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¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?

"Buscando a Alaska" no evita algunos tópicos de las historias de adolescentes en colegios elitistas, pero entretiene y logra algunos momentos de emoción verdadera

Kristine Froseth.

¿Una miniserie protagonizada por adolescentes en la que se cita a Ibsen? Un punto a su favor para concederle una oportunidad. Está basada en una novela de John Green, cuya laboriosa habilidad para mezclar romance, drama y relato iniciático inspiró películas como "Bajo la misma estrella" y "Ciudades de papel", muy eficaces en su terreno movedizo. Buscando a Alaska, que emite HBO, mejora los resultados finales, alejándose tanto de las tentaciones más sensibleras como de la adecuación de sus protagonistas a estereotipos manoseados. Le falta más vigor narrativo y le sobran apuntes obvios sobre convivencia en las aulas que nos sabemos de memoria, pero en su conjunto es amena, inteligente y a veces inspirada. Tiene un punto de partida inequívocamente literario, o libresco: su protagonista, que no es un adolescente estrictamente atormentado aunque no le falten problemas, colecciona últimas palabras. ¿Qué dijeron al morir personajes como Rabelais, Kennedy o James Dean? Una curiosidad fúnebre que le convierte en un bicho raro para unos compañeros que no entienden las razones de semejante erudición.

Es una buena forma de empezar a dibujar la personalidad de un chaval que, como no podía ser de otra forma, encuentra pronto amistad en otro estudiante que tampoco circula por lugares convencionales. Y, sobre todo, encuentra a Alaska: una muchacha que rompe moldes y no acepta las reglas. Capaz de enseñar sexo oral a una pareja ignorante con gracia, incapaz de adaptarse a las normas de una sociedad que no entiende a personas así. La serie se mueve por impulsos: alterna escenas picantes con otras a punto de caramelo romántico, presenta a personajes ariscos, como cierto profesor de actitud altamente insultante o algunos compañeros matones, y ofrece momentos de curiosa tensión como la humillación brutal en un río. Sabemos desde el principio que hay una tragedia con muchos interrogantes abiertos que no se cerrarán hasta el final en un último capítulo que deja buen sabor de boca. Agridulce en su intento por buscar el lado positivo a la tragedia para que el poso final (muy en la línea de Green) refleje luces y sombras.

No es "Elite", por fortuna. Tampoco "El club de los poetas muertos". Es una pena que la plasmación de las desigualdades sociales que subyace en la historia sea superficial e insuficiente, y seguramente hubiera ganado en ritmo y amenidad si tuviera un par de capítulos menos, pero el resultado merece la pena, gracias especialmente a un reparto convincente en sus papeles principales. (algunos secundarios flojean que da disgusto). Charlie Plummer es creíble en su vulnerable atrevimiento, y Kristine Froseth es todo un acierto: qué bien muestra valor, sensibilidad, ternura y fatalismo. Cómo no echarla de menos.

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