Unión Europea
Ursula von der Leyen: la mujer que marca el rumbo en Bruselas
Llegó al cargo en julio de 2019 por sorpresa, como solución de compromiso de los líderes europeos
![La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/6f4e818a-5de9-4eca-a03e-1a8b4464f858_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. / EP
Silvia Martínez
Menos pacto verde y más defensa europea, menos lucha contra el cambio climático y más industria y competitividad. La alemana Ursula von der Leyen (65 años) tiene claro que para conseguir un segundo mandato como presidenta de la Comisión Europea tiene que alejarse de los postulados ecologistas de los últimos años, hacer guiños a los agricultores y la industria y poner las largas en la seguridad, prioridad desde que Rusia sumiera hace dos años en la incertidumbre al continente europeo tras la invasión de Ucrania. El lunes en Berlín logró el aval unánime de su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), y el 6 y 7 de marzo el Partido Popular Europeo refrendará su candidatura en el congreso que celebra en Bucarest.
Ningún otro dirigente popular se ha atrevido estar vez a dar un paso al frente y desafiar la hegemonía de la actual presidenta, que llegó al cargo en julio de 2019 por sorpresa, como solución de compromiso de los líderes europeos, empeñados en enterrar el proceso de los 'Spitzenkandidat' por el que solo podían optar a la presidencia de la Comisión los candidatos de las distintas familias políticas que hubieran hecho campaña en las elecciones europeas. Una fórmula que ataba de manos el margen de maniobra de los líderes europeos.
Ni el popular Manfred Weber ni el socialista Frans Timmermans ni la liberal Margrethe Vestager, los tres cabezas de lista de las tres principales fuerzas convencieron y los jefes de Estado y de Gobierno de la UE optaron por buscar en la recámara. De la mano de Emmanuel Macron emergió el nombre de Von der Leyen, doctorada en medicina, madre de siete hijos, exministra de defensa alemana y muy cercana a la entonces cancillera Angela Merkel con quien también fue ministra de familia y de trabajo. La mujer más poderosa del mundo, según la declaró la revista 'Forbes' en 2022, no solo logró el aval del resto de líderes, sino que, tras una votación ajustada (por solo nueve votos), también logró el apoyo de una mayoría del Parlamento Europeo apoyada en populares, socialistas y liberales.
“Hoy, cinco años después, tomo una decisión muy consciente y meditada. Quiero presentarme a un segundo mandato", anunció el lunes en Berlín. Su nombre también sonó un tiempo, según fuentes diplomáticas aliadas, como reemplazo del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. La conservadora alemana gustaba en la Casa Blanca, pero el 'no' del canciller Olaf Scholz cerró esa puerta y le empujó a repetir en un Ejecutivo comunitario que ha sabido moldear a su estilo.
Éxito no garantizado
Pese al menor peso político de sus rivales -el comisario de empleo, el luxemburgués Nicolas Schmit por los socialdemócratas, y el eurodiputado holandés Bas Eickout por los verdes- su éxito, sin embargo, no está del todo asegurado. El PPE tendrá que ganar primero las elecciones, algo a priori factible vistos los sondeos. Posteriormente tendrá que obtener el aprobado de una mayoría cualificada de líderes europeos, algo también viable dado el cierre de filas del PPE con Petteri Orpo (Finlandia), Ulf Kristersson (Suecia), Evika Silina (Letonia), Ingrida Simonyté (Lituania), Luc Frieden (Luxemburgo), Donald Tusk (Polonia) y Kyriakos Mitostakis (Grecia) a la cabeza. Incluso España, con el socialista español Pedro Sánchez al frente, ve con buenos ojos su continuidad si los populares son la fuerza más votada.
Lo más difícil en las circunstancias políticas actuales será lograr una mayoría en el pleno del Parlamento Europeo, tras unas elecciones europeas que, según las encuestas, depararán un hemiciclo más fragmentado que nunca, con una mayor presencia de la extrema derecha. Por eso quizás su intención es “fortalecer el centro y defenderlo de los intentos de dividirlo entre el interior y el exterior”. Es decir, formar una coalición lo más proeuropea posible, proestado de derecho, y con una línea roja: "ni con amigos de Putin” ni con “euroescépticos”.
“Nunca formar una coalición con el AfD (la ultraderecha alemana), lo excluyo completamente”, decía el lunes el presidente de la CDU, Friedrich Merz, sobre la formación de extrema derecha alemana que milita en el grupo Identidad y Democracia con la Liga de Matteo Salvini o el RN de Marine Le Pen. Más allá de los “amigos de Putin”, Von der Leyen no cierra la puerta a nadie y no descarta un pacto con los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), del que forman parte partidos como Fratelli de Italia, que lidera Giorgia Meloni, el PiS polaco o Vox. “Es más una cuestión de contenido. No sabemos quién estará en ECR tras las elecciones. En cada elección europea cambian los grupos políticos”, decía el miércoles sobre las posibles alianzas con este grupo.
Roces y choques
Su estilo meticuloso, personalista y controlador ha generado estos últimos cuatro años enfados y roces, dentro de la 'casa' -una institución con más de 32.000 empleados y otros 27 comisarios- y fuera entre gobiernos y colegas de otras instituciones europeas. Se le ha acusado de intentar acaparar demasiado poder y extralimitarse en sus funciones. La última vez en octubre del año pasado, tras el ataque de Hamás a Israel, cuando declaró el derecho de los israelís a defenderse.
Sin embargo, se ha enfrentado con éxito a un aluvión de crisis. La primera la provocada por la pandemia de covid-19 poco después de acceder al cargo el 1 de diciembre de 2019. Aunque la sanidad era una competencia nacional, Von der Leyen se puso manos a la obra para negociar la compra conjunta de vacunas. También se lanzó a crear un fondo de recuperación de 750.000 millones y un pacto verde para responder a la crisis climática que le ha granjeado el apoyo de los Verdes. Consciente del impacto que puede tener en sus aspiraciones de repetir mandato ha optado en los últimos meses por levantar el pie del acelerador medioambiental en respuesta a las demandas de una “pausa regulatoria” que llegan desde las filas liberales y conservadoras.
En los dos últimos años si hay algo que le ha quitado el sueño ha sido Ucrania y la invasión rusa. En todo este tiempo el compromiso de Bruselas con Kiev no solo no ha flaqueado, sino que se ha intensificado proponiendo incluso la adhesión del país a la UE y la creación de compras conjuntas de armamento para fortalecer la industria de defensa europea. En la reciente Conferencia de seguridad de Múnich, la dirigente también anunció que, de llegar al cargo, nombrará un comisario de defensa.
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