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Barrer para casa
Salvador Gutiérrez Ordóñez Asturiano, miembro de la Real Academia de la Lengua (RAE)

“Defiendo el estudio del bable pero la cooficialidad ya es una palabra mayor”

“Una lengua oficial, antes tiene que ser lengua con personalidad propia en todos los ámbitos de la Administración”

Salvador Gutiérrez Ordóñez. Luisma Murias

Dícese de Salvador Gutiérrez Ordóñez (Bimenes, 1948) que fue elegido el 5 de julio de 2007 miembro de número de la Real Academia de la Lengua (RAE) y tomó posesión el 24 de febrero de 2008 con el discurso “Del arte gramatical a la competencia comunicativa”. Catedrático de Lingüística General de la Universidad de León y director del departamento de “Español al día” desde 2008, es director de la Escuela de Lexicografía Hispánica. Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, bajo la dirección de Emilio Alarcos Llorach, estudió en París con especialistas como Bernard Pottier, Oswald Ducrot, Algirdas Julien Greimas y André Martinet. Asturiano de pasión, retorna siempre que puede a Tabayes, donde tiene sus raíces: casa natal, familia, manzanos, hórreo y amigos.

El académico, trabajando con su nieto Adrián bajo la mesa.

–¿Qué palabras en asturiano suele usar con frecuencia, en Bimenes o en Madrid?

–En Bimenes surgen con mucha naturalidad las palabras relacionadas con la vida diaria: con animales (coríu, glayu, pega, coruxa…), con edificios y objetos (pegoyu, tenobia, tená, duerna…), con actividades del campo que ya están desapareciendo (catar, cabruñar, esmarañar…). Fuera de Asturias, emerge de vez en cuando algún término, algún neutro de materia y siempre tengo que estar atento para diferenciar las formas verbales canté y he cantado.

–¿Cómo era el bable que escuchaba en su infancia?

–Al igual que todos los bables, el de Bimenes era una variedad de lengua muy apegada al mundo rural y minero. Como las formas de vida han cambiado, muchas de aquellas (referidas a actividades, instrumentos, vestimenta…) han dejado de usarse. Esto ha sucedido también con el castellano rural. Lo que ocurre es que en el bable las palabras de la aldea ocupaban una parte muy importante de lo que le era específico. Con su desaparición, se ha ido un núcleo sustancial de su patrimonio. El léxico nuevo nos llega de fuera. En la pronunciación, como estudió muy bien Cristina García Álvarez en su tesis “El habla de Bimenes” (1959), compartía rasgos evolutivos con las variedades del centro y, a la vez, tenía caracteres singulares: metafonía (guchu, miniru, xotu), plurales femeninos en –is (vaquis, muyeris…), formas verbales…

Soy defensor de que se estudien sus características y de que se promueva la creación literaria. Me rechina en muchos momentos una normalización artificial que no siento mía, pero podría entender las razones

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–¿A favor o en contra de la cooficialidad del bable?

–Soy defensor de su estudio. Nunca agradeceremos lo suficiente el trabajo de quienes promocionaron y realizaron tesis, artículos de investigación sobre el tema. Gracias a ellos, tenemos un conocimiento muy preciso del complejo puzle de lo que denominamos asturiano. Soy defensor de que se estudien sus características y de que se promueva la creación literaria. Me rechina en muchos momentos una normalización artificial que no siento mía, pero podría entender las razones. Sin embargo, la cooficialidad ya es una palabra mayor.

–¿Por qué?

–Porque una lengua oficial, antes tiene que ser lengua con personalidad propia en todos los ámbitos de la Administración. Por desgracia, si exceptuamos algunas loables incursiones en la literatura, nunca ha sido lengua de la ciencia, ni de la técnica, de la cultura, de los deportes, ni de la economía, ni de la moda, ni del derecho, ni de las redes, ni de la prensa… ni siquiera de la Iglesia. No es que sea una lengua que haya muerto, sino que, como lengua de casi todos los espacios de oficialidad, nunca ha nacido. Soy asturiano, me siento asturiano hasta los tuétanos, aprendí de niño a hablar en bable en los espacios que se utilizaba, me gustaría que las cosas fueran de otra manera, pero no puedo mezclar sueños con razón.

–¿Y no considera posible su recuperación?

–En primer lugar, no se trata de recuperar algo perdido. En segundo lugar, no existe una masa crítica de hablantes que pasen de rasgos prototípicos como el “ye”, los plurales en “-es” y un repertorio muy limitado de palabras. Basta asomarse a la televisión, a los discursos de los mismos políticos que defienden la oficialidad para darse cuenta de que las particularidades vivas son mínimas y de que la inteligibilidad es absoluta. Hay que tener en cuenta que Asturias no es precisamente una potencia económica y, por desgracia, el devenir de una lengua se halla ligada al poder (en palabras de Nebrija, “que siempre fue la lengua compañera del imperio”).

