Pracesa, la cerámica que dejó huella en Lugo de Llanera

El callejero local recuerda a la emblemática empresa, fundada en 1953 por alemanes y que mantuvo su actividad durante tres décadas

La calle de Lugo de Llanera que lleva el nombre de Pracesa. | C. V.

La calle de Lugo de Llanera que lleva el nombre de Pracesa. | C. V. / Carla Vega

Para la mayoría de los vecinos, los nombres de las calles que conforman las localidades en las que residen pasan desapercibidos en el día a día. Sin embargo, hay ocasiones en las que esas denominaciones pueden tener detrás grandes historias. Es es el caso de Lugo de Llanera y de su calle Pracesa, con la que se hace honor a la empresa de dicho nombre que desde la década de los cincuenta del pasado siglo y durante treinta años se dedicó a la fabricación, aplicación y venta de productos cerámicos en el concejo. Se trata de una compañía que dejó huella en la sociedad llanerense.

Pracesa fue fundada en Madrid en 1952 por el matrimonio alemán conformado por Rrwin Hoene y Brigitte, con un capital social de 78 millones de pesetas. Si bien en un primer momento estudian implantarse en unos terrenos de Gijón, finalmente Lugo de Llanera resulta el lugar idóneo para ellos, debido a diversos motivos. Además de una localización ideal en el centro de las tres principales poblaciones asturianas, con buenas comunicaciones por carretera y ferrocarril que facilitarían el transporte a la incipiente Ensidesa, principal consumidora de material refractario y antiácidos, Lugo de Llanera contaba con una buena base de arcilla.

Denominada "Prado Llongo" y valorada en 629.200 pesetas (3.782 euros), la finca adquirida para la construcción de la factoría cuenta con más de 30.000 metros cuadrados y linda con la línea de ferrocarril, siendo próxima al núcleo urbano de Lugo, aún sin iniciar la futura expansión. Entre 1954 y 1962 se realizó la compra de otras tres fincas, de 2.250, 2.100 y 18.440 metros cuadrados, respectivamente, llegando a un total de 53.050 metros cuadrados.

Construcción

La constructora ovetense Enrique Rodríguez Construcciones, puntera en el momento y encargada de otros grandes proyectos en Asturias, como la plaza de España de Oviedo, fue la encargada de la obra. La construcción de Pracesa se prolonga durante dos años, dando comienzo las labores de fabricación el 1 de septiembre de 1956 con una plantilla inicial de poco más de cincuenta obreros. La empresa comienza a desarrollarse poco a poco, con las indicaciones de un grupo de alemanes que llega de la empresa Keramchemie para formar a los nuevos trabajadores.

Poco a poco, la empresa se convirtió en la principal proveedora de grandes compañías punteras de la siderurgia española, como Ensidesa, Babco Wilco, Altos Hornos de Vizcaya, Explosivos Río Tinto o Asturiana de Zinc. Cabe destacar que, por aquel entonces, Pracesa era la única factoría en España que elaboraba este tipo de productos partiendo de arcillas especiales plásticas.

Pracesa estaba implicada con sus empleados, llegando a contratar a un maestro para alfabetizar a los trabajadores, y la vida cultural, social y deportiva tuvo también gran relevancia en la empresa, llegando a conformar un equipo de bolos y otro de fútbol. Participaron en una liga entre empresas, realizando viajes a Madrid con los empleados para que estos conociesen, además de las oficinas centrales de la empresa, diferentes museos o lugares relevantes de la capital.

Año a año, la empresa iba creciendo y mejorando sus números, hasta que llegó el primero de los golpes. De forma repentina, Erwin Hoene fallece ahogado mientras se daba un baño en compañía de su esposa en Ribadesella, donde solían acudir cada verano. Hoene había sabido ganarse la simpatía del personal, y un buen puñado de empleados se trasladaron hasta la localidad en un autobús financiado por la empresa para asistir al funeral. Este hecho sentó desconcierto e inquietud sobre el futuro de la empresa. Se estima que, de haber contado con su presencia, la fábrica no hubiera tenido el final que tuvo.

Crisis

Tras ese mazazo, Hans Herlof Wilmer Petersen sustituye a Hoene como director general. Aunque la empresa continuó su crecimiento, dando empleo durante sus veintidós años de actividad a 450 trabajadores aproximadamente, la reestructuración del sector siderúrgico español y la fuerte competencia comercial marcó un lento proceso de crisis. Comenzó con un primer conflicto colectivo en 1978 y se sustanció en los años noventa con el abandono del accionariado principal y la constitución de una Sociedad Anónima Laboral denominada Salamarca. Esta nueva sociedad, a su vez, se declaró en quiebra voluntaria en 1998. La empresa, con nula liquidez y graves problemas financieros que hacen muy difícil la estabilidad, traslada a Lugo de Llanera su domicilio social, ya que se hacía imposible el mantenimiento de sus costosas oficinas en Madrid. Ese mismo año, en noviembre, se produce el cierre definitivo.

Pese al desenlace de Pracesa, con el trauma económico que causó, el personal recuerda sin resentimiento alguno y con cariño lo entrañable y generosa que fue la sociedad. Estos y otros muchos datos de interés sobre Pracesa se recogen en el número siete de la revista cultural "Perxuraos", editado en 2018, en un artículo del estudioso local Abel González.