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El circo trumpista deja la ciudad

Asturianos en EE UU y estadounidenses en Asturias reciben a Biden con la esperanza de un retorno a la normalidad, pero con el temor de que Trump haya sido solo el síntoma de una enfermedad que seguirá

trump

Montones de cajas desparramadas aguardaban por camiones de mudanzas esta semana frente a una de las entradas del 1600 de la avenida Pensilvania de Washington D.C., la calle que conecta la Casa Blanca y el Capitolio. Las pertenencias de Donald Trump (45.º presidente de los Estados Unidos), emprenden viaje de vuelta a Nueva York, casi a la vez que el país iniciará el 20 de enero otro periplo, esta vez de regreso a la tranquilidad perdida desde 2017. La familia Trump desaloja la Casa Blanca, y Estados Unidos quiere olvidar escenas bochornosas como la del asalto al Capitolio del día de Reyes, un suceso difícil de digerir en el país que hasta ahora se ha visto a sí mismo “invencible”. “One nation under God”, dice el Juramento a la bandera escrito en 1892 por el socialista Francis Bellamy para una revista juvenil, con motivo del IV Centenario del descubrimiento de América.

El miércoles Joseph (Joe) Biden jurará su cargo frente al Capitolio, sobre la Biblia de Lincoln. Le acompañarán, como manda la tradición, todos los expresidentes vivos... todos menos Trump, que, en un gesto sin precedentes, no dará el relevo a su sucesor. En la tierra de la libertad la tensión se siente en el ambiente y el radicalismo brota donde antes había posturas equilibradas. Los americanos pierden el centro y Biden, segundo presidente católico desde John F. Kennedy, un moderado en las filas demócratas, tiene ante sí la tarea de recuperarlo.

Arriba, de izquierda a derecha, Alejandro Villa, Almudena Fernández de Arriaga y Cándido Gude. En la fila central en el mismo orden, Mónica Dixon, Juan Fueyo y Amanda Perri. En la última fila, de izquierda a derecha, Rafael Cores, Eliana Álvarez Martínez y Javier Vallaure de Acha.

Asturianos en América y americanos en Asturias viven con diferentes sensaciones un momento histórico, no exento de temor ante lo que pueda pasar el 20E en una ceremonia amenizada por Lady Gaga y Jennifer Lopez, entre otras celebridades. “Franz Kafka, el influyente escritor checo, ha dejado escrito que ‘en tu lucha contra el resto del mundo, te aconsejo que te pongas del lado del resto del mundo’. El todavía presidente Trump parece que no ha escuchado esta elemental reflexión. El mandatario saliente deja en herencia a su sucesor, Joe Biden, una carpeta trufada de asuntos variados y complejos que deberá enderezar y resolver”. Lo dice el embajador Javier Vallaure, excónsul general de España en Florida y en Los Ángeles, gran conocedor de la realidad política estadounidense. Vallaure considera que el electo presidente demócrata tendrá que lidiar con dos frentes agrietados y divididos en la política interna y en la externa. “Tendrá que recuperar credibilidad, generar confianza y mostrar liderazgo para devolver a esa gran nación todo su esplendor. “Biden ha transmitido una primera esperanzadora señal cuando ha declarado que ‘no hay tiempo que perder”, indica Vallaure. El periodista gijonés Rafael Cores, que trabaja en Nueva York para Impremedia, empresa editora del “El Diario de Nueva York” y “La Opinión de los Ángeles”, entre otros medios, considera que lo que viene es una incógnita. “El país está muy dividido. Están ganando mucha fuerza los extremos. Hasta ahora no había tanta diferencia entre las políticas del bloque Demócrata y el Republicano, ahora sí”, asegura.

“Esto es una locura. Estaba claro que se iba a montar. Me hubiese gustado Bernie Sanders, pero Biden es encantador y se buscaba una persona que uniese a la gente”

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“Entramos en cuatro años que van a ser muy inestables, con una situación económica complicada. Biden ha tenido suerte en tener el control de las dos cámaras, podrá sacar algunas políticas adelante. Viene una época interesante y complicada. Trump ha hecho un daño muy profundo al país”, estima Cores. Le resulta difícil, casi imposible, encontrar algún elemento positivo en la presidencia que termina entre acusaciones de fraude y la posibilidad de un “impeachment”.

