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Pandémicos: veinte poetas enfrentados con un virus

La experiencia del covid reorienta la obra de algunos autores asturianos hacia la búsqueda de lo esencial o, incluso, a un renacimiento emocional

El poeta Fernando Beltrán (Oviedo, 1956) recibió el positivo en coronavirus el pasado 24 de marzo, cuando España estaba metida de lleno en el confinamiento y el sistema sanitario iba camino del colapso, en los aterradores inicios de una pandemia que aún no ha terminado. Beltrán pasó cinco días en el Hospital Universitario Moncloa, en Madrid, donde reside. En aquellos momentos, la cifra de fallecidos en España ya llegaba a las 10.000 personas. Beltrán lo superó, pero aquellos momentos quedarán para siempre marcados en la biografía de este poeta y “nombrador”, creador de palabras que, en algunos casos, se han convertido en nombres de algunas de las empresas o marcas más populares de España. ¿Y qué papel jugó la poesía en este episodio de su vida? “La medicina me salvó; la poesía me curó, estoy convencido de ello”, responde a LA NUEVA ESPAÑA cuando se le pide que resuma cómo filtró la experiencia pandémica a través de sus versos. Beltrán asegura que la enfermedad causada por el coronavirus ha dejado huellas “que sanan poco a poco”, pero también “la vibrante secuela de una luz nueva con la que celebrar más la vida, lo amado ya, lo por amar aún”. De este renacimiento, tras el dolor de la enfermedad, habla su poemario recién editado, “La curación del mundo”.

Veinte poetas asturianos han respondido a las preguntas formuladas por este periódico para saber hasta qué punto la experiencia del confinamiento, y de la pandemia en general, ha impregnado su oficio. Según Fruela Fernández, uno de los autores que participan en esta encuesta, en el contexto de la pandemia “la escritura recupera su sentido estoico: el de desplegarse en presencia de la muerte, en su certeza”. Por su parte, César Iglesias cree que la experiencia colectiva del coronavirus “sólo puede abrir las puertas al desasosiego”. Nadie ha quedado “exento” del “vivir pandémico”, añade. En su caso, este tipo de situaciones albergan también “una capacidad excepcional de prestar testimonio”. Iglesias considera que “si algún mandato moral tiene el oficio de escribir no es otro que dar cuenta de los temores y las perplejidades del homo dolens”.

Para Ricardo Labra, la pandemia nos ha obligado a refugiarnos “en nuestra crisálida, en una auténtica cámara oscura en la que cada uno –de la mejor manera que sabe– trata de recuperar las esencias, no sólo de su pasado , sino también de su más inmediato futuro”. Y en ese refugio, la poesía actuó para algunos de los autores consultados casi como un elixir medicinal. Este fue el caso de la ovetense Gema Fernández. “La poesía se ha convertido en un antídoto esencial contra la desesperanza”. La llegada del virus ha cambiado el sentido de la escritura que hasta la fecha desarrollaba esta autora, que, además, es la mitad del dúo musical “Silvidos y Gemidos”. “Mis poemas se han vuelto más introspectivos, una invitación a la autorreflexión y un espacio neutral donde gestionar todas las emociones, propias y ajenas, que impregnan con intensidad el ánimo social”.

La poesía como salvavidas. Esa es la conclusión que la avilesina Natalia Menéndez saca de la relación entre estos tiempos pandémicos y el arte poética, que en su caso se redirigió hacia “lo afectivo y el valor de las pequeñas cosas”. También hacia el futuro, añade.

Hay quien opina que, aunque la pandemia no haya hecho aparición en su obra, sin duda lo hará. Es el caso de la sierense Laura Casielles. “En esos poemas por venir aflorará de algún modo todo esto que nos ha pasado por encima. Poemas que buscarán su forma de nombrar las nuevas distancias, las viejas y reconstituidas soledades, los miedos de todo tiempo y las esperanzas por construir”.

También hay quien recibió la pandemia como una inyección paralizante sobre su actividad poética. Fue el caso de Javier Almuzara, a quien las musas ya no salían “al paso”, como antaño cuando podía salir y moverse en libertad. A cambio, en el confinamiento “el diálogo con los libros compensó aquella doble clausura”, indica.

Con humor, Pablo X. Suárez admite que su musa también quedó confinada y no fue a visitarlo, con lo que perdió la oportunidad “de componer textos llorosos y autocompasivos a los que poder titular ‘Cuarentena’”.

