Reunión de ministros de Exteriores
El G7 pide pausas humanitarias y omite exigir el alto el fuego en el conflicto entre Israel y Hamás
El último incendio en Oriente Próximo ha revelado grietas en el grupo más selecto de democracias liberales y cuestionado su eficacia para responder a los grandes desafíos globales
![El Ministro de Asuntos Exteriores japonés, Yoko Kamikawa (R), habla durante una reunión bilateral con el Jefe de Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell (I), en las oficinas del Ministerio de Asuntos Exteriores en Tokio, Japón, el 8 de noviembre de 2023.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/35b95f0f-3038-4f43-9d04-78663a68b9f0_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
El Ministro de Asuntos Exteriores japonés, Yoko Kamikawa (R), habla durante una reunión bilateral con el Jefe de Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell (I), en las oficinas del Ministerio de Asuntos Exteriores en Tokio, Japón, el 8 de noviembre de 2023. / EFE
Adrián Foncillas
El G7 ha pedido una pausa humanitaria en Gaza que facilite un corredor seguro para la entrada de ayuda y ha omitido cualquier referencia al alto el fuego. Estados Unidos había exigido este martes, en el inicio de la cumbre en Japón de los ministros de Exteriores, que el grupo pactara una voz común sobre el conflicto de Oriente Próximo. El comunicado publicado esta tarde tras largas discusiones suena muy parecido a la voz estadounidense. Washington y Tel Aviv se han opuesto al alto el fuego.
“Destacamos la necesidad de adoptar medidas urgentes para abordar el deterioro de la crisis humanitaria en Gaza. Todas las partes deben permitir la ayuda humanitaria sin obstáculos para los civiles, incluidos alimentos, agua, medicinas, combustibles y alojamiento, así como el acceso de los trabajadores humanitarios”, reza el comunicado. También pide la liberación de los rehenes, condena los ataques terroristas de Hamás, reconoce el derecho de defensa de Israel, exige a Irán que no se inmiscuya y se compromete a involucrarse en la búsqueda de una solución duradera.
El último incendio en Oriente Próximo ha revelado grietas en el grupo más selecto de democracias liberales y cuestionado su eficacia para responder a los grandes desafíos globales. Sus ministros de Economía pergeñaron a mediados de octubre un comunicado con un puñado de anodinas frases. Nada más. Y, mientras, en la ONU han revelado sus diferencias. Una propuesta francesa para el alto el fuego fue votada en contra por Estados Unidos y recibió la abstención del resto del G7. El desorden provocó que Antony Blinken, secretario de Estado, pidiera ayer una “voz única y clara”.
Alto el fuego
En ese alto el fuego que falta en el comunicado residía el probrema. Binyamin Netanyahu, primer ministro israelí, lo ha descartado mientras no regresen todos los rehenes y Hamás siga existiendo. “(El alto el fuego) debería ser eliminado de nuestro léxico. Continuaremos hasta que venzamos, no tenemos más alternativa”, ha afirmado. También Washington se ha opuesto porque ayudaría a Hamás a “reagruparse y repetir” sus atentados, opinó Blinken.
El inmediato alto el fuego es un clamor global. Lo han pedido en un raro comunicado conjunto una veintena de agencias de la ONU (UNICEF, la OMS, el Alto Comisionado de Refugiados…), las naciones árabes, el Papa Francisco, representantes en Washington del Partido Demócrata, manifestantes de medio mundo… De la presión brotaron las “pausas humanitarias”, una solución de mínimos que Estados Unidos le ha sugerido a Israel. La ONU las define como “un cese temporal de hostilidades puramente por razones humanitarias y por un periodo definido y en una zona demográfica específica”. Netanyahu solo se plantea “pausas tácticas cortas” que aún no ha explicado ni ordenado.
En Tokyo ha lidiado el G7, acostumbrado a caminar de la mano en la guerra de Ucrania o frente a China, con un asunto divisorio. Han tenido debates intensos y más largos de lo esperado, según la ministra de Exteriores japonesa, Yoko Kamikawa. “Todos hemos hablado abiertamente y sin contenernos”, ha desvelado. No era fácil pactar un comunicado que aunara sensibilidades y alianzas variadas con la presión de una opinión global horrorizada por las diarias masacres. La misión quedó cumplida, sentenció Kamikaza, satisfecha porque por primera vez los miembros del G7 han sido capaces de “adoptar un mensaje común”.
El grupo también reiteró su apoyo a Ucrania cuando se acerca el tercer aniversario de la guerra y su contraofensiva no consigue los frutos esperados. Su presidente, Volodímir Zelenski, ha intensificado sus contactos con los líderes occidentales para evitar que les venza el cansancio. En Japón han querido tranquilizarle. “Nuestro firme compromiso para apoyar la lucha de Ucrania por su independencia, soberanía e integridad territorial nunca flaqueará”, promete el comunicado.
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