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BARRER PARA CASA
Juan Ferreiro Catedrático de Derecho Eclesiástico

"Hay gestos que son simbólicos y pedagógicos, como que Pedro sánchez no jurara su cargo con la biblia"

"Un problema de la universidad es que todo el mundo es listísimo y hay miedo a preguntar"

Juan ferreiro. MIKI LOPEZ

El ovetense que paseó con un preso de Guantánamo por el Naranco

Juan Ferreiro formó parte, en el año 2010, de la misión especial enviada por el Gobierno para la ubicación en España de tres presos de Guantánamo. «Era una misión super especial. En aquel momento en Interior estaba Rubalcaba y me llamaron para que fuera a Guantánamo creo que, básicamente, porque sabía inglés». Obama había prometido cerrar la cárcel y para eso necesitaba colaboración de gobiernos que se hicieran cargo de algunos presos sobre los que no pesaban condenas claras. España iba a acoger a tres presos y uno, por iniciativa de Ferreiro, vino a Oviedo. Con él paseó por el Naranco. «Era un palestino que era un poco límite psíquicamente; yo tenía mucha relación con las comunidades islámicas y por mi conocimiento pensé que podía venir a Oviedo. Estuvo tutelado por la Cruz Roja un tiempo y luego acabó en Torrelavega. Estaba mal, relamente; hacía cosas raras, desenchufaba la televisión y la metía en agua… abrazaba los árboles…».

El ovetense Juan Ferreiro Galguera lleva año y medio de vuelta en Asturias, como catedrático cedido en la Universidad. Una comisión de servicios le acercó en plena pandemia desde La Coruña, donde ha tenido durante años su plaza, a Oviedo. Y el BOE acaba de ratificar su incorporación a todos los efectos a la Facultad de Derecho asturiana.

Su área de conocimiento es el Derecho Eclesiástico del Estado, adscrita al departamento de Ciencias Jurídicas Básicas. Está encantado de verse otra vez en la que fue su universidad de estudiante y en la ciudad donde creció y donde su padre, Ramón Ferreiro, ejerció muchos años como secretario de la Audiencia. Además del mundo universitario, su trayectoria laboral le llevó a ser periodista de la sección de Internacional en "El País", y también a la política.

Fue jefe de prensa del CDS en el Congreso de Diputados durante la IV Legislatura y subdirector general del Ministerio de Justicia durante 2006-2010, a propuesta de Gustavo Suárez Pertierra. Su sello de "independiente", lo pudo mantener cinco años en los que, dice, acabó "desmitificando un poco más la política y valorando enormemente la libertad que te da pertenecer a la Universidad". Fue cesado tras firmar un polémico informe en el que defendía el derecho de una alumna a llevar velo en las aulas. Pero dice que fueron otras bajezas las que acabaron con su trayectoria. En todo caso, su tiempo en el ministerio lo da por bueno por muchas cosas y entre ellas, por el conocimiento del mundo islámico que desarrolló.

–¿Qué tal encontró la Universidad de Oviedo?

–Fue curioso porque salí de Coruña en plena pandemia, casi como un fantasma, sin poder ni despedirme, y vine aquí y lo mismo; durante meses no pude ni conocer casi a mis compañeros porque estaban todos online. Pero esa es la anécdota. Me he encontrado un grupo magnífico y eso da ganas de hacer muchas cosas.

–Hubo un tiempo en el que lo suyo fue el periodismo...

–Del periodismo me quedaron dos cosas que intento aplicar a la vida universitaria. Una es la de combinar la celeridad con el rigor. Aplicarme eso de que siempre hay una hora de cierre. Porque el peligro de la Universidad es que, como parece que se tiene mucho tiempo, te puedes eternizar en las iniciativas. Y la otra buena maña adoptada, creo, es no tener miedo a preguntar lo que no sé. Un problema de la Universidad es que todo el mundo parece listísimo. Y eso lleva al miedo a quedar en evidencia si se pregunta algo. A mí me gusta mucho preguntar, buscar la verdad, ir detrás… De hecho la experiencia periodística me sirve en clase mucho, sobre todo cuando explico por qué suele prevalece la libertad de expresión.

–¿Y qué explica?

–Explico que prevalece porque no solo es un derecho fundamental como la vida, como la libertad religiosa, sino que es esencial para que exista opinión pública. Y si no hay opinión pública no hay democracia. También me gusta explicar y que entiendan que la buena información es la que debe ser veraz. Y constitucionalmente, veraz no implica que sea verdad siempre, sino que implica que el periodista haya actuado con la diligencia requerida utilizando fuentes fidedignas y habiendo contrastado la información.

–Volvamos a su área, que es la del Derecho Eclesiástico.

