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Álvaro Ruiz de la Peña | Profesor jubilado de la Universidad de Oviedo

"Me prohibieron dar clase en institutos y hacer oposiciones"

"Me trincaron en la manifestación del Vietnam en el 68 y me quitaron la prórroga de estudios y el certificado de buena conducta"

Álvaro Ruiz de la Peña, a la izquierda, y Toño Mazón, jugadores de Muebles Villanueva, en un partido de la temporada 1963-64 en el que su equipo ganó 1-2 al Guillén Lafuerza.

Habla con cierta resignación de la educación, de la docencia a la que ha dedicado su vida. Se le nota mucha más pasión cuando se trata de comentar su tarea de investigador y aún más si habla de ciclismo. Álvaro Ruiz de la Peña Solar (Oviedo, 1945) es profesor jubilado de la Universidad de Oviedo. Dirigió el Instituto Feijoo de estudios del siglo XVIII tras la muerte de su añorado José Miguel Caso. Ovetense de la calle Gascona, ya casi no pasea por una ciudad en la que ya le faltan demasiados amigos. Trabaja en su autobiografía, pero su gran empeño es ver en el teatro Campoamor la zarzuela "Los Corales", escrita por su padre con texto de Eladio Verde y que se estrenó en 1940. Una intensa vida de lucha contra el franquismo, es de los que dicen "El Partido" para referirse al PCE. Le detuvieron "dos o tres veces", pero nunca llevó palos de los de la brigada político social. Aquella militancia le costó la prohibición de dar clase. Desde la crisis de los comunistas asturianos en Perlora se fue desvinculando poco a poco de la política.

Familia religiosa y musical

"Nací en la calle Gascona, frente a la estación del Vasco, en 1945. Éramos tres hermanos, Juan Luis, Juan Ignacio y yo. Mi padre, Luis Ruiz de la Peña, era músico. En realidad era funcionario municipal, pero su actividad se centraba en la música. Desde bien joven, estudió con mi tío Ignacio, que era el organista de la Catedral. A los 12 años empezó a tocar por ahí. Ya muy joven sustituyó a Galo Borbolla en la dirección del Orfeón Ovetense y desde 1927 lo dirigió hasta la Guerra Civil, cuando se disolvió la formación. La recompuso en el 45 y tuvieron unos diez años de actividad. Se dedicó toda la vida al folclore y la polifonía asturiana, tiene muchas obras de ambiente asturiano y dos zarzuelas. "Los Corales" y "La Trainera". Estoy intentando "poner en valor", como se dice ahora, "Los Corales". Es mi empeño, quiero que se vuelva a estrenar en Oviedo, pero montar una zarzuela es tela. Se representó en los años 40. En 1941 en Gijón en el teatro Campos Elíseos, de lo que yo deduzco que tuvo que estrenarse antes en Oviedo, en el teatro Principado. Estoy entregado a esa cuestión. Está escrita en asturiano. Es la primera gran zarzuela de ambiente asturiano escrita en asturiano por un letrista que era muy famoso en la época, Eladio Verde".

El prao "Patones" y el Loyola

"La zona en la que vivíamos era agroindustrial. Estaba el ferrocarril del Vasco con la estación enfrente de casa y todos los terrenos que estaban hacia la zona de Gijón eran todo praos en los que jugábamos al fútbol durante 4 o 5 horas seguidas. Jugábamos en el prao "Patones". Era todo semirrural, lo único que había era el cuartel del Milán. Estudié en el Loyola desde tercero. Primero y segundo lo hice en el Hispania, que era donde habían estudiado mis dos hermanos. En tercero mi padre decidió cambiarme. Yo no era un gran estudiante y el Hispania era bastante relajado y daba la impresión de que yo necesitaba un poco más de disciplina. En el Loyola estuve gasta Preu (preuniversitario) con compañeros como Víctor Botas, Rodrigo Vázquez Prada, José Luis Fernández del Viso o Jorge Jardón. Yo era negado en ciencias. Tenía un profesor de Matemáticas que era de una violencia extrema y aquello me aterrorizaba. Así que en Matemáticas fui un alumno nefasto, cosa de la que me arrepiento".

