Para impulsar una compañía de base tecnológica no es necesario empezar en precario, mucho menos en un pequeño garaje al estilo de la leyenda de Silicon Valley. Tampoco hay una determinada edad para emprender en este ámbito. Y mucho menos es cierto que no se pueda prosperar en este campo en el Principado. Son muchos los tópicos que se rompen cuando uno se adentra en el Parque Tecnológico de Asturias, con sede en Llanera y con cerca de 140 empresas de los sectores de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), la ingeniería, la consultoría técnica y medio ambiental, el eléctrico, el de las energías renovables, el químico-farmacéutico o el biotecnológico. También cuando se cruzan las puertas del equipamiento que funciona como su incubadora de proyectos, el Centro Europeo de Empresas e Innovación del Principado (CEEI). Las iniciativas que alberga o apoya este último son muestra de una Asturias que funciona, de un sistema que respalda y da todo tipo de cobertura al emprendimiento y la innovación y que, pese a los años transcurridos desde su puesta en marcha, tal vez sigue siendo algo desconocido, como reconocen incluso quienes se han beneficiado de sus distintas fórmulas de apoyo.

“Yo tenía la idea de la Asturias de hace 20 años, con dificultades para determinadas cosas, para emprender… Venía de vez en cuando, pero nunca había trabajado aquí. Pasé la mitad de mi vida fuera, en Francia, Alemania, en Singapur… Mi familia estaba algo cansada de Asia y, justo antes del covid, nos vinimos pero con la idea de volver a irnos. Entonces estalló la pandemia y me puse a mirar qué podía hacer en tanto desde aquí. En ese momento empecé a estar algo en contacto con el CEEI por un proyecto que tenía con una sociedad suiza y me dí cuenta de que aquí se empezaban a hacer cosas y a ayudar a las empresas. El CEEI fue lo que realmente inclinó la balanza y lo que hizo que yo decidiera, en vez de irme, quedarme. Fue decisivo”. El relato corresponde a Pablo Viejo, que ha creado la compañía Bettermaps, que trabaja con ciencias de la información geográfica y aún está en fase de desarrollo.

Pablo Viejo, de Bettermaps. P. Tamargo

Su iniciativa consiste en la creación de una plataforma que trabaja en la mejora de mapas con distintas aplicaciones. “Conectamos big data geoespacial con inteligencia artificial y utilizamos la inteligencia artificial para decirnos si los mapas se ven bien, si están bien construidos, si los daltónicos los pueden ver correctamente, si los datos son correctos, si la presentación es buena…”, explica Viejo, arquitecto urbanista que estudió en La Coruña y fue profesor en distintos puntos de Europa y Asia.

En su caso, el CEEI le respaldó en todas las fases de su proyecto, incluyendo el alojamiento durante unos meses, pues el centro cuenta con oficinas nido, otras de mayor tamaño y laboratorios a disposición de las compañías que lo requieren. “Cuando llegué a ellos me explicaron qué hacían y me dijeron que estaban para ayudarme. Si no tienes empresa te ayudamos a constituirla, si no tienes espacio te damos un espacio, si necesitas financiación te ayudamos a buscarla o te indicamos las disponibles a fondo perdido a través de la Administración autonómica… Yo he pasado todas las fases, porque ellos me ayudaron jurídicamente a crear la empresa, me dieron espacio cuando no lo tenía, busqué financiación gracias a ellos”, dice.

Recepción del CEEI, en el Parque Tecnológico de Asturias. P. Tamargo

Una de las iniciativas que lleva más tiempo alojada en las instalaciones que presta el CEEI –de hecho siguen en ellas– es la de los responsables de Bioquochem, fundada en 2015 por dos doctores en Química, Henar Muñoz y David Hevia. La compañía desarrolla métodos de medida basados en la llamada tecnología “redox”, que trabaja con “la reducción y oxidación de ciertas moléculas”, explica Muñoz simplificando mucho el detalle de su labor para hacerla comprensible. “Por poner un ejemplo, en el mundo alimentario, podemos determinar si se oxidan los líquidos que son los que dan el sabor rancio a los alimentos. O en el sector cosmético, ciertas cremas o cosméticos que tienen antioxidantes, pues determinar la vida útil de esos antioxidantes dentro del cosmético. Lo que hacemos es desarrollar esa tecnología para que otras empresas de diferentes sectores puedan utilizarlas en determinar ciertos parámetros en sus productos”, detalla.

“Venimos del ámbito bio, los dos somos doctores en Química. Hice la tesis en el ámbito más biomédico y David era mi director de tesis. Juntos nos decidimos un poco a montar la empresa, dado que teníamos ciertos resultados de mi tesis doctoral que nos daba un poco de pena dejarlos en un cajón apartados y decidimos empezar en el mundo empresarial”, cuenta Muñoz.

Uno de los laboratorios del CEEI. P. Tamargo

Para ellos, el apoyo del CEEI también fue decisivo, pues acababan de salir de un laboratorio, “un mundo completamente diferente y aquí nos empezaron a enseñar qué era un plan de empresa, si habíamos evaluado si había competidores, si hay mercado… Fue todo como un nuevo aprendizaje acerca de algo que no teníamos ni idea”.

Desde entonces hasta hoy han pasado siete años. “Necesitamos bastante de este tipo de incubadoras porque requerimos un laboratorio, espacios distintos y no es solo tener una oficina como en el caso de otro tipo de empresas. Para una compañía como la nuestra es más difícil encontrar espacios donde te proporcionen todo este tipo de instalaciones, por eso aquí las empresas bio tenemos un recorrido más largo”, señala Muñoz.

