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¿Cómo será el reinado de Carlos de Inglaterra?

El hijo de Isabel II acaricia ya la corona y, por trayectoria, difícilmente será un modernizador

CARLOS C. Plana BouBegoña Arce

Una fila de párvulas agitando banderitas de la Union Jack recibió el martes a la duquesa de Cornualles. Decenas de cámaras estaban apostadas en la escuela de Primaria de Bath para un evento sin gran relieve en la agenda oficial de la familia real. La expectación, sin embargo, era evidente y desproporcionada. Camila protagonizaba el primer acto público después de anunciarse el deseo de Isabel II de que, cuando Carlos ascendiera al trono, su esposa se convirtiera en reina consorte. Los ojos del país empezaban a mirar a aquella mujer de otra manera y a hacerse a la idea de una decisión esperada, pero dura de aceptar para muchos.

La soberana, de 95 años, ve cómo sus días se acortan y el Jubileo de Platino que celebrará con festejos populares este verano será el epílogo de siete décadas de reinado. La maquinaria que está preparando el relevo al frente de la monarquía británica necesitaba eliminar uno de los obstáculos más conflictivos en el delicado entramado de la sucesión. La bendición de Isabel II a Camila otorga claridad constitucional al futuro papel de su nuera y es un mensaje a su propia familia para que acate su deseo.

El entusiasmo con que recibió la decisión materna el príncipe Carlos ha sido difícilmente compartido por sus hijos. Guillermo y Enrique, los que más directamente sufrieron la crisis matrimonial de sus padres y la desaparición de la princesa Diana, han tenido durante años relaciones turbulentas con su progenitor y su segunda esposa. El “Daily Mail”, citando esta semana “una fuente bien situada en palacio”, dejaba claro que Guillermo no había tomado parte en la decisión de promocionar a Camila, pero “la respeta” y es “pragmático”. El duque de Cambridge “la apoya”, pero “nada de esto ha sido fácil para él”, añade otro confidente. Desde California, Enrique ha guardado un elocuente silencio. En cuanto a los británicos, la mayoría rechaza por ahora a Camila, reina consorte a pesar de los edulcorados comentarios que de golpe le dedica la misma prensa que la vilipendió.

Los planes para la ceremonia de coronación del futuro rey en la abadía de Westminster comenzaron a ultimarse hace cinco años. Ese momento será el inicio de un nuevo reinado sobre el que pesan aún muchas incógnitas. De acuerdo con Norman Baker, autor de una biografía sobre la familia real, el príncipe Carlos solía defender que a los 70 años los monarcas debían abdicar. “Dejó la idea a un lado a medida que él se acercaba a ese momento crucial”, afirma. A la vez, también se comentó en su momento que “consideraba seriamente limitar su reinado a un periodo corto antes de abdicar en favor de Guillermo”, señala el autor. “Ya veremos. El entusiasmo por algo así puede desvanecerse cuando esté al mando”, añade.

Abdicar, sin embargo, es una palabra inexistente por ahora en el vocabulario del futuro monarca, del que no se esperan cambios espectaculares. Por edad, por educación, por su trayectoria, Carlos será difícilmente un modernizador capaz de dejar atrás el pasado imperial que sigue teniendo demasiado peso en la institución.

Los preparativos para recibir al futuro rey pasan por un escenario para la nueva corte. Desde hace meses hay una renovación en marcha en el palacio de Buckingham. Electricistas, albañiles, fontaneros han expulsado a los royals que aún tenían allí vivienda, como la princesa Ana y el príncipe Andrés. La reina se instaló en el castillo de Windsor y solo alguna de las alas del edificio londinense se mantienen como despachos y salones de recepción para ceremonias oficiales. Las instalaciones no se habían actualizado desde hacía más de medio siglo y ahora, con un presupuesto de 340 millones de euros a cargo del bolsillo de los ciudadanos, las obras deberían estar concluidas en el 2027.

Así, Carlos tiene tiempo para pensar dónde se instalará. Las dudas sobre cuál será su futura residencia no se han despejado por completo, pero fuentes citadas en los medios británicos esta semana aseguran que el nuevo rey ha decido que vivirá finalmente en el palacio de Buckingham. El heredero es consciente del poder simbólico de un edificio monumental, con 775 habitaciones, que como ningún otro representa a la monarquía. Desde 1837, en tiempos de la reina Victoria, ha sido la residencia oficial en Londres de los monarcas británicos. A sus puertas tienen lugar las celebraciones multitudinarias y los momentos de duelo nacional. “Bajo Carlos [el palacio] se convertirá en el centro de una corte energética y cosmopolita con recitales, conciertos y espléndidos bailes, justo como cuando la reina y el príncipe Felipe eran jóvenes”, parece soñar el periodista del “Daily Mail” Richard Kay.

Algo se sabe con certeza. El futuro monarca contará con Camila a su lado, agasajada con todos los derechos y títulos. El núcleo duro de la futura familia real será mucho más reducido que durante el reinado de Isabel II. El papel de su directo heredero, el príncipe Guillermo, que pasará a ser el nuevo príncipe de Gales, y de su esposa, Catalina, serán cruciales. La edad avanzada de Carlos hará a su hijo y nuera imprescindibles.

Camila, reina consorte

El deseo de la reina Isabel II de que, llegado el caso, su nuera sea nombrada reina consorte ha sido uno de los escollos más difíciles de sortear.

Carlos, Rey de toda la vida

Lleva cinco años preparando la sucesión y, aunque poco ha trascendido de sus planes, parece que se instalará en Buckingham y que su reinado será de corte conservador.

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