Entre Derecho y Filosofía y Letras

"En Preu había leído mucho, prácticamente a toda la generación del 98, todo el 27 novela rusa, novela francesa y lo tuve muy claro. La mayor parte de mis compañeros se fueron todos a Derecho, pero a mí no me interesaba nada así que me fui a Filosofía y Letras. En la Universidad pagué las consecuencias de hacer un mal Bachillerato. En la Facultad me costó muchísimo adaptarme a asignaturas como filosofía, que daba Gustavo Bueno, o griego, que fue un problema en toda la carrera. Bueno era un profesor extraordinario, un tipo que te estimulaba muchísimo. Sus clases eran entretenidísimas, con un discurso lleno de excursiones a otras materias, nos tenía siempre en vilo, era muy imaginativo, muy creativo. En el primer curso nos dio Lógica Matemática, que era pura matemática. No sé cómo logré aprobar aquello. En segundo era Historia de la Filosofía y nos abrió la cabeza. Gustavo Bueno nos puso frente a un espejo de realidades completamente distintas y que nos sirvieron como sedimento fundamental para después poder organizarte la vida".

El viaje a Francia con "Pinfi"

"Cuando acabamos el primer año de carrera me llamó un compañero, Gonzalo Sancho, "Pinfi". Estaba trabajando en Burdeos. Él iba allí en verano para ganar dinero y pagarse los estudios. Me llamó a Oviedo y me dijo que me fuese inmediatamente para allí, que había trabajo, y fui. Estuvimos trabajando mes y medio en el bacalao, era un trabajo infame. Nos levantábamos a las cinco de la mañana, íbamos hasta la Garona, hasta el río, nos metían en la sentina de una bacaladera y teníamos que arrancar el bacalao que venía prensado en trozos de hielo con una faca, una hoz. Nos daban unos guantes que a los 15 minutos estaban completamente inservibles, con los dedos llenos de sangre..., un desastre. Trabajábamos de seis de la mañana hasta las tres de la tarde con una hora para comer un bocadillo. Un trabajo inhumano, pero estaba muy bien pagado. Yo fui más por la experiencia y por saber en qué condiciones estaba la gente que iba a trabajar a Francia o Alemania. Aquello estaba lleno de españoles y portugueses. Estábamos en una pensión de exiliados españoles al lado de la Facultad de Medicina. Como los sanitarios de la pensión eran un espanto, me hice amigo del conserje de la Facultad de Medicina, un exiliado español, e iba a ducharme a la Facultad, era verano y no había estudiantes. Me cogió mucho cariño porque sentía mucho afecto por los asturianos de la Guerra Civil. Era una gloria poder ducharme con jabón. Llegó un día que le dije a Gonzalo que no me levantaba más, que no volvía allí. Tenía dolores de espalda y los dedos completamente agrietados. Con el dinero que habíamos recaudado, que era bastante, hicimos un tour en autostop por toda Francia. Subimos hasta Normandía. Yo tenía mucha ilusión por ver la playa de Omaha, y volvimos a bajar. A la vuelta Gonzalo volvió en tren porque era hijo de ferroviario y le salía gratis. Yo vine desde Barcelona en un tráiler que pasaba por Guadalajara, tardamos seis días en llegar a Oviedo, una aventura terrible. Cuando llegué a casa mi padre no me reconocía. Yo era un tío delgado, pero había adelgazado más y estaba en los huesos. La mayor lección de aquello es que volví a casa con una gana de estudiar terrible. Comprobé que la vida de los emigrantes españoles era durísima, lo que me hace pensar ahora qué pronto nos olvidamos de lo que somos y de lo que fuimos. La vida que hacían los españoles de los años 50 la hacen ahora los subsaharianos. Aquello fue una lección estupenda. No lo olvidaré jamás en la vida".

