La abstención de los excomunistas del Partido de la Izquierda permitió ayer al primer ministro sueco, el socialdemócrata Stefan Löfven, ser reelegido al frente de un Gobierno minoritario de coalición con los verdes, poniendo fin a 131 días de parálisis política tras las elecciones del pasado septiembre. Löfven, cuyo grupo fue el más votado en los comicios, cerró hace una semana un pacto con centristas y liberales para aislar al ultraderechista Demócratas de Suecia, tercera fuerza política, a cambio de impulsar reformas fiscales y laborales.

Sin embargo, el pacto fue puesto en entredicho el pasado lunes por los excomunistas, ya que los dejaba de forma expresa fuera de "cualquier influencia" en la dirección política de Suecia. Tras una compleja negociación, los excomunistas dieron su brazo a torcer el miércoles, permitiendo la investidura de ayer.

Löfven recibió 115 votos a favor, por 153 en contra y 77 abstenciones, con lo que cumple la condición establecida en el sistema sueco para ser elegido primer ministro: no tener en contra la mayoría de la Cámara, fijada en 175 escaños.

El pacto con los centristas y liberales fracturó la Alianza, el bloque de centroderecha en el que se integraban también los moderados y los democristianos, favorables a un pacto con la ultraderecha que les permitiese gobernar. En los comicios de septiembre, el bloque de izquierda (socialdemócratas, verdes y excomunistas) logró 144 escaños frente a 143 de la Alianza y 62 de la ultraderecha.

Löfven volverá el lunes al Parlamento para leer su declaración de gobierno y presentar el nuevo ejecutivo rojiverde, alejando la amenaza de elecciones extraordinarias, para las que hubieran sido necesarias cuatro votaciones fracasadas en la Cámara.