Uno de los laboratorios del CEEI. P. Tamargo

Ella y David Hevia comenzaron solos y ahora el equipo ya suma una decena de personas. Comercializan el producto de su trabajo casi desde el inicio de su actividad. “Desde el momento de la constitución ya empezamos a comercializar. Sí que tenemos claro desde el principio, y eso nos lo enseñaron también en el CEEI que esto no es un laboratorio de investigación, que hay que comer y prácticamente desde el minuto dos ya salimos al mercado”, dicen.

“Tenemos sobre todo clientes de fuera de España. Los clientes son de todo tipo, desde centros de investigación importantes nacionales e internacionales hasta dentro del sector privado empresas de alimentación o cosmética, multinacionales”, cuentan los responsables del proyecto.

“Los inicios sin el CEEI hubieran sido nulos porque nos enseñaron cosas que nosotros desde un ámbito más investigador desconocíamos completamente”, concluyen.

Edificio del CEEI, en el Parque Tecnológico de Llanera. P. Tamargo

Al CEEI se puede llegar al comenzar, como Phil González, que tiene en el CEEI las oficinas de su compañía de Videojuegos Meteorbyte ,del ámbito universitario y de la investigación, o también tras una larga trayectoria en el sector privado. Este fue el caso de Emilio Seoane Fidalgo y Francisco José Aláez Díez, fundadores de Pibico, compañía especializada en digitalización de empresas y que desarrolló el proyecto PiLoT, una solución tecnológica que utiliza el Internet de las Cosas (IoT) para el desarrollo de equipos que se interrelacionan y comunican datos entre sí.

Venían de una vida profesional de más de 25 años en la empresa privada del ámbito de la ingeniería y de la construcción, pero dieron un paso más. Con el CEEI han trabajado, por ejemplo, en el desarrollo de un sistema de gestión enfocado a empresas –aunque no solo– que permite “sensorizar” todos los procesos de las cadenas de producción o de trabajo para integrar los datos, de manera automatizada y directa en un único sitio. “El sistema de gestión, con sensores en distintos puntos de la cadena de trabajo o producción, permite tener toda la información posible en un mismo alojamiento, para manejarla allí mismo, no tener que andar trasegando ni accediendo a diferentes puntos”.

Emilio Seoane y Francisco José Aláez, con un dispositivo de su creación. P. Tamargo

"Nuestro producto es un sistema de gestión para pequeña empresa, de cualquier proceso, un sistema relativamente económico incluso con equipamiento para poder hacerlo, en el que se comunica, con dispositivos inteligentes, cualquier proceso a sensorizar, sobre el que se meten los datos directamente en el sistema de gestión para evitar intermediaciones. Es un sistema todo uno, compacto, que te permitiría llevar un negocio o una empresa pequeña de cualquier ámbito con automatización de datos genéricos", explica.

¿Un caso práctico que haga más comprensible de qué se trata? Por ejemplo, un trabajo que se ha realizado para una piscifactoría que quiere desarrollar un control de producción, con intervención de sus empleados a través de lectura de tarjetas de acceso en diferentes puntos de la cadena. Esto es, desde el primer eslabón de esa cadena, hasta el proceso en "una máquina de fileteado de la trucha, de cortado, eviscerado, el momento de meterla dentro de cajas, mover hielo… Un poco todo lo que forma parte de la producción y de la trazabilidad del producto y de calidad del alimento en el que tienes que saber que la trucha viene de tal estanque y ha pasado por tales manos para, entre otras cosas, si hay una contaminación saber de qué lotes se trata".

"Por un lado, ponemos el servidor, que es parte fundamental, un equipo mini dentro de un contenedor, un cajón que tiene otros ordenadores que permiten hacer de router o conexionar otros equipos. Y por otro lado, pequeños equipos de sensorización, en los diferentes lugares de la planta. Los empleados, cada uno con su parte del trabajo, lo que hacen es, con una tarjeta o un llavero de acceso, elegir la labor que realizan e introducir los datos. Ese lector envía directamente al sistema de gestión la actividad, con lo cual se sabe perfectamente en qué parte ha estado trabajando, en qué lote y qué producción ha tenido", explican sus creadores.

Laboratorio en el CEEI P. Tamargo

"Es un ejemplo de integración de procesos externos a un sistema de gestión único. Hasta ahora se le pedía a la gente que rellenase esos datos en un papel, qué estaban haciendo, cuántas unidades han producido y en qué lote han trabajado. Eso luego había que pasarlo a un Excell para llevar el control. Con nuestro sistema, el dato es directo, todos van directamente al mismo sitio y además es escalable a otro tipo de informaciones, como la posibilidad de sensorizar el nivel de oxígeno en el agua, su temperatura u otros parámetros. Además, si alguno estuviese en nivel crítico, el sistema podría crear y enviar alarmas", añaden.

El producto es una solución que se basa "en la integración de datos para tener un dato único". Y los ámbitos de aplicación no solo son empresas. "Puede ser desde una farmacia a un comercio, porque el mismo producto puede además albergar como sistema de gestión la página web, una tienda electrónica, es solo cuestión de parametrizar los datos adaptados a ese negocio. Es un herramienta todo en uno, no necesitas comprar nada más. Software y hardware, con todo preparado para las necesidades que quieras cubrir", concluyen los fundadores, que explican su creación en el siguiente vídeo:

Así es el pionero sistema de integración de datos para empresas creado por Pibico

Así es el pionero sistema de integración de datos para empresas creado por Pibico P. Tamargo

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