Al otro lado del país, en California, uno de los estados demócratas por excelencia, Amanda Perri, planificadora de demanda en una empresa de belleza, neoyorquina de padres asturianos, está plenamente a favor de despojar a Trump de la presidencia. “Nos da miedo que haya disturbios el miércoles. Los estados ‘azules’, queremos que todo vuelva a la normalidad, con tranquilidad y armonía. Queremos volver a unir el país”, señala, sin olvidarse de proclamar su admiración por Kamala Harris, futura vicepresidenta, y senadora por California. “Kamala trae diversidad y eso me gusta”. A Cándido Gude, químico, criado en Avilés, responsable de los laboratorios de Química General en la Universidad Fordham, bastión académico de los jesuitas en Nueva York, donde estudió Trump, y residente en Staten Island (Nueva York), lo que no le gusta nada es la situación que presenta el país. “Les echo la culpa a los republicanos; cuando tenían que haber actuado miraron para otro lado. El presidente debería ser juzgado por alta traición. Es un narcisista. Vive en un mundo irreal y no puede aceptar haber perdido”. Gude, con una amplia trayectoria en industrias farmacéuticas, critica la gestión de la pandemia. “Biden se va a encontrar con un congreso muy dividido. Hemos dado marcha atrás cien años en racismo y a la división”, recalca.

bandera usa

La pintora Mónica Dixon, de New Jersey, analiza la situación desde Oviedo y califica la situación de “surrealista”. Tampoco le sorprenden las reacciones de Trump y sus seguidores. “Con Biden muchas cosas tampoco van a cambiar. El partido Demócrata no es de izquierdas y Biden está a la derecha. En un país capitalista como Estados Unidos la izquierda y el comunismo no tienen cabida”. La artista sí tiene esperanzas de cambio en política climática y en relaciones exteriores. La cineasta Eliana Álvarez, llanisca criada en Gijón, residente en Nueva York, confiesa que lleva desde el pasado día 6 encerrada en casa trabajando, con las noticias puestas. “Esto es una locura. Estaba claro que se iba a montar. Me hubiese gustado Bernie Sanders, pero Biden es encantador y se buscaba una persona que uniese a la gente”, asegura. “El problema es que Trump domina el partido y si los republicanos rompen con él van a perder muchísimos seguidores. Ya hablan de crear un tercer partido con un león como lema”, explica la directora de cine, que vive estos días como si de una película se tratase. Para Alejandro Villa Allande, nacido en Sama de Langreo, exprofesor en Wisconsin, Wyoming y Florida, la legislatura que acaba ha sido una serie de terror. “El país, con una tradición democrática de más de dos siglos, sigue aferrado a las tradiciones que lo vieron nacer. No tiene ningún sentido. La máxima democrática ‘una persona, un voto y todos los votos iguales’ no se cumple. Un candidato podría ganar las elecciones con muchos menos votos populares que su rival. Esto ha ocurrido ya, y ha estado a punto de pasar en noviembre: Biden, con más de siete millones de votos de ventaja, ha estado a punto de ser derrotado por el impresentable Donald Trump. Es, por lo tanto, necesaria una reforma drástica de este anticuado sistema”, promulga Villa.

"Biden tendrá que hacer un esfuerzo para controlar a los radicales de su partido incluyendo Alexandria Ocasio-Cortez"

