraderecha francesa) tiene menos cabida electoral. En los atentados de "Charlie" salió aquella reivindicación que se hizo viral "Je suis Charlie"; esta vez salió una mucho más real, más terrible y más irónica, "Je suis en terrasse". Hoy los blancos ya no son supuestos dibujantes "islamófobos", somos todos los que salimos simplemente a tomar una cerveza o a dar un paseo. Según pasan las horas parece que esos gestos cotidianos se convierten en actos de resistencia: volveremos a las terrazas.

-¿Cómo se juzga esa relación entre la intervención francesa en territorios que son verdaderos avisperos de terroristas y los atentados de París?

-Es una evidencia, eso está muy claro. Ahora quizás sea un poco prematuro pensar esas cosas, todavía estamos en la secuencia de la emoción. La gente está llorando. Pero una vez que pase este momento habrá que pensar en ese impensable y hacer política. Habrá también que repartir culpas y responsabilidad política entre quienes las tengan. Habría que cortar relaciones de gran hipocresía: venta de armas, relaciones con países como Arabia Saudita. Sí, habrá que plantear todas estas contradicciones.

-¿Cómo se vive esa contradicción de que París sea la cuna de la Revolución y del no a la oligarquía pero también un blanco fácil para el terrorismo?

-Esto hay que situarlo en dos secuencias. La primera es la del temor; se siente mucho miedo porque parece ser que Francia es un lugar especialmente odiado por esta banda de lunáticos. La segunda es la del orgullo. Hoy más que nunca hay que vivir como vivíamos, hay que seguir saliendo, ir al teatro, hay que defender esta identidad parisina. Habrá defensa redoblada de estas libertades. Es verdad por otro lado que la gente tiene miedo y que por eso está dispuesta a perder una parte de sus libertades en forma, por ejemplo, de controles diarios y exhaustivos.

-Los atentados del pasado viernes traerán seguro consecuencias políticas, ¿cuales cabevaticinar?

-Ya hay recuperación por la derecha, por el ala de Sarkozy y por el Frente Nacional. Estos atentados, además de drama y muerte, traen una espiral de consecuencias negativas, presencia policial y del Ejército, recorte de las libertades. La derecha ya está empezando a cargar contra los inmigrantes sirios, lo que es obviamente una gran injusticia, y mucho más en contra del colectivo musulmán en general.

-¿Percibís que el factor religioso juega un papel importante en los atentados?

-No, de ninguna manera, no lo creo. La religión para estos asesinos es un pretexto muy lejano. De cualquier manera no es un enfrentamiento religioso porque pese a lo que ellos digan yo no me considero un cruzado cristiano, soy ateo. En última instancia lo que pienso es que si la religión tuviese menos peso en nuestras sociedades este tipo de pesadillas pasarían menos a menudo. No obstante, no me interesaría conectar los ataques directamente con la religión de ninguna manera.

-Es innegable la valentía de los parisinos el día después de los atentados con advertencias de las autoridades para no salir a la calle; París aun así salió a dar la cara. ¿Eso es un mensaje?

-Sí, es un mensaje, claro. Hay que seguir viviendo, no nos puede ganar el miedo. No hay que abandonar esas calles que han sido ensangrentadas. Personalmente, no fui a la plaza de la República pero sí me acerqué hasta algunos puntos donde sucedieron los atentados a dejar una rosa, una botella de cerveza y un libro. Francia tiene una capacidad de movilización que es cultural y no debemos perderla.

-Una reflexión personal de los atentados. ¿Cómo se dirige a sus alumnos un profesor en París después de lo ocurrido?

-Todavía hay en las calles una náusea general, síntomas de tristeza y dolor, pero estoy seguro de que vamos a salir de ésta, vamos a volver a las terrazas y a nuestras calles. A mis alumnos les hablé de igual a igual porque necesitábamos tratar el tema, no podíamos ocultar el miedo y el dolor. Muchos se quedaron sin palabras, a otros se les llenaban los ojos de lágrimas. Había algunos afectados directamente. Pero es importante dar clases en estos días sucesivos, abrir foros también para la libre expresión. Les costó un poco hablar y al final hablaron. Preguntaban por el futuro, confesaban que tenían mucho miedo.

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