Natalia Menéndez

“Escribir es mi salvavidas, me mantiene a flote”

“El impacto de la pandemia que estamos viviendo, evidentemente, afecta a la creatividad. Esto es especialmente relevante en el caso de la poesía, ya que es un género literario directamente vinculado a la esfera emocional. Por un lado, escribir es una especie de salvavidas, me mantiene a flote. En mi caso, además, la pandemia ha hecho que desvíe el foco temático, en cierto modo, a otros aspectos, que hayan cobrado cierto protagonismo lo afectivo y el valor de las pequeñas cosas, y también me ha hecho redirigir la mirada hacia el futuro”.

Pablo X. Suárez

“Exploré territorios como Tinder o Sariegu” 

“La suspensión de la vida cotidiana que traxo con ella l’estáu d’alarma decretáu agora va un añu supúnxome quedar ensin la materia prima principal de la mio poesía. Igual ye por ello que mientres s’allargó’l confinamientu duru nun-y dio por convocame a la musa mía, perdiendo asina la oportunidá de componer testos llorosos y autocompasivos a los que poder titular ‘Cuarentena’. Nos dilemes de la desescalada, esplorando territorios cercanos como’l Tinder o Sariegu, siguí escribiendo poemes toponímicos como venía faciendo d’atrás. Quedaron bastante fantasiosos y abarquen de la Ruta’l Mueble a Finlandia, Oklahoma o Llanera. Too sitios a los que nun fui”. 

Ángel Guache

“Me afectó mucho ver el sufrimiento de viejos”

“Cuando empezó la pandemia estaba grabando con Marcelo Pull -excelente guitarrista y productor- el disco ‘Ojo de huracán (30 sonetotes)’, lo teníamos bastante avanzado, íbamos a toda pastilla y tuvimos que hacer una parada. Eran canciones creadas a partir del molde del soneto. Ese disco salió a la calle hace poco. El confinamiento me sirvió para revisar 80 antiguos sonetos, que irán saliendo en sucesivos discos, y también para ordenar en un libro una selección de ‘canciones para niños de todas las edades’. A nivel personal la pandemia me afectó al ver el sufrimiento, sobre todo, de niños y viejos”.

Gema Fernández

“La poesía se impone en momentos de crisis”

“En momentos de crisis la poesía se impone. Si la poesía me había aportado hasta entonces las herramientas necesarias para mirar y analizar el mundo con otros ojos, desde el inicio de la pandemia se ha convertido en un antídoto esencial contra la desesperanza. Mis poemas se han vuelto más introspectivos, una invitación a la autorreflexión y un espacio neutral donde gestionar todas las emociones, propias y ajenas, que impregnan con intensidad el ánimo social (miedo, inseguridad, incertidumbre, tristeza). La poesía me ofrece, como alternativa a la difícil realidad, la posibilidad de seguir vislumbrando pequeños destellos de belleza en los sitios más insospechados”.

Ruth Llana

“El comienzo quedó marcado en la parálisis”

“El comienzo de la pandemia quedó, para mí, marcado en la parálisis. Esta pausa se concentró en el cuerpo, en experimentar la primavera después del invierno. Recuerdo sobre todo salir a caminar por el campo durante horas y descubrir nuevas rutas. Mi escritura suele tomar lugar en momentos de silencio así, que se prestan como puntos de encuentro, de tanteo. En verano comencé a explorar la textura de la escritura creando breves narrativas audiovisuales a lo que, quizás de manera inevitable, le sobrevino finalmente la narración, el ensayo entendido como un sondeo, un rastreo, una forma de reconocimiento”.

Laura Casielles

”En poemas por venir aflorará todo esto”

“Suelo ser de proceso algo lento en la escritura de poesía, así que si esa labor se ha visto afectada por la pandemia habrá que verlo en lo que se vaya dejando hilar en los próximos tiempos. Pero lo que escribo está siempre trenzado ineludiblemente con lo que me ocurre y lo que ocurre a mi alrededor, así que es de suponer que sí: que en esos poemas por venir aflorará de algún modo todo esto que nos ha pasado por encima. Que buscarán su forma de nombrar las nuevas distancias, las viejas y reconstituidas soledades, los miedos de todo tiempo, las esperanzas por construir. Veremos”.

César Iglesias

“De este vivir pandémico nadie queda exento”

“Vivir en la anomalía de un presente sujeto a un enemigo invisible, con su parte diario de pérdidas, y a un futuro en suspenso sólo puede abrir las puertas al desasosiego. De este vivir pandémico nadie ha quedado exento. Pero también el mal alberga una capacidad excepcional de prestar testimonio, sea con la certificación notarial o con la ficcionalización de la realidad. Si algún mandato moral tiene el oficio de escribir no es otro que dar cuenta de los temores y las perplejidades del homo dolens, en palabras de Viktor Frankl, en busca de un sentido a este tiempo de peste y duelo”.