La actividad política

"Empecé en política por esos años, en primero de carrera. Yo venía de una familia conservadora, gente de orden, de derechas. En la Facultad empezamos a leer. En aquellas facultades lo que hacías fuera de clase tenía tanto valor como lo que aprendías en clase. Aprendíamos mucho más con las lecturas que con las clases. Había mucho cine fórum, mucho debate, estaba todo muy politizado. En primero fui conociendo a gente y teníamos una tertulia en el bar Azul, en la calle San Francisco. Era una tertulia tremendamente politizada. En el bar había un altillo donde nos reuníamos. Estaban José Ignacio Gracia Noriega, José Luis Roca, José Miguel Novo, Gabriel Santullano, Alfredo y Carmen Mourenza. Algunos ya estaban en el PCE, yo tardé más en entrar. Nos visitaron un par de veces los Guerrilleros de Cristo Rey, uno de ellos, el hijo del gobernador Civil Mateu de Ros. Se portaron de una manera no muy agresiva, fueron a cambiar ideas, y las ideas que se cambiaron fueron normales. Intentaban sacar información, pero sacaron poco. Teníamos cantidad de papeles en una lavadora en el piso de arriba en la que metíamos toda la propaganda, los "mundos obreros" y otras cosas. Yo era un compañero de viaje, no militaba. Había sido delegado de curso y me habían trincado en la manifestación del Vietnam. Aquello me supuso muchos problemas, me quitaron la prorroga de estudios y el certificado de buena conducta. No pude ir a Monte la Reina a hacer las milicias universitarias, tuve que ir a León. Cuando mis compañeros hacían quinto de carrera yo me tuve que ir a León, en septiembre del 68, a hacer 15 meses de mili en los que no pude estudiar, así que acabé la carrera en la convocatoria extraordinaria de febrero de 1970. Aquellos años de Universidad fueron muy movidos. Había muchas huelgas, pocas manifestaciones, pero sí encierros en la Facultad. La detención de cualquier compañero era motivo de protesta para dejar de ir a clase. Íbamos a asambleas a Madrid. Conocía a todos los líderes estudiantiles de España. De aquellas asambleas salió la primera generación de políticos del Régimen del 78, como se dice ahora".

La prohibición de dar clase

"Mi primer trabajo fue Salas. Yo en teoría no podía dar clase en un instituto, pero me llamaron y fui. De aquella se estaban creando muchos institutos nuevos y te llamaban de los sitios. Estuve un año en Salas, que lo pasé muy bien pero teníamos broncas continuas con el director, que era además el alcalde. Yo creo que ese tío informó mal de mí y como no tenía certificado de buena conducta me retiraron la docencia. Al año siguiente pude ir a Avilés. No sé de qué manera, creo que influyó mucho Santiago Melón, que era secretario del instituto y habló con el director y le explicó mis circunstancias. La Administración se dio cuenta y me suspendieron. Ya no pude volver a un instituto. Ya militaba en el PCE, pero no le constaba a la Policía para nada. Nunca me detuvieron por pertenecer al PCE. Sí que me detuvieron dos o tres veces y tengo que decir que no me trataron mal. En una de ellas el comisario Claudio Ramos me dijo qué vergüenza, que cómo se me ocurría meterme en aquellos follones siendo de una familia católica, de una familia de orden. Pero ni me tocó. Sé de otros a los que les cayeron unas buenas hostias, pero a mí no me tocaron".

La llamada de la Universidad

"Con aquello se me cerró la posibilidad de dar clase en algún instituto, pero paradójicamente me salvó la vida. Me llamó José Miguel Caso, que era catedrático de Literatura y conocía mi situación. Yo había sido alumno suyo en la carrera y me ofreció entrar en el Instituto de Estudios del Siglo XVIII. Era 1973, me acababa de casar y no tenía trabajo, así que la llamada de Caso fue providencial. No tenía posibilidad de hacer nada, no me podía presentar a oposiciones. O me marchaba a Francia o aquí no tenía nada que rascar. En la Universidad no exigían el certificado de buena conducta, era una isla administrativamente. Se regían por otras cuestiones. Fui a la Universidad encantado de la vida cobrando una miseria los dos primeros años y cuando pude promocionar lo hice. Empecé con investigación de base, ordenando ficheros, vaciando revistas. A partir de ahí empezó la promoción, hice la tesina, la tesis, fui publicando cosas. Hasta que saqué la plaza en propiedad y ya no hubo ningún problema hasta la jubilación".

Segunda entrega, mañana, lunes:

"En el golpe de Estado de Tejero vi a los Defensores hacer listas negras"

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