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Los Picos, paraíso de “cazadores de frío”

LA NUEVA ESPAÑA se va a recibir el verano, que entra este lunes , al punto más frío de España: la Vega de Liordes, en el macizo central, donde en enero se registraron 35,8 grados bajo cero, la temperatura más baja hasta hoy

Visitamos la vega de Liordes, en Picos de Europa, el lugar más gélido de la península ibérica

Visitamos la vega de Liordes, en Picos de Europa, el lugar más gélido de la península ibérica Miki López

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Visitamos la vega de Liordes, en Picos de Europa, el lugar más gélido de la península ibérica Mariola Riera

En la bonita vega de Liordes (Posada de Valdeón, León), en el macizo central de los Picos de Europa, nada tienen que ver las condiciones de este 12 de junio de 2021 con las del pasado 7 de enero. Este sábado luce más bien el sol y pasado el mediodía, cuando hasta allá llega LA NUEVA ESPAÑA, la temperatura ronda los 14-15 grados, hay viento flojo del oeste y humedades del 75% aproximadamente.

Pero hace cinco meses, en pleno invierno, este paraje a 1.868 metros sobre el nivel del mar y rodeado de impresionantes montañas de más de 2.000 metros de altura, fue algo así como la Siberia, la Groenlandia de los Picos, por citar algunos de los lugares del planeta que más se asocian con el frío extremo.

Liordes se convirtió ese 7 de enero en el lugar donde se ha registrado hasta la fecha la temperatura más baja de la que se tiene constancia en España: 35, 8 bajo cero. Fue de madrugada –concretamente a las 9,31 minutos–. La midieron varias asociaciones de expertos y grandes aficionados a la meteorología del país, entre ellos, los de Noromet, un colectivo asentado en el noroeste peninsular e impulsado, entre otros, por el asturiano Miguel Iglesias.

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En la Groenlandia de los Picos de Europa Miki López

“Fue una satisfacción plena, costó mucho instalar los dispositivos, así que cuando logras algo así, pues es muy grande”, explica el langreano de 33 años recién cumplidos, doctor en Paleoclimatología, con máster en Meteorología y Climatología, dedicado a la enseñanza, pero con una gran pasió n: el tiempo.

Es Miguel Iglesias un llamado “cazador de frío”, las piscinas de aire frío son su especialidad y en los Picos de Europa tiene su paraíso particular. Hasta la vega de Liordes se fue este periódico con él y sus compañeros para hacer la primera revisión de la temporada a la ya famosa estación meteorológica y demás aparatos allí instalados, y que el pasado enero les dieron el mejor regalo de Reyes que podían esperar: registrar el récord de España de frío.

“Todo en orden, la verdad es que lo instalamos muy bien y está muy equilibrada”, da cuenta Iglesias encaramado en lo más alto de la estación a Javier Rodríguez, Ángel Argüelles, Santiago Parrado y Jesús Pérez, cuatro integrantes castellanoleoneses de Noromet que se han apuntado a la expedición.

Por la derecha, Santiago Parrado, Miguel Iglesias y Jesús Pérez, en la bajada a la vega de Liordes, al fondo. | Miki López

“Ese día, el 7 de enero, por cómo se había comportado la jornada en cuanto a mediciones, me di cuenta de que íbamos disparados y al final se lió, vaya si se lió. Aquella noche no quitamos la vista de los ordenadores viendo cómo se desplomaban las temperaturas”, recuerda el langreano, a quien la impresionante vista de la vega en el descenso a pie tras cruzar por el sedo de Pedabejo desde el Cabén de Remoña le permite explicar bien el fenómeno meteorológico que se produce en Liordes.

“La vega fue una piscina de aire frío permanente ese día, la máxima temperatura que se alcanzó fueron 14 grados bajo cero. Ya muy baja inicialmente. A las 9 de la noche del 6 de enero se registraban 20 bajo cero y a las 23.30 horas, 28”. Liordes pulverizó ese día su propio récord: los - 32,7 de 2016. Y relegó al segundo puesto en menos de 24 horas al histórico de tan solo un día antes en Clot (Pirineos), 34,1 bajo cero, donde habían batido el récord que figuraba en España desde hacía más de medio siglo (-32º).

