El retablo barroco del santuario de la Virgen del Acebo, en Linares, Cangas del Narcea, contiene las mejores representaciones reales de racimos de uvas del norte de España, pertenecientes a la variedad palomino fino, de Andalucía, rebautizada en la zona como blanca extra. Las uvas llegaron al concejo, procedentes del sur de España, en el siglo XVII o antes, y no en el XIX, como se venía creyendo hasta ahora, tras la filoxera, parásito de la vid que entró en la península Ibérica durante la década de 1870 y que acabó con los viñedos. La prueba científica corresponde a la investigadora canguesa Carmen Martínez Rodríguez, nacida en Carballo y directora del equipo de viticultura del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con destino en la misión biológica de Galicia, cuyos trabajos han contribuido de forma notable al desarrollo y pervivencia de la viticultura en Cangas del Narcea y los concejos limítrofes.

Martínez y su equipo han conseguido determinar por primera vez, analizando retablos barrocos, la antigüedad del cultivo de algunas de las principales variedades de vid, blancas y tintas, en Asturias y también en Galicia. La revista estadounidense "Economic Botany", editada por el Jardín Botánico de Nueva York, toda una autoridad mundial, publicó los resultados del estudio, que ahora también forma parte de la exposición "La vid, el vino y el CSIC", que se exhibe hasta el 10 de enero en el Real Jardín Botánico de Madrid, cuya comisaria es Martínez Rodríguez.

En esta ocasión, y por primera vez en España, el arte se mezcla con la naturaleza para determinar el origen de un cultivo. Así lo constata Martínez, que comenzó su periplo por los retablos barrocos tras encontrarse con unas sorprendentes representaciones de racimos en la aldea pontevedresa de Camanzo. "Fuimos a recoger hojas y uvas. Cuando visitamos la capilla caí en la cuenta de que eran exactamente iguales que los que estaban tallados", relata Martínez. Fue el punto de partida para descubrir que el retablo con representaciones de mejor calidad era el de la venerada Virgen del Acebo, obra de Manuel de Ron, perteneciente a la escuela que floreció en el monasterio de Corias, y viticultor. "Hicimos estudios en Carballo, Limés, Corias y en otras zonas, y vimos que las uvas eran muy parecidas. En las del Acebo -cuyo retablo fue tallado a finales del siglo XVII- se nota claramente que el artista copió al dedillo un modelo del natural, por detalles, como los nervios de las hojas", explica.

Martínez empezó a trabajar en 1986 en la prospección, localización y descripción de las principales variedades de vid de Galicia y Asturias para, entre otros objetivos, determinar cuáles eran autóctonas, cuáles siendo foráneas adquirieron nombres locales distintos y cuáles, siendo foráneas, conservaron sus nombres originales.

En la bibliografía antigua hay nombres de variedades de vid unidas a determinadas zonas, pero sólo en algunos casos van acompañados de brevísimas descripciones. En el siglo XIX aparecieron otras más amplias que incorporan, en casos muy excepcionales, ilustraciones, pero que se refieren a variedades de zonas muy concretas de España. "Hoy el debate sobre los orígenes de variedades antiguas sigue vigente en zonas donde no se ha llegado a determinar si algunas de las uvas que se cultivan son autóctonas o foráneas", explica Carmen Martínez.

Martínez y su grupo de investigación, fundado en el año 2000, fueron incorporando nuevas técnicas de descripción de las variedades. Los científicos recabaron información sobre la ubicación de iglesias con retablos barrocos, en zonas rurales aisladas y en ciudades, dentro de los principales puntos vitícolas de Galicia y Asturias. En total, seleccionaron 101 retablos encontrados en 54 iglesias. El estudio analizó hojas y racimos de 101 retablos en catedrales, iglesias y monasterios. Martínez prepara ahora un nuevo trabajo sobre el comportamiento de una variedad a lo largo de un mismo valle.