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"2001", la odisea de Kubrick que se adelantó a su tiempo

El cineasta supo usar el poderío técnico de Hollywood para hacer una obra única e irrepetible, con un empleo extraordinario de la elipsis narrativa y el sonido

"2001", la odisea de Kubrick que se adelantó a su tiempo

Se cumple ya medio siglo del estreno de 2001: Una odisea del espacio, la tan celebérrima como controvertida película de Stanley Kubrick, que terminó por encumbrar su figura entre la cinefilia mundial. Tras su realización, su responsable entró definitivamente en el Olimpo destinado a los grandes cineastas del momento y de la Historia, espaciando cada vez más sus posteriores proyectos y desmarcándose de forma creciente de todos los demás creadores en activo por entonces.

En 1968 los viejos estudios de Hollywood atravesaban una época particularmente convulsa, convertidos ya, o a punto de hacerlo, en conglomerados empresariales de entretenimiento masivo para un público cada vez más joven. Es el caso de Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), casa productora de 2001, que fue comprada al año siguiente de estrenarse la película por el empresario inmobiliario Kirk Kerkorian, también inversor en la industria del automóvil y en el negocio de los casinos de Las Vegas. Pero aquella era también una época en la que, parafraseando el título del libro de Joseph Gelmis, el director era la estrella. Y tras el inesperado éxito comercial de películas de autor como Blow-Up ( Michelangelo Antonioni, 1966), producida por Carlo Ponti también para la MGM, nombres como los de Federico Fellini, Luis Buñuel, Ingmar Bergman y François Truffaut consiguieron no solamente seducir a la crítica a nivel internacional, sino también llenar las salas de cine, algo que resulta completamente impensable desde una perspectiva contemporánea.

Es interesante también recordar el dato de que los efectos visuales de 2001 le valieron a Kubrick el único "Oscar" de su carrera. La Academia estadounidense tuvo a bien valorar las asombrosas innovaciones técnicas de la película, que la industria trataría de imitar/absorber en lo venidero, y que anticiparon el futuro culto a la espectacularidad de los trucajes visuales, aplicados a otras sagas espaciales y, en general, a buena parte del posterior cine de consumo. El trabajo de Kubrick revoluciona y moderniza de golpe los planteamientos visuales, por lo general mucho más naíf, empleados durante décadas en el cine de ciencia ficción de vocación popular. Pero lo más fascinante, lo que hace tan especial el caso de 2001, es que el extremado rigor científico de sus imágenes, unido a la ambición artística de su responsable, también la sitúan en una posición privilegiada en el panorama de cine de autor e incluso la acercan a los planteamientos de ciertos creadores de carácter vanguardista y experimental.

Merece la pena detenerse en la mencionada figura de Fellini, que por aquel entonces ya había rodado (1963). A partir de esta pieza, su cine comienza a mostrarse como explícitamente auto-consciente, evolucionando desde el apego a la realidad social de sus primeros trabajos hacia propuestas cuyos anclajes comienzan y terminan en su propia figura, para lo cual se rodea de colaboradores como Tonino Guerra, guionista de Blow-Up, entre otras muchas obras maestras del cine de autor europeo. En 1969 Fellini estrena su adaptación de El Satiricón, y la comparación de este trabajo, que el director italiano calificó como "un filme de ciencia ficción" con 2001 resulta fructífera, pues ambos dejan entrever un particular escepticismo hacia el mundo contemporáneo, canalizado a través del retrato deforme y excesivo del pasado en el caso de Fellini, y manifestado en el de Kubrick en sentido inverso, proyectando dicho escepticismo hacia el futuro desarrollo tecnológico de la Humanidad.

Inevitablemente, y aunque Kubrick se aisló en Inglaterra para concebir y rodar la película, su trabajo no es impermeable a los movimientos contraculturales que bullían en el ambiente a finales de la década de los sesenta. En ese sentido cabe destacar la archifamosa, y aún hoy impactante, secuencia de la Puerta Estelar, creada por Douglas Trumbull mediante una cámara Slit-Scan modificada. A través de este complejo dispositivo, Trumbull convirtió una serie de imágenes de distintas procedencias, desde pinturas pop art hasta diagramas electrónicos o láminas de arquitectura, en espectaculares e hipnóticos flujos de luces. Ello contribuyó decisivamente al éxito de la película en tanto las salas se llenaron de espectadores dispuestos a "viajar" con dicha secuencia, en ocasiones con ayuda de alguna que otra sustancia alucinógena. De hecho, tras unas primeras reacciones adversas que hicieron dudar del éxito de la película en taquilla, su andadura comercial despegó cuando la campaña promocional comenzó a explotar esta vertiente lisérgica incluyendo en los afiches el lema "The ultimate trip" ("El último viaje").

De todos es sabida la importancia de la fotografía en las obras de Kubrick, intrínseca a su formación como reportero gráfico para la revista "Look", y aspecto que determinó sustancialmente la gestación de 2001. Es también una influencia conocida la del cine de vanguardia canadiense, con figuras como Arthur Lipsett, a quien Kubrick idolatró hasta el punto de pedirle que elaborase un tráiler para su película ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (1964), oferta que Lipsett rechazó. Su emblemática pieza Very Nice, Very Nice (Lipsett, 1961) fue concebida a partir de material encontrado y transformado en un collage visual, una acelerada sucesión de imágenes que, en siete minutos, transmite un azoramiento intemporal. Y de algún modo, quizá también se podría afirmar sobre 2001 que nos hallamos ante un monumental foto-collage, articulado en un movimiento perfectamente coreografiado.

En 2001, el poderío técnico de una industria en pleno proceso de transformación se puso a las órdenes de una mirada autoral elevada a su más ambicioso exponente. El resultado es una pieza única, deslumbrante e irrepetible, que aún hoy muestra un uso extraordinario, sin duda adelantado a su tiempo, tanto del sonido como de las elipsis narrativas. Una obra maestra a la que volver una y otra vez, y que en 2018 se nos antoja aún inagotable en sus múltiples lecturas.

Alejandro Díaz Castaño

Director del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX) y coautor del libro "El universo de 2001: Una odisea del espacio" (ed. Arkadin, 2014). El presente texto contiene extractos del artículo "2001 en el cine de su época (y más allá)", co-escrito por el autor junto a Silvia Álvarez Mena para ese volumen.

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