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La pulmonía

Una neumonía simple como la que recientemente sufrió Hillary Clinton es la undécima causa de muerte en España, donde fallecen al año 8.000 personas

La pulmonía

Los evolucionistas nos dicen que aves y mamíferos procedemos del mar. Allí nuestros ancestros obtenían el oxígeno a través de las branquias, esos órganos muy vascularizados por los que discurre el agua permanentemente. Llegan a atrapar hasta el 80% del oxígeno disuelto y mediante canalículos lo transportan a las células donde, como en las nuestras, sirve de comburente para que los alimentos ardan. Así obtenemos la energía almacenada en las grasas, los hidratos de carbono y las proteínas. No sé si los peces son también capaces de metabolizar el alcohol, nosotros sí, una fuente rica de energía. Al fin y al cabo no es más que azúcar trasformada, fermentada. La conquista de la tierra estuvo sujeta a la aparición de un receptáculo para el aire. Todo hace pensar que se aprovechó la vejiga natatoria. Una cadena de accidentes en la reproducción del ADN hizo que se convirtiera en pulmones, un proceso nada fácil. Allí se intercambian el oxígeno del aire respirado y el CO2 producto de la combustión. Desde los pulmones llega la sangre cargada de ese desecho que recoge en las células y lo deposita en los alvéolos pulmonares. El oxígeno disuelto en el aire, un 20%, atraviesa la membrana del alvéolo para alcanzar la sangre, donde oxida el hierro que está incrustado en la hemoglobina. Ahora el torrente circulatorio lo lleva en los hematíes hasta las células donde lo inyecta para producir la combustión. Cuando una ve un pulmón, una masa sanguinolenta, viscosa y elástica, no se puede imaginar que allí hay millones de alvéolos, que extendidos ocupan más de 100 m2. Además, su privilegiada posición dentro del sistema cardiorrespiratorio fue una oportunidad para que adquiriera otras funciones, especialmente la de la regulación de la presión arterial. De la vejiga natatoria a ese órgano tan complicado. Pero su contacto con el medio ambiente lo convierte en relativamente frágil. La lista de enfermedades del aparato respiratorio es larga. Esa exposición, a veces exacerbada por una conducta de riesgo, le ha hecho víctima del cáncer y de la enfermedad obstructiva crónica, dos enfermedades entre las más frecuentes y más graves. No menos importante es la pulmonía, que si bien desde la aparición de los antibióticos su mortalidad se ha reducido, la amenaza sigue ahí, sobre todo debido a la llegada de especies microbianas nuevas y las resistencias de las viejas. En conjunto, las enfermedades del aparato respiratorio constituyen el 11% de todas las muertes, la tercera causa después de las circulatorias y el cáncer.

La neumonía ha sido noticia porque la señora Clinton la ha padecido justo cuando se celebraba el homenaje a las víctimas del 11 de setiembre. La salud de los políticos es un tema de discusión en los Estados Unidos, un país que prefiere juzgar a sus mandatarios por aquello que puede entender, lo que es común a su vida cotidiana, que por sus posturas ante grandes temas. Quiere depositar su confianza en quién lo haría si fuera un conocido. Por eso los asunto de su vida más íntima, como la salud, son importantes. Sin embargo, en Francia, esas cosas son privadas. Recordemos que Miterrand ocultó que padecía cáncer de próstata avanzado y que desde hacia muchos años mantenía una relación estable extramatrimonial. Pocos le reprocharon esas reservas.

Los pulmones, resumidamente, pueden sufrir dos tipos de infecciones, las que afectan a los bronquios, las bronquitis, y las que sufren los alvéolos, las pulmonías. En esos sacos donde bacterias, virus u hongos logran reproducirse, se establece una batalla: las células que se encargan de la defensa contra lo extraño y peligroso se rearman y llegan en tropel para atacar con diferentes estrategias a los invasores. Se produce el pus, que llena los alvéolos, de manera que el oxígeno no puede llegar a la sangre, a la vez se segregan sustancias, unas pirógenas, otras inflamatorias. De manera que el sujeto tiene fiebre, tos, que facilita la expulsión del moco y pus transportado por los cilios, dolor local y puede tener fatiga. En general, con antibióticos se cura si es bacteriana, también se suele tratar así si se sospecha que es vírica para evitar sobreinfecciones, y no hace falta hospitalizar.

Pero en algunos casos puede ser grave e incluso mortal. Mata a unas 8.000 personas al año en España, la causa número 11. La primera sigue siendo infarto de miocardio, la segunda ictus y la tercera cáncer de pulmón.

Que una neumonía simple, la denominamos de comunidad porque allí se adquiere y allí se trata y cura, como la que sufrió Hillary Clinton, haya tenido esa repercusión mediática se justifica en parte por su edad. Está cerca de los 70 años y sabemos que cualquier enfermedad infecciosa a esa edad puede ser más peligrosa. De ahí la recomendación de vacuna contra la gripe y en algunos ámbitos y circunstancias contra la neumococo, especialmente a los mayores residentes en instituciones y a las personas con bajas defensas.

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