Javier Almuzara

“Dialogar con libros compensó la clausura”

“A menudo escribo mentalmente, abandonándome al ritmo del paso, sin pensar demasiado adónde voy. Las mejores ideas suelen llegar al tuntún y al trantrán. Además, el paisaje cambiante del camino libera la mirada. Literalmente, las musas me salen al paso. Eso cuando no me encuentran en la oficina del café, donde también solemos citarnos. En este sentido, y para la modesta repercusión personal, el confinamiento fue un desastre. A cambio, el diálogo con los libros compensó aquella doble clausura. De hecho, el primer poema que escribí fue una recreación del célebre soneto inglés de Blanco White, ‘Noche y día’”.

Chus Fernández

“La situación no afectó a mi rutina de trabajo”

“Pese al desconcierto inicial y esa clase de perplejidad que no da paso a nada salvo a ella misma renovándose, ni la pandemia ni el confinamiento influyeron apenas en mi escritura. No en lo que al contenido se refiere y menos aún en lo referente a la forma. Algo se filtró, por supuesto, continuamente se filtra la experiencia inmediata durante el proceso, sea cual sea la circunstancia y sea cual sea el proyecto, pero la verdad es que una situación tan extraordinaria como la que nos ha tocado vivir este último año no afectó en absoluto a mi rutina de trabajo pues ya antes solía pasar la mayor parte de mi tiempo en casa haciendo lo que siempre quise hacer. Un escritor intenta dedicar sus horas más provechosas a leer y a escribir y no hay sitio mejor que la casa de uno para eso. Al menos no para mí”. 

Sergio C. Fanjul

“La pandemia tiene mucho potencial poético”

“La pandemia tiene el mismo potencial poético que muchos hechos históricos y/o cotidianos, es decir, mucho, al menos en mi forma de concebir la poesía, muy ligada al tiempo presente, corriente y moliente. El hecho de que un ser invisible y microscópico haya puesto patas arriba el mundo visible y macroscópico ya lo es, porque la poesía tiene mucho que ver con esa conexión entre lo que es arriba y lo que es abajo, que diría un esotérico. Por lo demás, el confinamiento ha supuesto un impasse hogareño para entender que no necesito tantas cosas. Ni siquiera poesía”.

Yasmina Álvarez

“La poesía me sirvió de refugio y consuelo”

“Durante el periodo de confinamiento ‘duro’ mis tiempos poéticos estuvieron dedicados a reescribir y a ordenar el trabajo de los dos últimos años. Concentrarme en ello me sirvió en aquellos días de refugio y de consuelo... No escribí demasiado entonces y apenas era capaz de leer. Con el tiempo fui recuperando el pulso y volcar la emoción sobre el papel volvió a convertirse en una necesidad. Y es cierto -lo veo ahora- que muchos de mis últimos poemas emergen desde el hambre de piel, desde las obligadas distancias, desde el desasosiego, desde la pérdida... Son la válvula por la que va saliendo la presión de un año realmente difícil”. 

Marcos Canteli

“Lo que escriba tendrá que ver con esto”

“Ah, ese pasado, ya good ol’ days, estar sin medir (amigos en un bar, no apestados), Juan Castro, mamá, tu piel y cara. Pero un año en Asturias (después de veinte), durmiendo tan juntos, nuevas rutinas, más despojadas: mente salvaje, poetas antiguos del jardín, vamos a esperar el salto de la lavandera o el mar de fondo, Xagó, el tenis como medida de vida. Pausa, crisis, ángulo para la poesía que ya no sé si escribo o son jirones, notitas de móvil. Detenerse, contemplar, estar aquí. Intensamente. Ahora pienso en mi padre. Lo que escriba tendrá que ver con esto”.

José Luis Piquero

“La pandemia no me ha afectado en lo creativo”

“Desde el punto de vista laboral o creativo, la pandemia no me ha afectado. Como traductor, estoy acostumbrado a trabajar en casa y no he notado diferencia. Como escritor, soy un poeta lento que escribe de Pascuas a Ramos, y he escrito lo que cabría esperar de un periodo de meses. Apunto que no he tratado en mis nuevos poemas el tema del covid. En lo personal, sí me ha afectado, y mucho, pero no contaré mis penas, que son, me parece, las de todos nosotros. No creo que nadie haya salido totalmente indemne de todo esto. Yo desde luego no, y ahora sólo confío en la solidaridad y el sentido cívico para que todos nos pongamos la vacuna y vayamos dejando atrás, poco a poco, la pesadilla”. 