“Asturias no es una potencia económica y, por desgracia, el devenir de una lengua se halla ligada al poder”

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–Los enemigos de la cooficialidad dicen que sería un gasto inútil...

–Existe una ciencia que estudia la vida, desarrollo y relación entre las lenguas: la glotolingüística. Nos dice lenguas minoritarias desaparecen de forma inexorable. Hay una hiperlengua que copa todos los ámbitos, el inglés, unas superlenguas que poseen cierta masa de hablantes y se hallan ligadas a la cultura: el español, el chino, el francés, el alemán, el italiano…. Luego están un número de lenguas históricas con menor número de hablantes. Y, por último, las lenguas minoritarias. Estas últimas, por muchos esfuerzos que se hagan, están llamadas a desaparecer. Los políticos tienen la obligación moral de decir cuánto va a costar anualmente y los técnicos tenemos el deber moral de informar de las posibilidades de éxito de tal inversión.

–¿Es más práctico estudiar inglés, como sostienen los críticos?

–Yo nací en una aldea de Bimenes y soy socialista real. Odio la izquierda divina. Por ello, antepongo el beneficio de las personas humildes a todo lo demás. Siempre defenderé la educación que abra a los jóvenes nuevas puertas y que les permita ascender a niveles sociales, culturales y económicos superiores.

–También la acusan desde el lado hostil de ser una neolengua artificial promovida por aprovechados para beneficiarse de subvenciones, chiringuitos y privilegios para las plazas de funcionario.

–Yo no entro a juzgar las intenciones. Creo que hay muchísima gente de buena fe que considera que debe defender estos objetivos por el bien de Asturias. De la misma manera que hay también muchísima gente, tan amante de Asturias como los anteriores, que piensa lo contrario. Lo peor es que no es fácil un debate sereno.

–¿La pandemia deja o dejará secuelas?

–La covid-19 ha hecho y sigue haciendo verdaderos estragos en vidas. Todos conocemos casos cercanos, en la economía y en la salud. Aunque pasen las secuelas físicas, serán difíciles de superar los daños psicológicos. Se derrumbó de golpe el estado de seguridad en el que vivíamos y se instaló en nosotros una conciencia de fragilidad. El aislamiento nos ha dejado cierta fobia social que tarda en diluirse. También nos ha proporcionado algunas lecciones que no deberíamos olvidar.

Salvador Gutiérrez Ordóñez, escanciando sidra en Nava.

–¿Qué palabras usadas de forma masiva por el covid han venido para quedarse?

–Muchas de las palabras que se generalizaron ya existían: epidemia, pandemia, mascarilla, vacuna… Incluso coronavirus. Se quedará covid, ya sea en masculino o femenino –yo prefiero en femenino–, aguda o llana –en este caso debería llevar acento gráfico–.

–¿Un académico tiene permiso para escribir “q” o “tb” en lugar de “que” o “también” en un wasap?

–Las abreviaturas y acortamientos son una forma de escritura natural en aquellos medios en los que se dispone de espacio limitado. Abundaban en las lápidas romanas, en los códices medievales, en los telegramas, en los SMS y ahora en los wasaps. Prefiero escribir la palabra completa, pero abreviar no es ningún “delito” ortográfico.

–¿Don Emilio Alarcos se llevaría las manos a la cabeza si entrara hoy en las redes sociales?

–No. En absoluto. A pesar de haber sido un gran científico de la lengua, un gran promotor de los estudios sobre las hablas asturianas, un gran crítico literario, incluso un gran escritor, nunca fue un censor normativista.

–Hoy en día casi hay más gente que escribe que gente que lee. ¿Eso es bueno para el español?

–Es bueno que el español se escriba y que se lea. Aunque pueda asustarnos la simpleza del lenguaje de las redes, el hecho de que se escriba mucho es un índice de la vitalidad de nuestra lengua.

–El Gobierno planea un vuelco para que el aprendizaje en la escuela sea menos memorístico. ¿Lo aprueba?

–El tema de la educación lingüística sería un tema para reflexionar muchas horas. A pesar de tratarse de una materia tan sensible, a la educación se aplican constantemente axiomas nunca demostrados. La enseñanza no debe basarse exclusivamente en el aprendizaje memorístico, es claro; pero no se debe condenar la memoria. Como ha demostrado la teoría cognitiva, es una cualidad esencial de la inteligencia. Se piensa combinando datos que tenemos en la memoria, se actúa gracias técnicas cognitivas que hemos “memorizado” con un entrenamiento prolongado y constante. La inteligencia artificial, para “pensar” necesita tener acceso a grandes bancos de memoria. No hay enfermedad más inhumana que la pérdida de los recuerdos. La memoria constituía un capítulo importantísimo en la oratoria clásica. Díganle a un concertista, a un actor…

“De algunos políticos, más que su corrección lingüística, me horripila su falta de respeto, de cortesía, de consideración hacia el interlocutor. ¡Es un bochorno diario!”