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“Casi me avergüenza decirlo, pero he viajado treinta y cinco veces a los Estados Unidos, he vivido allí dieciséis años, en tres etapas diferentes, en tres estados muy diferentes entre sí. El norteamericano medio se sorprende si se le hace ver que su país no es el número uno del mundo en muchos aspectos, desde la renta per cápita, el bienestar colectivo, la esperanza de vida y la atención sanitaria”. De eso sabe bastante el neurólogo ovetense Juan Fueyo, afincado en Estados Unidos desde hace 25 años, investigador y profesor en el Departamento de Neurooncología del MD Anderson Cancer Center en Houston (Texas), que habla del “efecto Biden”. “El 6 de enero, mi mujer recibió la invitación para vacunarse contra el coronavirus. La inyección en el deltoides y la sonrisa en su cara coincidieron con la noticia, que corrió como la pólvora: los radicales atacaban el Capitolio. Ver aquella algarabía de hombres y mujeres en su mayoría blancos luciendo la parafernalia propia de la propaganda Trump y de las ideologías supremacistas nos puso el estómago del revés”, indica Fueyo. “Trump, que ha perdido las elecciones no ha querido irse con honra y paz. La personalidad equilibrada de Biden, el talante relajado y su voluntad de unificar, de querer ser el presidente de todos será el bálsamo para este país. De todos modos, con moción de censura o sin ella, el trumpismo continuará”, pronostica el investigador, que publica el libro “Viral”, con prólogo de María Neira. “Cuando apenas olvidábamos las guerras mundiales europeas del siglo XX propiciadas por autócratas y el intento de golpe de estado del 23F, la administración Trump nos recordó qué frágil es la democracia. Biden tendrá que hacer un esfuerzo para controlar a los radicales de su partido incluyendo Alexandria Ocasio-Cortez –que quieren todos los cambios posibles y todos ahora–, y poco a poco restaurar el ritmo pacífico y lento del gobierno, ese que permite a los ciudadanos llevar una vida normal, más educada e inclusiva y con una vacuna que en dos meses podría acabar con las pandemias virales y políticas”, resalta Juan Fueyo. “La humanidad se enfrenta al cambio climático, el control de las armas nucleares y a las pandemias. Todos estos problemas requieren cabezas frías y dialogantes. Ojalá el efecto Biden sea muy contagioso”, concluye.

Donald Trump

Desde Washington D. C. Almudena Fernández de Arriaga, moscona afincada en los Estados Unidos desde hace más de veinte años, destaca que siempre han existido grupos radicales como Antifa, BLM, Proud Boys, o QAnon. “Ahora hacen más ruido y son más vistosos. Forman parte de lo que es USA, un país fundado por gente que escapa de Europa perseguida por sus ideologías, en busca de libertad. Basta darse un paseo por el Condado de Lancaster entre los Amish o algunas partes de Míchigan con sus milicias armadas hasta los dientes para ver que eso solo pasa en América”. “Biden es un político profesional que a la mayoría no nos provoca emoción, pero es lo que hay, quizá volver a la política tradicional nos sirva para retomar la calma. A Trump no sé cómo se le recordará, pero seguramente tampoco se le reconozca lo bueno que hizo por el país en estos 4 años porque todo el ruido que mete y la pandemia hacen que se vaya con una traca final como fue el espectáculo de la semana pasada en el Capitolio”, explica Fernández de Arriaga. “Viviendo como vivo a 15 kilómetros del Capitolio no voy a ir a la inauguración porque hay demasiado follón, pero espero que pronto volvamos a visitarlo y a pasear por el centro sin tener restricciones y barreras para llegar a esos monumentos que son nuestros”, añade. Adam Carpenter, de Oregón, profesor de inglés en la academia York de Oviedo, estima que el país está profundamente desorientado y hay muchísimo interés en buscar un culpable. “Donald Trump es la respuesta más fácil: es machista, racista, xenófobo, arrogante, farsante y demagogo. Representa todo lo malo del país que no queremos reconocer. Hay una mezcla de ignorancia, dejadez y un sentido profundo de derecho a todo que nos deja estancados y hoy en día tenemos los líderes que merecemos”, argumenta.

"Hay una mezcla de ignorancia, dejadez y un sentido profundo de derecho a todo que nos deja estancados y hoy en día tenemos los líderes que merecemos”

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“Sin lugar a duda, hay mucho que remediar y empieza con la educación y recuperar un sentido común básico que hemos perdido lentamente durante muchos años. El primer paso sería reconocer que Trump es un síntoma de una enfermedad mucho más grave que llevamos demasiados años ignorando. No me cabe la menor duda de que vamos a superar estos momentos tan lamentables porque los estados unidos siempre han sido, y sigue siendo, un país asombroso”, manifiesta. El ovetense José Arango, presidente de la Asociación de los Presidentes Republicanos de Nueva Jersey, matiza que “las elecciones no fueron ganadas por Joe Biden, fueron una autodestrucción del expresidente Trump”. “Si se miran resultados los republicanos no han perdido ninguna elección al Congreso y los dos senadores en Georgia que se han ido a los demócratas en una segunda vuelta son causa de la fatiga anti-Trump”, opina Arango. “El pueblo americano tendrá que regresar a su convivencia; a pesar de todas las crisis nuestra democracia sigue fuerte y con futuro, estas crisis nos hacen recapacitar y mejores ciudadanos”, asegura sin ambages.