– Yo siempre puntualizo y digo que soy catedrático en Derecho Eclesiástico del Estado. Porque si dices solo "eclesiástico" la gente ya te pone una sotana. Pero ciertamente el nombre de la asignatura, que a mí no me gusta. Derecho Eclesiástico es lo que antes era Derecho canónico. Obviamente, desapareció el derecho canónico porque un Estado aconfesional no puede formar en las normas de derecho de la Iglesia. Así que en mi asignatura lo que tratamos son los temas de libertad religiosa e ideológica. Y dentro de la libertad ideológica está la libertad de enseñanza, la libertad de educación, la libertad de expresión, todo lo relacionado con la ideología.

–Amplísimo tema.

–En realidad nuestra asignatura está a caballo de muchas: tenemos mucho de Constitucional, tenemos de Derecho financiero, tenemos de Derecho Penal –ahí entra el delito de escarnio, el delito de profanación...–, tenemos partes de Derecho Administrativo, de Derecho procesal...

–Tanto, que se ha decido a hacer un manual.

–Sí, se va a llamar Derecho y Religión.

–Ha entrado en la Universidad con otra iniciativa: dar su asignatura en inglés.

–Sí, se lo propuse al decanato y lo aceptaron, pese que había quien decía que Derecho no se podía dar en inglés. Puede ser un plus para alumnos que no tienen la posibilidad de salir fuera, y porque igual puede atraer a estudiantes de Erasmus. Resultó que el curso que viene otro profesor de Constitucional también se apuntó y dará también su asignatura en inglés. Me ilusiona y siento que hago algo por los alumnos y por la Universidad.

–El Gobierno de Pedro Sánchez se había comprometido a hacer una ley de libertad religiosa, pero no parece que vaya a haber tiempo. ¿Hace falta?

–La ley de libertad religiosa es del año 1980 y no estaría mal que se revisara, sobre todo para clarificar muchos conceptos y recoger muchas disposiciones que están desperdigadas. Lo que pasa es que esta es una ley muy delicada que exige un consenso que solo se puede lograr con un Gobierno fuerte. España lo logró en el año 80, o sea, que no es imposible. Y digo que no estaría mal hacerlo porque hay acuerdos iglesia-estado, no solo con la Iglesia Católica, también con otras confesiones, que se pueden trasvasar con carácter general a alguna ley.

–La Constitución dice que españa es aconfesional. Eso de los acuerdos hay quien no lo ve...

–La Constitucioón dice que ninguna religión tiene carácter estatal, pero también dice que el Estado tendrá en cuenta las creencias de la sociedad española y eso es importante. Yo siempre digo que el Estado laico o aconfesional es mudo, pero no es sordo ni ciego. También dice la Constitución que se mantendrán relaciones de cooperación con la Iglesia católica y otras confesiones. Esa mención a la Iglesia católica fue muy polémica porque para algunos era como una confesionalidad solapada. Pero no. El propio Santiago Carrillo apostó y dijo que había que evitar que la Iglesia Católica, que había apoyado en los tiempos de la República a la reacción, no apoyara el momento democrático. O sea, que no es un carácter privilegiado, sino una frase que recoge su arraigo histórico.

–Y de ahí surgen los acuerdos con la Iglesia Católica.

–Ese artículo de la cooperación se tradujo en acuerdos que son tratados internacionales, dado que la Santa Sede es un Estado. Pero, además, como la ley dice que el Estado podrá establecer otras relaciones de cooperación con otras confesiones que por su ámbito y número de creyentes tenga notorio arraigo, también hay tres acuerdos homologados como leyes, firmados en 1992, con las tres religiones que tenían notorio arraigo entonces, que eran por razones históricas los judíos, los musulmanes y los protestantes. Por eso digo que lo más lógico es que haya una ley que aglutine ese tratado internacional y esas tres leyes.

–En España hay, por tanto, confesiones de distintas clases jurídicas.

–Ahora mismo, desde el punto de vista jurídico hay como cuatro tipos de confesiones en España. El estado tiene un registro de confesiones y hay más de 10.000 inscritas. Pero otras no lo están, y con la libertad religiosa en la mano también existen, porque el Estado no puede decir lo que es o no es una confesión. De hecho, en su día se le negó a la Cienciología que fueran religión, porque España la identificaba con una filosofía, y el Tribunal Supremo se lo echo para atrás. O sea, que tenemos las inscritas, las no inscritas, y entre las inscritas están las que han conseguido la consideración de notorio arraigo (que son los mormones, testigos de jehová, ortodoxos y budistas); y otros que, teniendo notorio arraigo, además tienen acuerdos específicos con el Estado. Ahí entra la Iglesia católica, los judíos, protestantes y musulmanes. Y eso es importante para cosas ordinarias. Por ejemplo: para el reconocimiento de un matrimonio. En los acuerdos tanto con la Iglesia católica como con los musulmanes, judíos y protestantes, el Estado permite la celebración matrimonial religiosa. O sea, que tú te puedes casar por la Iglesia católica, por el rito judío, protestante o musulmana y eso vale como celebración matrimonial civil. Quizá la gente no sabe que desde 2015 te puedes casar también por la forma ritual religiosa de las confesiones con notorio arraigo: quiere decir que yo me caso por la fórmula de los testigos de Jehová de los mormones, los budistas o de los ortodoxos, y también es válida la forma de celebración. En cambio, si yo me caso por el rito gitano, por ejemplo, no tiene efectos jurídicos. Y eso, como no está en una norma única, está todo un poco confuso. Pero, en mi opinión, la ley sería conveniente pero tampoco es una cosa que sea urgentísima. Creo que sería más importante su efecto en el sentido de recordar a España lo que es la libertad religiosa, para que no la asocie solo con la opción de creer, sino también con la de no creer.