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–¿Cuál es la última duda que ha resuelto el “Español al día”?

–Abro el Twitter y veo que alguien pregunta si municipio se escribe con mayúscula o minúscula.

–¿El daño que hacen las redes a la ortografía común es irreparable? ¿Se puede arreglar?

–El mayor daño es que la ortografía no se enseña y practica de forma continuada. Su dominio es otra de las destrezas que necesita, además de lectura, mucha práctica. Como entrenar al fútbol o al baloncesto, como practicar la guitarra o la gaita… El que sepa escribir bien, lo hará de forma correcta en las redes.

–¿Algún día veremos memes en el Diccionario de la RAE?

–De momento, la palabra “meme” ya está incluida.

–¿Las aguas volverán a su cauce respecto al lenguaje inclusivo?

–Está perfectamente justificado que se creen femeninos de profesión, es una casilla vacía en el sistema de la lengua. Pero la acusación de que el masculino genérico no incluye al femenino no es cierta. Del mismo modo, la acusación de que el masculino genérico es una herencia de la bota del patriarcado tampoco es cierta. En cuanto a los desdoblamientos de género (los niños y las niñas), siempre han sido posibles. No son agramaticales, aunque sí antieconómicos. La lengua permite las dos posibilidades: decir “los asturianos” para referirse a todos o desdoblar “los asturianos” y “asturianas”. Lo que no apruebo es la censura moral (incluso administrativa) de quien trata de obligar el uso del desdoblamiento.

Salvador Gutiérrez Ordóñez. Luisma Murias

–Todos, todas y todes. ¿Cómo le suena?

–Tengo el mayor respeto hacia todas las variedades del género, comprendo sus problemas, angustias, incomprensiones… Pero su solución no está en la morfología de la lengua.

–¿Le chirrían los oídos oyendo a algunos políticos? ¿Alguna expresión que deberían desterrar?

–De algunos políticos, más que su corrección lingüística, me horripila su falta de respeto, de cortesía, de consideración hacia el interlocutor, aun cuando este sea su adversario. ¡Es un bochorno diario!

–¿Por proteger al catalán se está maltratando el español?

–Si se hiciera bien, no.

–¿Hay restos de machismos en el Diccionario que se deben eliminar?

–Ha habido una cuidadosa revisión de posibles machismos en nuestro Diccionario a lo largo de varias ediciones. Creo que en este momento no queda ninguno.

–¿El uso del español en la ciencia a nivel mundial es una asignatura pendiente?

–Esa es una de las batallas que puede y que tiene que librar el español. Ocupa un lugar importante en demografía, en la cultura, en la comunicación, en las redes, en el comercio… pero tiene que alcanzar mayores cotas en el lenguaje de la ciencia.

“La acusación de que el masculino genérico es una herencia de la bota del patriarcado no es cierta”

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–¿Relegar las humanidades en la educación nos pasará factura?

–Tener una formación humanística no consiste en saberse los nombres de los profetas, de los emperadores romanos o de los reyes godos. Significa tener una formación que le permita disfrutar de la buena literatura, de la buena música, del arte… Significa tener conocimientos suficientes como para entender los problemas del cuerpo, el comportamiento de la naturaleza, el futuro de la ciencia, las opciones de la energía… Significa haber adquirido instrumentos lógicos para saber expresarse, razonar, argumentar, decidir… Yo no entiendo otra forma de ser hombre y de entender la educación.

–¿De qué sirve a un guaje saber qué es un sintagma y un núcleo?

–En la asignatura de lengua hay dos dimensiones: la primera enseña a comprender y a expresarse de forma adecuada; la segunda dimensión nos muestra cómo es la estructura de la mejor catedral que haya construido jamás el hombre. Deberían ser dos asignaturas. En la primera deberían intervenir de forma activa los docentes de lengua, de historia, de ciencias y hasta de religión. Si no participan todos los profesores en la corrección lingüística, el fracaso está asegurado. Quien no alcance pronto una lectura comprensiva fracasará en lengua, en historia, en matemáticas, en ciencias naturales… No construir bien una secuencia o una falta de ortografía tienen la misma carta de naturaleza en lengua que en matemáticas. En lo que se refiere a la estructura gramatical, debemos enseñarla de la misma forma que explicamos la estructura del átomo, los componentes de un templo griego o las partes de una flor. Si usted alude a la escasa importancia de la sintaxis, le diré que es tan necesaria para la buena expresión como lo son la geometría para la arquitectura o la botánica para la agricultura.

P.D. ¿Municipio se escribe con mayúscula o minúscula?

–Cuando es el nombre propio de una entidad: el Municipio de Oviedo. Cuando es un genérico, va en minúscula.

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