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Pablo Suero, el esplendor y el olvido

Poeta, dramaturgo y crítico, el periodista asturiano, afincado en Argentina, reflejó las vísperas convulsas de la Guerra Civil a través de entrevistas y reportajes reunidos en el libro "España levanta el puño"

(1) Pablo Suero retratado de niño. (2) Con su hijo Pablo Alberto en 1941. (3) Portada de "Agonía de un mundo". (4) Retrato del periodista. (5) Portada de "España levanta el puño". (6) Ejemplar de "Figuras contemporáneas".

Pablo Suero Siero nació en Gijón en 1898, pero emigró de niño a la República Argentina, donde desde muy joven pululó por las redacciones de los periódicos para hacerse un nombre como reportero e implacable crítico teatral. Poeta, traductor, dramaturgo, letrista de tangos y director de escena, entre sus obras destacan los poemarios "Los cilicios" (1920) y "Agonía de un mundo" (1940), el drama teatral "Patagonia" (1929) y el libro de entrevistas "Figuras contemporáneas" (1943), que apareció después de su muerte. Sin embargo, hoy se le recuerda sobre todo por ser amigo de Federico García Lorca, al que conoció cuando éste viajó a la Argentina en 1933, y por los reportajes y entrevistas que contiene su libro "España levanta el puño" (1937), donde le toma el pulso a la realidad del país a través del paisaje, el arte, los políticos y los escritores que vivieron las elecciones de febrero de 1936, de las que saldría victorioso el Frente Popular y que se convirtieron en las últimas de la Segunda República y en preludio del gran baño de sangre que supuso la Guerra Civil. Suero lo realizó tras viajar a España a finales de 1935 y por sus páginas pasan, entre otros, políticos destacados como José Calvo Sotelo, José Antonio Primo de Rivera, Indalecio Prieto, Largo Caballero, Dolores Ibárruri y Manuel Azaña, y también lo más granado de la literatura de entonces: Antonio Machado, Pío Baroja, Jacinto Benavente, Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, Alejandro Casona, Rafael Alberti y Federico García Lorca.

Pablo Suero pasó del esplendor que su capacidad para las relaciones públicas y una brillante carrera periodística le permitieron en vida al más absoluto olvido tras una muerte temprana. Sin embargo, para llegar a todo eso, el 13 de abril de 1895, en la iglesia parroquial de San Martín de los Fierros, en la localidad de Puente de los Fierros, concejo de Lena, Asturias, tuvieron que casarse Pablo Suero Entrialgo y María de la Paz Siero Cueto. Se ignora la razón por la que dos jóvenes naturales de Gijón, una ciudad fabril y portuaria, eligieron esa parroquia del sur de la provincia para casarse, aunque el acta de matrimonio deja ver que pudo deberse a algún vínculo familiar, pues tanto el cura de Puente de los Fierros, Epifanio Siero, quien los casa, como uno de los testigos, Marcial Matamoros Siero, vecino de la misma localidad, seguramente eran parientes de la novia. Después de la boda el matrimonio se estableció en Gijón, donde Pablo Suero Entrialgo trabajaba como "empleado". Allí nació el 4 de marzo de 1898 Pablo Suero Siero. Por el padrón de habitantes de Gijón sabemos que en 1900 el matrimonio y sus tres hijos conviven con la abuela paterna, Josefa Entrialgo Amado, y el tío Eduardo Suero Entrialgo, joven de 19 años y "empleado" como su hermano. En ese año la familia reside en la calle Santa Elena, muy cerca del emblemático barrio pescador de Cimavilla, pero para 1904 la familia se ha mudado a la calle Gregorio García Jove, en las inmediaciones de la iglesia de San Pedro. La familia Suero, hasta donde se le puede seguir el rastro en el Archivo Municipal de Gijón, era una familia de campesinos llegados a la ciudad a finales del siglo XVIII o principios del XIX procedentes de la población de Seloriu, en Villaviciosa. En ese pueblo había nacido Manuel Suero, tatarabuelo de Pablo Suero y primero de la saga en trasladarse a Gijón para hacerse marinero.