“División es la palabra que mejor define el país que deja Trump. El calibre de esa división dependerá de una incógnita que nadie ahora mismo es capaz de resolver: cuánto de insalvable es la oposición entre quienes, por un lado, defienden las instituciones tradicionales y, por el otro, quienes cuestionan el sistema político”, explica el periodista gijonés José Ángel Abad, corresponsal de Antena 3 en Washington.

“Es una diferencia que va más allá de la dicotomía tradicional entre demócratas y republicanos. Y esa quiebra en el consenso central de la vida política y social es una losa nueva que va a arrastrar Estados Unidos como mínimo en su futuro inmediato. Porque no hay institución ni familia ni territorio del país que no la padezca”, sentencia el periodista, que ha seguido paso a paso la legislatura de Trump.

“El mejor ejemplo es el más actual: la América de Trump no acepta como válido un resultado electoral certificado por los estados, el Congreso y los tribunales. Es la misma América que considera con rabia a la prensa el enemigo del pueblo. 

El día del asalto al Congreso los periodistas pudimos comprobarlo. Mientras una parte de los asaltantes había planeado llegar hasta los congresistas y senadores otra parte tenía como objetivo destruir las cámaras de nuestras televisiones. 

La recomposición de semejante división depende, como siempre que hay una herida profunda, de factores que no son fáciles de controlar: la crisis económica, las consecuencias del coronavirus, las tensiones raciales, factores geoestratégicos condicionarán poderosamente el sentido de unidad nacional y de consenso básico en el país. Da la impresión de que Joe Biden buscará el centro político. Pero ni le será fácil sustraerse a las demandas del ala demócrata más progresista ni tampoco encontrar una mano tendida entre los republicanos incluso moderados porque su futuro político -especialmente en un país donde todos los candidatos se eligen en primarias- depende de cuánto se opongan al nuevo presidente”, considera José Ángel Abad. 

Su conclusión es clara: “Estados Unidos tiene el problema que tienen los países, como las personas, cuando pierden confianza en sí mismos y su sentido de dirección en la vida. Recomponerse exige perseverancia, comprensión, análisis y tiempo, además del factor más difícil: suerte”.

“No entiendo cómo en un país donde se encuentran las mejores universidades del mundo todavía hay tanta gente que se deje influenciar por la desinformación y el populismo, y sea capaz de llegar a atentar contra su propio estado"

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La pianista Ana Huerta Fernández, premio Extraordinario del Conservatorio de Oviedo, se encuentra en Laramie (Wyoming ) haciendo un Máster en Interpretación Pianística en la Universidad de Wyoming. Ana Huerta se pregunta “¿Cómo puede ser que en un país que ofrece unas oportunidades educativas inigualables haya tanta gente sin valores ni criterio? Afortunadamente, Laramie es una ciudad tranquila que, pese a pertenecer a uno de los estados más republicanos, desaprueba cualquier acto de este estilo. La Universidad es el centro de la ciudad, y prácticamente toda la comunidad educativa es demócrata”, afirma. “Nadie sabe qué deparará el futuro, pero yo sólo espero que todos podamos volver a centrarnos en lo que de verdad importa: nuestras familias y amigos, la superación de una pandemia que no perdona a nadie, y ser felices”, asegura. Con ella se encuentra su novio, el violinista Saúl Fuego García, que realiza un master en Music Performance. Se enteró de lo que había pasado en el Capitolio por una llamada de su padre, y apenas podía creérselo. “No entiendo cómo en un país donde se encuentran las mejores universidades del mundo todavía hay tanta gente que se deje influenciar por la desinformación y el populismo, y sea capaz de llegar a atentar contra su propio estado, simplemente por el hecho de defender a una persona que tiene mal perder. En los meses previos a las elecciones, ondeaban banderas de uno y otro color, y ya se notaba cierto ambiente de tensión. En los días posteriores la situación era mas bien de “calma chicha” y nada hacía presagiar lo que iba a ocurrir. Tengo fe en que el pueblo americano sea fiel a sus principios y siga unido, remando todos a una como han hecho hasta ahora”, remarca.

Todos coinciden en algo: quieren que vuelva la paz a los Estados Unidos, la democracia más antigua del mundo.

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