Andrea González González es una enamorada del medio rural y, en especial, del occidente de Asturias. Ella es de Vilarín, una aldea de montaña a unos 650 metros de altitud, en el concejo de Castropol. Allí, en la casa familiar, donde compartió infancia y juventud con sus abuelos y padres, es donde ha vuelto a vivir hace un tiempo. El periplo de su vida ha sido similar al de muchos jóvenes que, en su momento, salieron de su lugar de origen para formarse en la ciudad; aunque ella, aun a pesar de haber cursado estudios de Derecho y licenciarse como abogada en Oviedo, jamás se fue del lugar donde siempre supo que quería vivir.

"Es sencillo de entender. Yo no he necesitado ningún periodo de adaptación porque conozco lo que es vivir en la aldea desde niña y, además, es lo que siempre quise hacer. Me fui para estudiar, pero mi idea siempre fue volver aquí", matiza. Así, tras licenciarse en Oviedo, trabajó como agente de empleo y desarrollo local en Grandas de Salime, donde al tiempo abrió un despacho como abogada. Más tarde trabajó en Vegadeo en un centro de iniciativas empresariales. Tiempo después trabajó en la Mancomunidad Oscos-Eo con un proyecto de dinamización turística.

"Cuando llegó la crisis, hubo un recorte grande y estuve un tiempo sin trabajar. Entonces fue cuando me planteé una opción de autoempleo, aprovechando los recursos propios. Como en mi casa siempre hubo colmenas y ya conocía la apicultura a través de mi padre, pensé en hacerme apicultora", señala esta mujer, que hizo cursos de formación en apicultura en Oviedo para, finalmente, poner en marcha su empresa, Miel Tu Colmena, hace tres años.

Hoy tiene unas 120 colmenas repartidas por Taramundi, Vegadeo, San Tirso de Abres y Castropol. Espera llegar a las doscientas. De igual forma también tiene un cultivo de arándanos que es complementario de la apicultura. Es una plantación pequeñita, de media hectárea, que va muy bien porque el terreno es óptimo para este arbusto. En cuanto a resultados, Andrea González es clara: "En ambos casos tienes que hacer una inversión considerable. En los arándanos hasta los tres años de sembrados no empiezas a recoger el fruto y hasta el octavo no llega a su máxima producción. Pero el balance es positivo, me genera mucha satisfacción personal y ya estamos empezando a tener los primeros beneficios. Cuando más trabajo dan los arándanos es en la recogida, que suele ser en verano. La época de mayor trabajo con las abejas es en primavera y en otoño", dice.

Además esta mujer batalladora y optimista combina apicultura y agricultura con otro empleo a media jornada en la Oficina de Coordinación Cultural y Lingüística de Vegadeo, "donde nuestro objetivo principal es la normalización del gallego-asturiano, actividad que también me gusta mucho. Cada día me desplazo 17 kilómetros, apenas son 20 minutos en coche", dice, y al tiempo añade: "Yo cumplí mi objetivo de vivir donde quería y como quería, mi opción siempre fue la zona rural y, sobre todo, el Occidente. Cuando terminé mis estudios, me planteé volver a la zona rural. Y aquí estoy. Y para seguir".