Poco más o menos hacia 1904, el niño Pablo Suero Siero comenzaría su contacto con las letras en la escuela. Ese mismo año lo vemos en una foto de Julio Peinado Alonso (1869-1940), uno de los impulsores de la fotografía profesional y artística en Asturias. En la foto está acompañado por infinidad de niños que, como él, forman parte del Batallón Infantil España. Pablo Suero, con sus ojos caídos de párpados y sus manos regordetas porta el banderín de la primera compañía. Estos batallones infantiles eran algo común en España a principios del siglo XX, impulsados por ayuntamientos y diputaciones para inculcar a los niños determinados valores patrióticos, emulando la jerarquía, la indumentaria y la disciplina castrenses y estimulando la actividad gimnástica. Conocemos la lista completa de los integrantes de este batallón infantil porque se publicó en el diario El "Noroeste", de Gijón, el 25 de julio de 1904, y allí, el primero entre los "cabos" del batallón, encontramos a Suero. Seguramente fue ésta la primera vez que el futuro periodista y escritor vio su nombre impreso.

Como tantas otras familias asturianas entre mediados del siglo XIX y 1936, la familia Suero Siero también emigró a América con la esperanza de un porvenir esplendoroso. De cómo fueron las vicisitudes del viaje a la República Argentina y de cómo se instalaron allí, nada sabemos, pero no es improbable que ese viaje tuviera lugar en 1905, puesto que los poemas que a Asturias le dedica Pablo Suero en su libro "Agonía de un mundo" llevan el título de "Viejo álbum familiar (Postales de 1905)". "No hay sueños en mi infancia / llena de ensueños vagos", dice en alguno de esos poemas.

Pablo Suero trabajó desde niño y desempeñó diversos oficios antes de iniciarse muy joven en el periodismo. Muchacho precoz, despierto e inteligente, conoció desde su origen el diario "Crítica", fundado por esa especie de William Randolph Hearst a la sudamericana que fue Natalio Botana, puesto que empezó a trabajar allí hacia 1914 y el periódico se fundó en 1913. Inmerso en el mundo periodístico y literario desde tan temprano, pronto se labra fama de crítico contundente e intratable.

Hacia 1918 comienza a trabajar en el Consejo Nacional de Educación como secretario de Manuel Gálvez, autor de novelas realistas como "La maestra normal" (1914) y "Nacha Regules" (1919). Y en 1920, gracias a la influencia de su protector, Manuel Gálvez, consigue publicar su primer libro de versos. Lo hará con la Cooperativa Editorial Buenos Aires, una iniciativa que hasta ese momento únicamente había editado a autores consagrados, de la talla de Horacio Quiroga o el propio Gálvez, promotor inicial de la empresa. Ese libro, del que había dado adelantos en la prensa, se tituló "Los cilicios" y es una obra impregnada de la estética modernista de la época.

Pocos años después, durante la década de los veinte, comienza a cosechar éxitos en el teatro argentino haciendo un tipo de drama criollo que encajaba muy bien con el público por su carácter ligero y su capacidad para mezclar episodios lacrimógenos y comedia.

En 1928 fue llamado al periódico "La Razón" para sustituir a Joaquín de Vedia, y poco más tarde será corresponsal en París. Allí vive dos o tres años y coincide, entre otros muchos argentinos, con Edmundo Guibourg, quien en el libro-entrevista que le hizo la periodista Mona Moncalvillo, "El último bohemio" (1981), y en "Memorias contadas a Marcelo Bonnin" (1985), recuerda algunos momentos pasados con el excesivo Pablo Suero e informa de que ambos colaboraron con pequeños artículos en la revista "Monde", de Henri Barbusse. Desde París enviaría durante los primeros años treinta entrevistas con músicos, cantantes, personajes diversos y también escritores como Colette o Barbusse. Durante este tiempo viaja además por Grecia e Italia.

