Entrevista | Francisco J. Bastida Profesor emérito de Constitucional, publica su primera novela

"Puigdemont hace más daño a los independentistas que a España"

Francisco Bastida, con un ejemplar de su novela.

Francisco Bastida, con un ejemplar de su novela. / IRMA COLLIN

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Francisco J. Bastida (A Estrada, Pontevedra. 1951), profesor emérito de Derecho constitucional de la Universidad de Oviedo, viaja como novelista con "La maleta del contrabajo", obra policíaca que presentará el martes a las 19.30 horas en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, diario en el que colabora con artículos sobre la actualidad política, "lo que me ha permitido", afirma, "practicar una labor de síntesis y de divulgación que me ha ayudado a emprender este nuevo camino".

–¿Por qué se atreve ahora con la novela?

–Hacía tiempo que me rondaba por la cabeza escribir algo de ficción y la inminente jubilación y la pandemia me impulsaron a dar este salto en el vacío, que fui rellenando con ideas y palabras.

–¿El articulismo es una buena escuela para ser directo y preciso?

–Es una excelente escuela para ser directo, pero es difícil ser preciso en pocas líneas. Me ayudó mucho a ser conciso, porque un artículo largo desanima su lectura. Lo bueno si breve, dos veces bueno y, si es malo, con mayor razón para que sea breve. La colaboración periodística también me ayudó a exponerme ante el público general y no sólo académico.

–El independentismo catalán, como telón de fondo de la trama. ¿El procés agoniza?

–El procés siempre mantendrá la llama, aunque esté entre cenizas. En cualquier momento y por cualquier causa, real o ficticia, el fuego puede avivarse. Puigdemont en estos momentos es una estaca clavada en la unidad del independentismo. Visto lo acontecido en las protestas contra la visita de Macron, la presencia del ex President le hace más daño a los independentistas que a España.

–¿El pacto PSC-ERC tiene futuro más allá de lo económico?

–En estos momentos es algo circunstancial, pero pudiera tener continuidad y sería beneficioso si ello sirviera para demostrar que Cataluña vive mejor en el acuerdo y no en la confrontación. No obstante, hay que tener en cuenta que en el PSC habitan dos almas, una muy cercana al independentismo y si ésta alcanza un mayor peso podría engancharse en un nuevo movimiento del procès. Sería letal.

–¿La ley del sí es sí hay por donde cogerla judicialmente hablando?

–Los tribunales ya la han cogido, analizado y aplicado. Hasta ahora mediáticamente lo que se ha subrayado, a mi juicio con desmesura, es el efecto que ha tenido en las rebajas de algunas penas. Se da a entender de manera maliciosa que con la ley se excarcela a violadores, como si no hubiesen cumplido ninguna pena. Por otra parte, algunas penas que había en la normativa anterior eran exageradas. Un señor que patinando en una pista de hielo le fue tocando el trasero a seis niñas, recibió una condena de nueve años de prisión; con el efecto retroactivo de la ley del sí es sí se le redujo a cuatro años. A mí me parece bien esa aminoración; más si se tiene en cuenta que aquella pena es la misma que la que recibieron los autores del procés por tocar el trasero a la Constitución y de paso a todos los españoles. Quizá lo mejor sería no reformar la ley y dejar que se agote el efecto retroactivo que en ciertos casos pueda tener.

–¿La tensión ejecutivo–mundo judicial es menos fiera de como la pintan, estamos condenados a sufrirla eternamente?

–La tensión no es con el poder judicial, sino con su órgano de gobierno, el Consejo General, que está muy politizado por populares y socialistas e instrumentalizado en estos por la mayoría favorable al PP. Lo descorazonador es que un órgano constitucional tan importante sea objeto de lucha política entre los dos partidos llamados a entenderse en las grandes cuestiones de Estado. Por desgracia, la renovación del Consejo o del Tribunal Constitucional no va a significar una regeneración institucional, eligiendo a personas de prestigio y sin dependencias políticas. Será simplemente un cambio de dominio influyente de un partido por otro.

–¿Pinta algo Tamames en una moción de censura de Vox?