Reencontrarse con la estación a punto de entrar en el verano después del buen sabor de boca que les dejó en el invierno es toda una satisfacción para los miembros de Noromet, que autofinancian y materializan ellos mismos todos sus proyectos. El de Liordes también: unos 2.500 euros les costó montar la estación, que llevaron pieza por pieza (unos 60 kilos) hasta esta dolina o jou, en la que la Universidad de Oviedo tiene un cercado para investigar las turberas y aún quedan restos de las cabañas de piedra de los ingenieros y trabajadores de las antiguas minas de zinc.

Ganado en Remoña, antes de tomar el sedo de Pedabejo . |Miki López

Todo esto convive con el ganado –pendiente de subir estos días a sus pastos desde Posada de Valdeón y otros pueblos de la redonda–, una pequeña cabaña refugio y los cientos de montañeros que por aquí pasan durante todo el año hacia o desde el cercano Fuente De, Áliva, los refugios de Collado Jermoso o Cabaña Verónica, o también dispuestos a escalar las exigentes y perfectas paredes de piedra de las moles de los Picos de los Europa.

Son tres dispositivos los que hay en Liordes: la estación meteorológica, que lee temperatura, humedad, presión, viento, radiación, etc; un sensor “datalogger” de temperatura en la ubicación original de 2013, donde comenzaron con las lecturas; y el llamado Connect, una especie de repetidor que recibe los datos y los envía a internet cada 5 minutos, lo que permite seguir en tiempo real lo que sucede en la Siberia de los Picos.

Miguel Iglesias revisa en su visita todos y cada uno de los dispositivos. Los dos primeros, en orden. En el tercero algo falta. Días después sabrán que se debió al viento: el pasado 21 de octubre una de las fuertes rachas que hubo en la zona (hasta 150 kilómetros por hora) rompió la garita. En ocasiones, los dispositivos se encuentran en mal estado o rotos por la acción del hombre, pues hay gente que no los quiere. No pasa así en Liordes, donde se pidió permiso tanto al Parque Nacional como a la Real Junta Vecinal de Posada de Valdeón, propietaria de los pastos.

Miguel Iglesias revisa el sensor “datalogger” de temperatura, en Liordes; al fondo, agachado, Jesús Pérez, con Ángel Argüelles y Javier Rodríguez. | Miki López

Pese al contratiempo del viento, la visita a Liordes fue de lo más productiva para los meteorólogos. La “niña de sus ojos”, esa estación que con tanto mimo instalaron hace un puñado de años, está en perfecto estado para seguir cumpliendo su labor: cazar el frío, el más extremo.

Queda mucho por andar. No es plan de aspirar a ser Oymyakon, un pueblo situado al este de Siberia que ostenta el récord de temperatura más baja jamás registrada en un lugar habitado: -71,2ºC. Pero en la mente, en el deseo de los entusiastas miembros de Noromet está una cifra: 40 grados bajo cero.

“Los récords futuros siempre son complicados, pero desde luego potencial creemos que tiene el lugar para acercarse a eso en situaciones futuras excepcionales e ideales para este tipo de piscinas de aire frío en invierno. Con el paso del tiempo poco a poco se va construyendo una serie meteorológica de valor incalculable en un entorno endémico como la vega de Liordes y en un contexto climático tan variable como el actual”, dice Miguel Iglesias.

Palabra de cazador de frío asturiano dispuesto a hacer honor a su nombre.

Nuevo objetivo: el viento extremo en el pico La Llambria


Desde su fundación en noviembre de 2018, la asociación Noromet no ha dejado de crecer. Actualmente tiene casi 100 socios, fundamentalmente aficionados a la meteorología de la zona noroeste peninsular, si bien hay también del resto de España.

Su origen tiene que ver con esos “cazadores de frío” que buscan temperaturas extremas: la primera estación se puso en Villaceid (León), porque podía ser uno de los pueblos con mayor número de heladas al año de toda España. “La principal misión de la asociación, aparte de recoger la afición de muchas personas por la meteorología y la climatología, es la de llevar a cabo proyectos ambiciosos en el noroeste de la península ibérica, en los que instalar estaciones que puedan ser representativas de climatologías curiosas o eventos meteorológicos extremos”, explica el asturiano Miguel Iglesias, uno de sus impulsores.