La mañana del 12 de octubre de 1933 el "Conte Grande" atraca en el puerto de Montevideo y esperando la llegada de Federico García Lorca se encuentra Pablo Suero, quien cruzando el Río de la Plata para recibir al dramaturgo español se adelanta al resto de los periodistas argentinos. En buena parte, el bombo que le dio la prensa argentina a García Lorca durante su estancia en el país presentando "Bodas de sangre" se debió a Suero, que se convirtió en su guía y también en su mejor y mayor propagandista. No es extraño que el periódico "Noticias Gráficas", en el que Suero dirigía entonces la sección de teatro, fuera el primero en publicar fotos de Lorca. Durante esa estancia del poeta granadino en Buenos Aires, la noche del 6 de noviembre de 1933, el escritor César Tiempo, a la salida del ensayo de una de sus obras, presentó a dos personas que el talento y una muerte temprana convertirían en dos mitos: Federico García Lorca y Carlos Gardel. Allí estaba Pablo Suero, amigo de ambos que se vería obligado a llorar ambas muertes.

Durante las vacaciones del verano argentino de 1935, Suero viajó a España y pudo cubrir las elecciones de febrero de 1936. Como ya hemos visto, los reportajes y entrevistas que realizó entonces los reuniría en el libro "España levanta el puño", pero el año 1936 no será importante para Pablo Suero únicamente por estas entrevistas, el estallido de la guerra española y el asesinato de su querido amigo Federico García Lorca, que a él lo sobresalta ya en la Argentina, sino también porque el 15 de junio de 1936, pocos meses después de regresar de su viaje a España, a las tres y media de la tarde, cuando contaba ya 38 años de edad, se casa con Delia Díaz Vélez, de 21 años e hija de militar. La ceremonia religiosa tuvo lugar en Buenos Aires, en la parroquia de la Inmaculada Concepción, en el barrio de Belgrano, y actuaron como testigos la madre de la novia y el dramaturgo Alberto Novión, que fallecería al año siguiente. En la inscripción del Registro Civil, sin embargo, constan como testigos Domingo Parra, periodista y dramaturgo como el novio, Eugenio Rey Sotelo, dueño por entonces del Teatro Cómico, y Vicente Domanico, cuñado de la novia. En el momento de la boda Delia estaba embarazada, puesto que el primer hijo de la pareja, Pablo Alberto, nace el 16 de diciembre de ese mismo año. En 1938 tendrán una niña a la que pusieron el nombre de la madre. "Ya están mis sienes / blanqueando y ahora gusto el goce pleno / de renunciar a tanto desenfreno / por los hijos, por ti dichosos bienes", le cantará Suero a Delia en "Agonía de un mundo", su último libro de poemas.

Ese intenso año de 1936 todavía traerá otro sobresalto a la vida de Pablo Suero. La joven actriz Eva Duarte, a la que había conocido en noviembre de 1935, durante la puesta en escena de "Madame Sans Gene", obra de Victorien Sardou y Émile Moreau que tradujo y dirigió en el Teatro Cómico, fue contratada como parte del elenco de su compañía teatral para poner en escena "Las inocentes", de Lillian Hellman, en diciembre de 1936. Con esa obra salieron de gira hasta Montevideo, pero parece que aquella joven actriz, que llegaría a flamante primera dama de la nación con el nombre de Eva Perón, no dejó muy contento a Suero con el trabajo que realizó, pues al regresar de Uruguay o bien la despidió o sencillamente el recorrido de la obra se agotó. El idilio extramatrimonial de Pablo Suero con Evita queda de momento para el chismorreo y la novela (Marco Aguinis, Reina Roffé o Santiago Roncagliolo se han hecho eco de él), pero el runrún deja caer que nuestro protagonista y Evita fueron amantes y que su relación acabó con cajas destempladas porque él estaba casado.