Fernando Beltrán

“La medicina me salvó, la poesía me curó”

“Más que en mi trabajo, meses de baja aparte, la enfermedad ha influido en mi cuerpo y mi cabeza. Ha dejado huellas, que sanan poco a poco, pero también la vibrante secuela de una luz nueva con la que celebrar más la vida, lo amado ya, lo por amar aún. En el aspecto poético, un nuevo poemario recién editado, La curación del mundo. Y sobre todo tres versos que he convertido ya en lema, clamor y celebración cada mañana: Nunca / la luz del día / tanta luz. La medicina me salvó, la poesía me curó, estoy convencido de ello...”. 

Rocío Acebal

“Necesito un estado mental positivo”

“En lo creativo, la situación me resulta adversa. La literatura no es, para mí, una tarea que puede realizarse con sólo dedicar tiempo a ella, ni un refugio o una fuente de desahogo. El tiempo que me regaló el confinamiento no me servía de nada creativamente porque necesito un estado mental positivo, que ha sido y es difícil de encontrar. Dicho esto, me sé afortunada: no he sufrido grandes pérdidas literarias ni personales, el formato online me ha permitido encajar lo imposible en mi calendario, y en plena pandemia he podido publicar ‘Hijos de la bonanza’ gracias al premio ‘Hiperión’”.

Ricardo Labra

“Obligados a refugiarnos en la cámara oscura”

“En fin, daría para un tratado y supongo que se escribirán varios, además de los que ya circulan desde diferentes intereses y enfoques analíticos. Sinceramente, creo que el punto de vista creativo no difiere mucho de los demás. La pandemia nos ha obligado a todos a refugiarnos en nuestra Crisálida, en una auténtica cámara oscura, en la que cada uno -de la mejor manera que sabe- trata de revelar las esencias, no solo de su pasado, sino también de su más inmediato futuro. Y en eso, todavía estamos”.

Fruela Fernández

“Todo lo que nos toca nos pone en duda”

“Todo lo que nos toca nos pone en duda. Despojados de la construcción colectiva, volvemos a ser un cuerpo en riesgo, atento a la amenaza. ¿Cuánto cae con ello? ¿Cuánto deja de importar? ¿O tal vez sólo resalta aquello que sabíamos, aunque la costumbre nos llevara a mezclarlo con lo innecesario? La escritura recupera su sentido estoico: el de desplegarse en presencia de la muerte, en su certeza. A punto siempre de quedar interrumpida”.

Pablo Texón

“No pude abstraerme, se infiltró en mis versos”

“Escribí mucho durante el confinamiento (bastante más de lo esperado, diría yo) y escribí mucho sobre el propio confinamiento a posteriori. Por más que lo intenté, no fui capaz de abstraerme y ese acontecimiento se infiltró -casi sin permiso, casi con vida propia- en mis versos. Durante la pandemia me ocurrieron muchísimas cosas (y muchísimas cosas malas), pero las peores no estuvieron relacionadas con el coronavirus, lo que tal vez explique que su huella en mi obra no sea excesivamente lúgubre, sino más bien un telón de fondo asumido con resignación y, dentro de lo posible, buen humor”.

Aurelio González Ovies

“Escribir entre tanto dolor fue difícil”

“Los desconsuelos, los golpes de la vida, han de pasar y posar, para ponderarlos con la objetividad de la distancia. Miraré, con ojo más certero, esta fatalidad cuando acabe, aunque, como las guerras, nunca termine. Escribir entre tanto dolor y tantas pérdidas me resultó difícil. Durante estos meses reinó el desasosiego, y la soledad, buscada a menudo, se convirtió en inquietud, en angustia. El arresto me evidenció que vivíamos hasta entonces preocupados por cosas muy banales, y que son muchos los aspectos que no interesa saber de uno mismo. Emergerán más tarde, escritas, las heridas y la fragilidad”.

Martín López-Vega

“Leí mucho y revisé los poemas de mi nuevo libro”

“Mi confinamiento coincidió con mi convalecencia: me contagié de covid-19 en esos días. La pasé como una gripe fuerte y, egoístamente, me vino muy bien el confinamiento. Leí mucho y comencé a revisar los poemas que tenía de los últimos años para empezar a montar mi nuevo libro, ‘Egipcíaco’, que ahora edita Visor. En unas vidas como las nuestras, un parón de ese calibre es una bendición. Yo lo necesitaba. Además, por mi trabajo y por vivir en Madrid, mi vida después no ha cambiado demasiado. Pero sé que soy un privilegiado en un rato raro y doloroso del mundo”.

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