Por ejemplo, tienen una estación en el núcleo gallego Paxareiras, que con una media de precipitaciones anuales de entorno a 3.000 mm puede ser el pueblo más lluvioso de España. En Liordes colaboran con Acamet, la otra asociación que contribuyó al proyecto. En Babia, en Veneiro, “cazan” el frío extremo en ese pueblo, cercano a San Emiliano, donde dicen que se puede llegar a los -30ºC.

Entre sus proyectos está colaborar con el 112 Asturias para poner una estación en el pico La Llambria, entre Caso y Ponga. Aquí les atrae el viento extremo, pues se pueden alcanzar rachas de viento de más de 200km/h.

“Son iniciativas que son un lujo para los aficionados a la meteorología, sin la asociación como ente serían casi imposible de alcanzar”, explica Iglesias. Planes hay muchos más: “Está poner estación en los Arribes del Duero, que es uno de los puntos más calurosos de todo el noroeste de la Península; intentar instalar estaciones en más puntos en Asturias, sobre todo del Occidente, que estamos un poco más escasos de cobertura; y colaborar con otras asociaciones españolas para proyectos similares a los que nosotros desarrollamos”.

La Vega de Liordes y los dispositivos

de medición meteorológicos

Estación meteorológica. Da lecturas de temperatura, humedad, presión, viento, radiación. Es la que registró los 35,8 ºC bajo cero.

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Sensor datalogger de temperatura, donde se empezó a medir la temperatura en 2013.

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Connect, en la zona llamada Los Tornos, que es el sistema que recibe los datos de la estación meteorológica y los envía a internet cada 5 minutos para poder seguir en tiempo real los registros de la estación meteorológica.

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La Vega de Liordes y los dispositivos

de medición meteorológicos

Estación meteorológica. Da lecturas de temperatura, humedad, presión, viento, radiación. Es la que registró los 35,8 ºC bajo cero.

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Sensor datalogger de temperatura, donde se empezó a medir la temperatura en 2013.

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Connect, en la zona llamada Los Tornos, que es el sistema que recibe los datos de la estación meteorológica y los envía a internet cada 5 minutos para poder seguir en tiempo real los registros de la estación meteorológica.

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La Vega de Liordes y los dispositivos

de medición meteorológicos

Estación meteorológica. Da lecturas de temperatura, humedad, presión, viento, radiación. Es la que registró los 35,8 ºC bajo cero.

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Sensor datalogger de temperatura, donde se empezó a medir la temperatura en 2013.

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Connect, en la zona llamada Los Tornos, que es el sistema que recibe los datos de la estación meteorológica y los envía a internet cada 5 minutos para poder seguir en tiempo real los registros de la estación meteorológica.

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Un jou ideal como piscina de aire frío


No hace falta ser experto en meteorología para saber que los Picos de Europa no son Groenlandia, ni mucho menos, aunque hoy por hoy hayan registrado la temperatura más baja en la historia de España (la Agencia Estatal de Meteorología no la reconoce como oficial al no ser suya la estación) que son los ya famosos 35,8 bajo cero.

Pero hay unas condiciones en la famosa cordillera que permiten a los termómetros desplomarse tanto en invierno: son las que se dan en llamar “piscinas de aire frío”. Estos lugares son dolinas, lo que en los Picos se denominan jous: una hondonada, un embudo. “En condiciones normales esa zona debería ser un lago, pero como en los Picos domina la caliza el agua se filtra y la zona queda al descubierto”, explica Miguel Iglesias.

Es la Vega de Liordes, en la vertiente leonesa de los Picos, una hondonada (su punto más bajo está a 1.868 metros de altitud) rodeada de altas cumbres. Un lugar ideal para alcanzar frío extremo. Al caer la noche y bajar las temperaturas, la zona se convierte en un “lago” de aire gélido. “En las noches estrelladas, si las montañas están nevadas, el aire en contacto con el suelo se enfría rápidamente y va cayendo por las laderas. En esas zonas cerradas se forma una piscina y el aire acumulado se enfría más y más”, añade Iglesias.

En Noromet saben que aún se puede llegar a más, pero la duda es cuándo: el próximo invierno o dentro de medio siglo. El registro del pasado enero se produjo en medio de un temporal de invierno que azotó a la mitad norte de España y que dejó copiosas nevadas y temperaturas muy bajas que batieron récords históricos.

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