Pablo Suero murió cuando disfrutaba su mejor momento. Había conseguido el ansiado puesto gubernamental por el que tuvo que suplicar y mover muchos hilos, como se deduce de una carta dirigida al escritor Enrique Larreta, con fecha de 25 de abril de 1939, en la que le pide ayuda:

"Querido maestro y amigo:

[?] Quiero insistir ante usted para algo que es para mí muy esencial. El puesto, que pedido por usted al presidente Ortiz o al general Justo, tengo la seguridad de que me sería concedido. Ambos me conocen. [?] Hace 24 años -desde los 16- que hago periodismo, que trabajo como mejor puedo por la cultura del país. Un puesto digno y si fuera posible, un puesto desde el cual pudiera servir de algún modo con mis aptitudes, me libraría de momentos como éste que me ha obligado a acudir a usted. No quiero, don Enrique, hacer depender el pan de mis hijos de esta cosa inestable que es aquí periodismo y teatro. Teniendo una base en un puesto, mi labor periodística y teatral ganarán". (Carta conservada en la Biblioteca del Museo de Arte Español Enrique Larreta, Buenos Aires).

El periodista uruguayo Roberto Tálice, que trabajó en el diario "Crítica" desde 1927, describió pormenorizadamente en el libro "100.000 ejemplares por hora" la muerte de Pablo Suero, que fue para él maestro y amigo. Hacia 1942, el político Vicente Solano Lima, seguramente porque las apremiantes peticiones de Suero a Enrique Larreta surtieron efecto, lo nombró director de Prensa y Radiodifusión de la Provincia de Buenos Aires. Este cargo implicaba, por disposición gubernamental, vivir en La Plata, alejado del tumulto de Buenos Aires. Y a Pablo Suero, amante del juego y de la noche, le gustaba trasladarse de vez en cuando a Mar de Plata para descansar de las obligaciones oficiales y correrse una buena juerga, con ruleta y bebidas en abundancia. Un fin de semana de principios del año 1943, Suero y su amigo Juan Andrés Cuello Freyre salieron en coche hacia Mar de Plata. Invitaron a Roberto Tálice, al que Suero se había llevado a trabajar con él, pero éste se bajó del vehículo en el último momento. Según Tálice, el coche lo conducía su chófer, llamado Boer, buen profesional y abstemio, cuando de regreso del fin de semana de jarana a La Plata, acompañados por las primeras luces del alba, al chófer lo traicionó el sueño y el coche se estrelló contra el pretil de un puente, quedando convertido en un amasijo de hierros con forma de acordeón. Boer murió instantáneamente al incrustársele el volante en el pecho. A Pablo Suero y a Cuello Freyre los trasladaron al hospital. Cuello Freyre quedaría parcialmente inutilizado para el resto de su vida. Pablo Suero moría el miércoles día 3 de febrero de 1943. Tálice afirma haberlo visto entrar agónico pero todavía con vida en la clínica Haedo. Y así lo confirman el acta de defunción expedida en la localidad de Haedo y las necrológicas publicadas en la prensa: "Dejó de existir Pablo Suero", rezaba el vespertino "Noticias Gráficas" ese mismo 3 de febrero. Y proporciona la hora: "hoy a las 4" (el acta de defunción dice "a las cuatro y treinta horas"). Además aclara que el accidente se produjo en Maipú, localidad que se encuentra entre La Plata y Mar de Plata, y que Pablo Suero estuvo un tiempo en el hospital, pues dice que murió tras el accidente automovilístico "registrado días pasados". Al día siguiente, es decir, el jueves 4 de febrero de 1943, se podía leer la noticia del luctuoso acontecimiento en el diario "Crítica": "Pablo Suero dejó de existir ayer" y "Desaparece con Pablo Suero un agudo periodista y un culto espíritu". Por las redacciones de ambos periódicos había pasado el fallecido.

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