–El Gobierno de Sánchez hizo juramento de Estado sin biblia ni cruz. ¿Esos gestos los encuentra necesarios o innecesarios?

–Hay cosas, gestos, que no solo son simbólicos sino que son hasta pedagógicos.

–¿En el caso de la jura del cargo de Presidente del Gobierno?

–Creo que es correcto lo que hizo. Porque las creencias son algo íntimo de las personas y en un momento público no tienen por qué trascender. Un cargo del Estado debe ser mudo en temas religiosos, aunque tenga sus creencias. Yo estuve en el Gobierno de Zapatero, y no había símbolos religiosos en los despachos, para respetar tanto a los que creen como a los que no creen. Pero claro, si hay una pintura en algún sitio con un valor artístico, ¿que la vas a quitar? Eso es absurdo.

–La alcaldesa de Gijón ya no va a la misa de Begoña. ¿Hasta dónde debe llegar la laicidad del un Gobierno local?

–Yo creo que la clarificación es muy sencilla. Un gobierno acude a una celebración como un acto cultural o como un acto del pueblo, pero no lo hace apoyando una religión concreta. Como si le invitan a una festividad de ateos. ¿Por qué no va a ir? Igual por eso estaría bien aclararlo en una ley. Lo mismo que va a un partido de fútbol y no tiene por qué identificarse con el equipo, lo mismo puede ir a una misa y eso no significa su apoyo religioso. Es de sentido común. Un Alcalde de Llanes que no vaya a la procesión del Carmen, sería raro. ¿Y qué pasa por entrar en la iglesia? Con eso no está apoyando a tal religión. Solo está, como dice la Constitución, "teniendo en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española". Punto. Y eso, quizá si se reflejara normativamente, limitaría que un Ayuntamiento u otro tengan que hacer sus interpretaciones más o menos acertadas.

–En algún caso se están teniendo que interpretar hasta qué espacios de uso públicos pueden cederse para usos de confesiones. ¿Se puede negar un polideportivo para un bautismo de testigos de Jehová?

–Nuestra asignatura tiene una parte de Derecho administrativo y ahí yo suelo explicar que una sociedad se asimila a un cuerpo que tiene cabeza, alma, corazón… Pues en una ciudad hay zonas dotacionales de interés público. Unas se reservan para el cuerpo, como puede ser los hospitales; otras para el cerebro como los colegios. Y para el corazón están los lugares de encuentro, sean religiosos, asociativos o lo que sea. Hay para quien la religión es muy importante, y para quien lo es el yoga. El Estado tiene que tenerlo en cuenta que promover el encuentro y la asociación es muy importante. Y si ese encuentro es religioso, ¿qué problema hay?

–¿Qué diría a quienes apelan a que en España se permite ganar derechos a cualquier confesión mientras que se limitan los de los católicos?

–Yo no creo, desde el punto de vista legal, que la Iglesia católica haya perdido en derechos ni que hayan ganado derechos otras confesiones. Lo que ha habido es una adaptación de la idea de libertad religiosa a las distintas realidades. Igual era bueno explicarlo. Las leyes tienen a veces una función pedagógica y deberíamos aclarar qué es la laicidad, qué es la confesionalidad... no estaría mal. Porque luego son clichés que se repiten y ahí ya entra todo un juego de confusión entre la inmigración, la realidad religiosa...

–Era asesor técnico del Gobierno cuando en hubo que decidir si una niña podía llevar velo al colegio. Y dijo que sí podía.

–Dije que lo que había era que respetar la libertad. Y si una niña de 14 años quiere llevar velo por razones religiosas, igual hay que respetarlo. Presumir que una mujer lleva un velo obligada es no conocer a la mujer musulmana. En Europa han visto con envidia lo que pasa en Ceuta y Melilla, donde hay quienes llevan a clase velo y quienes no. A esa chica le pregunté directamente y me dijo que ella veía que sus compañeros llevaban el pantalón caído, viéndoseles la ropa interior, y que ella lo respetaba. Por eso se preguntaba por qué a ella no se le respetaba su opción, que basaba en que quería tener el pelo cubierto y reservar su imagen para su marido. A mí me puede parecer súper ñoño, pero ¿quién soy yo para decirle o no lo que debe hacer? Ahí no había nada contrario a la dignidad. Lo que falta es mucho sentido común y mucha tolerancia. Y también falta una gran labor de pedagogía sobre los derechos fundamentales.

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