–La moción de censura de Vox no tiene sentido si carece de posibilidad de éxito. Que Tamames se preste a ser candidato es patético. Estar contra el Gobierno actual no puede llevar a echarse en brazos de la extrema derecha un hombre de sus convicciones. Qué triste no saber envejecer conservando el prestigio ganado tiempo atrás

–¿La coalición Podemos/Psoe morirá por causas naturales?

–Por causas naturales no; más bien por una reyerta en la que cada oponente se acusará de asestar el golpe final. Sin embargo, tras las elecciones tratarán de resucitar la coalición si tienen alguna posibilidad de impedir que gobierne la derecha.

–Trenes demasiado grandes para los túneles… ¿Es la España de Berlanga y pandereta?

–La culpa no es de que los trenes sean demasiado grandes, sino de que los túneles son demasiado pequeños. Por tanto, la responsabilidad no es de Renfe ni de Adif, sino de los ingenieros que en el siglo pasado diseñaron esos túneles sin pensar en el futuro. Asunto prescrito y a esperar otros diez años, rezando para que no se confunda en el ancho de ejes.

–Ley de maltrato animal. ¿A favor o en contra?

–Creo que tienen razón Podemos y los animalistas. No hay razón para que los perros de caza no gocen de igual protección que los demás canes. Dicho esto, me gustaría resaltar dos cosas. Una, que la agenda gubernativa no puede estar centrada continuamente en temas que sólo atañen a una minoría, sea el asunto este o sea la identidad de género. Además, ensombrece los avances sociales del gobierno en materia de derechos de los trabajadores, de las mujeres o de los más vulnerables. La otra cosa es que se pone más empeño en el bienestar animal que en el bienestar de las personas mayores. Hay habituales inspecciones sanitarias exclusivamente destinadas a comprobar el bienestar de los animales en las granjas. Sin embargo, en las residencias de mayores la escasez de inspecciones, no sólo sobre el bienestar de las personas, es clamorosa. Cierto que se trata de competencia de las comunidades autónomas, pero el gobierno debería hacer algo al respecto. El artículo 155 de la Constitución no está solo para hacer frente a declaraciones de independencia.

–¿La crisis de la sanidad es para ponernos malos?

–Es un volcán que comienza a entrar en erupción. El problema es generalizado y estructural y no se va a acabar con un cambio de gobierno. La falta de previsión es asombrosa. No se ha buscado un acomodo razonable al personal sanitario que quería continuar trabajando más allá de los sesenta y cinco años. Apenas se ha aumentado el número de plazas para cursar Medicina, el sistema de contratación y de traslados es un horror y no se ha tenido en cuenta que la mayor parte del personal sanitario son mujeres que, estando en edad fértil, lo más normas es que tengan hijos, lo que, unido a los amplios periodos de baja maternal y paternal, requiere una mayor dotación de personal. Si a eso se añade el progresivo envejecimiento de la población, el resultado es un colapso sanitario, que no se soluciona aumentando el sueldo a los trabajadores.

–Volvamos a ficción. ¿No aburrir es el primer mandamiento?

–Sin duda, pero es el primer mandamiento en la vida. Esta obligación se refuerza cuando uno escribe esperando que los demás se interesen por la lectura de lo que se opina o se cuenta.

–Como lector, ¿cuál es su canon en la novela negra?

–Hay muchas clases de lo que genéricamente se entiende por novela negra. Todas tienen en común la acción, lo cual requiere de muchos diálogos que nutran una trama narrativa salpicada de suspense y engaño. A ello se añaden actividades delictivas e investigación policial o detectivesca, que normalmente se entrecruzan. El debate entre el bien y el mal o entre la ley y el crimen se diluye en la ambigüedad de los protagonistas, de manera que el lector, sabiendo discernir entre el bien y el mal, lo lícito y lo ilícito, no le incomoda ponerse del lado del mal si ello alivia la situación del protagonista. En la ambientación de la novela negra juega también un papel importante el contexto social de la época.

–¿Por qué se decidió a publicarla?

–Porque soy un osado. Primero, no sabía si lo que había comenzado a escribir acabaría siendo una novela y, después, una vez terminada, me asaltó la duda de qué hacer con ella. Meterla en un cajón seguramente hubiera sido una decisión sensata, pero también pensé que, si no la publicaba, nunca sabría qué podrían pensar los demás de ella.

–¿La autoedición es una forma de ahorrar tiempo y energía?

–Nunca me preocupó la publicación de mis trabajos jurídicos. Hablar con una editorial privada no suponía ningún problema. Sin embargo, desconocía el mundo editorial de obras literarias. No quería enviar el manuscrito y esperar a que me contestasen, lo más seguro que tarde y con una negativa. Tampoco estaba en mi mente la cesión de los derechos de autor, porque nunca se sabe si la novela puede ser la base de una película o una serie de televisión. Estudié las ofertas de autoedición y me decidí por la editorial Círculo Rojo. Fueron muy profesionales y creo que quedó una edición muy bonita y está disponible en las librerías.

–¿La pandemia fue, con toda su negatividad, un buen impulso creativo?

–Desde luego que sí. En la vida académica la pandemia nos obligó a ser creativos y a usar herramientas de comunicación por videoconferencia. El confinamiento permitió también disponer de la continuidad de un tiempo que invitó a abordar tareas que, de otro modo, seguramente no se hubiesen acometido. En mi caso, a comenzar a escribir una novela que fue tomando cuerpo cada día y que, lejos de querer abandonarla, me incitaba a sentarme ante el ordenador para seguir dándole vida a los personajes, evitando que se los llevase la pandemia por delante.

–No es una novela que siga las indicaciones de los manuales al uso…

–Como dije, fui un osado. No leí ningún manual de cómo hacer una novela, ni construí una estructura previa de la trama. Sólo tenía en mi cabeza dos ideas centrales. Sin embargo, llega un momento en que la historia cobra vida propia y requiere de otros escenarios y personajes que la alimenten. Los que la han leído dicen que es amena y que engancha.

–¿Se planteó tirar la toalla?

–No. Tenía el reto de acabar lo que había empezado y no dejar la novela a medias. Me preocupaba el final, porque lo difícil no es comenzar una historia si no cerrarla y, modestamente, creo haberlo conseguido. El desánimo me entró al pensar en cómo publicarla.

–¿Su profesión de jurista influyó?

–No de manera determinante, pero sí al introducir en la trama juicios, registros policiales, derechos fundamentales en juego …

–El jazz suena al fondo…

–Es un tipo de música que me encanta y es muy apropiada para historias de este tipo. Me hubiera gustado que la novela fuese acompañada de códigos QR a pie de página, para que el lector pudiese con el móvil escanearlos y escuchar los temas que va interpretando la banda de jazz de uno de los protagonistas, pero no pudo ser; había que respetar los derechos de autor.

–¿Dio a leer el original a lectores de confianza?

–Sí. Mi hermano mayor, además de haber sido profesor de literatura, es un gran lector, y me sugirió algunos cambio que agradecí.

–¿Hay algunas sorpresas en la trama?

–Escribí la novela casi como si fuese la base de un guión para una serie de televisión, así que cada capítulo concluye con la duda de qué sucederá en el siguiente. Las sorpresas, los giros, son imprescindibles en una historia

–Como buen cinéfilo y seriéfilo, ¿tiene un “casting” pensado?

–No, pero me gustaría que algún productor de las buenas series que se hacen en España leyese la novela, porque creo podría dar mucho juego visualmente.

–¿Qué pinta en todo esto un contrabajo y su maleta?

–El contrabajo guía la buena vida de uno de los protagonistas y la maleta su mala vida, donde esconde su mayor secreto.

–El terrorismo y el independentismo también tienen presencia…

–No aparecen vinculados en la novela, porque se trata del independentismo catalán y del terrorismo yihadista. La historia está ambientada en Barcelona y en su contexto social surgen por separado estos dos fenómenos, que tienen que ver con otro de los protagonistas, un empresario gallego afincado en Castelldefels.

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