El otro cáncer que no está tan reconocido y afecta a entre el 4 y el 10% de diagnósticos

La exposición a sustancias cancerígenas en el trabajo es la cuarta causa de la enfermedad, después del tabaco, la dieta y el sedentarismo, y las estimaciones científicas establecen una horquilla entre el 4% y el 10% de los diagnósticos

El cáncer laboral es un problema de salud que está infrarreconocido

El cáncer laboral es un problema de salud que está infrarreconocido

Yolanda Calero

Yolanda Calero

Yolanda Calero es presidenta de la Asociación Española contra el Cáncer en Asturias 

El cáncer es una de las enfermedades más desafiantes de nuestro tiempo. Según el Observatorio del Cáncer, en España se prevén 330.000 nuevos casos en 2030. En la Unión Europea (EU) hay más de 12 millones de supervivientes de cáncer, de los cuales más de 2,2 millones residen en España. En 2023, fueron diagnosticadas de cáncer 295.000 personas en nuestro país.

Como es bien conocido, la enfermedad de cáncer tiene un origen multifactorial. Se han identificado factores genéticos, ambientales, de estilo de vida y de exposición a cancerígenos capaces de interactuar entre sí, dando lugar a la aparición de una lesión maligna. El conocimiento de los factores de riesgo para el desarrollo del cáncer nos permite actuar para su prevención y tratamiento.

La relación de esta enfermedad con el entorno laboral está siendo objeto de creciente preocupación y estudio. En 2019, la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud fue informada del estudio "Carga de cáncer atribuible al trabajo".

El estudio determinó que la exposición a sustancias cancerígenas en el trabajo es la cuarta causa de cáncer después del tabaco (responsable del 30% de todas las muertes por cáncer y del 82% de los cánceres de pulmón en Europa), la dieta y el sedentarismo.

Estimaciones científicas

Las estimaciones científicas establecen que entre el 4 y el 10% de los diagnósticos de cáncer se deben a exposiciones a agentes cancerígenos en el trabajo. Además, se calcula que entre el 4 y el 8% de los fallecimientos lo son por cáncer ocupacional, siendo este porcentaje mucho más alto en el caso del cáncer de pulmón. La Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU-OSHA) establece que el cáncer es ya la primera causa de mortalidad laboral, con un 53% del total de las muertes laborales, frente al 28% debido a enfermedades cardiovasculares y el 6% a enfermedades respiratorias.

La investigación continuada es fundamental para comprender mejor los factores de riesgo, identificar las profesiones expuestas y desarrollar estrategias efectivas de prevención. En este sentido, la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU-OSHA) ha publicado que la radiación ultravioleta (UV) solar, las emisiones de motores diésel, el benceno y la sílice cristalina respirable son las cuatro exposiciones profesionales más frecuentes en la EU capaces de generar un cáncer, proporcionando información valiosa para guiar políticas y acciones preventivas a nivel europeo.

Los casos de cáncer laboral, tomando los cálculos más prudentes, serían 11.800 al año

Muchos expuestos

Piensen en un día habitual y hagan recuento de cuantos trabajadores se ven expuestos a estos cuatro agentes cancerígenos, la mayoría de ellos sin protección: personas trabajando en la agricultura o la construcción expuestas a la radiación UV solar, personas trabajando en talleres mecánicos y de chapa y pintura, conductores de transporte por carretera, conductores de maquinaria en naves y otros espacios mal ventilados, personas que trabajan en el asfaltado de carreteras, o que están en contacto con gasolina o plásticos industriales y resinas, y cuantos empleos de la construcción manejan a diario materiales como el hormigón, la arena o la piedra y el ladrillo.

El cáncer es una enfermedad que hace especialmente vulnerable a la persona y a su familia, provocando además serias situaciones de inequidad. También en el ámbito laboral. A pesar de los avances en la legislación y las regulaciones laborales, persisten desafíos significativos en la identificación y control de los factores de riesgo en el trabajo. No tienen el mismo nivel de información, formación y protección los trabajadores autónomos, o los de la pequeña y mediana empresa, en comparación con la gran empresa y las multinacionales, debido a la escasez de recursos técnicos, de capacidad de implementación de medidas preventivas y de seguimiento de programas de vigilancia de la salud.

Infrarreconocimiento

Por otro lado, y este hecho marca una gran inequidad en nuestro país, está el elevado grado de infrarreconocimiento de los cánceres laborales en el sistema de Seguridad Social. Entre un 4% y un 10% de los casos de cáncer tendrían que ser atribuibles a origen laboral, según las estadísticas norteamericana, francesa, alemana o inglesa. En 2023 se produjeron 295.000 nuevos diagnósticos de cáncer en España. De acuerdo con un informe publicado recientemente por CC OO, solo se registraron 94 partes de enfermedad profesional por exposición a cancerígenos (91 en hombres y 3 en mujeres). Esto significa que solo el 0,03% han sido reconocidos como cáncer de origen laboral. Si el grado de reconocimiento fuese del 4%, el más bajo de los reconocidos en los países anteriormente citados, estaríamos en cifras de 11.800 casos. Preocupante la diferencia, ¿no es cierto? Lo es y mucho, porque si un cáncer ocupacional no se detecta, no se notifica; lo que no se notifica no es parte de la estadística registral, luego no existe; y lo que no existe no se puede prevenir. Estamos frente a una situación compleja. Y lo es por diferentes motivos.

Las características individuales

Debido a su carácter multifactorial, no es fácil establecer cuándo el origen del cáncer es profesional o no, excepto en casos tan evidentes como el mesotelioma por inhalación de asbestos. La genética en ocasiones marca una diferencia entre sujetos, de forma que alguien expuesto a una sustancia desarrolla la enfermedad y la persona que está trabajando al lado, no.

La multicausalidad del cáncer

No es sencillo establecer una relación causa-efecto. Hacen falta más estudios epidemiológicos que demuestren la relación causa-efecto de un material o sustancia como cancerígeno, en qué concentración, en cuánto tiempo de exposición, factores personales predisponentes o preventivos, etcétera.

El lapso entre la exposición y la aparición de la enfermedad

Los carcinógenos laborales son de exposición crónica, precisando largos periodos de exposición y latencia. Ese periodo puede llegar a ser de hasta 40 años en el caso del asbesto. Por ello los trabajadores expuestos presentan los primeros síntomas cuando han cambiado de trabajo o incluso cuando están cercanos a la edad de jubilación, quedando fuera del seguimiento del circuito laboral de las mutuas. Por ello la mayoría de los casos se consideran directamente enfermedad común, con el consiguiente agravio para el enfermo.

Los tiempos legales

Los márgenes de tiempo que los estados disponen para transponer las directivas de la UE a su propio marco legal son abultados. Pueden pasar más de cinco años hasta que un país reconozca en su legislación agentes cancerígenos que ya están probados. A esto hay que sumar el hecho de que la tecnología no para su avance y nuevas sustancias y materiales aparecen en el entorno productivo. La falta de agilidad para actualizar la legislación de acuerdo con estos avances en ocasiones actúa en contra de la salud ocupacional.

Mala comunicación sanitaria

Es deficiente la comunicación de la enfermedad por parte del sistema sanitario, cuyos profesionales, en caso de albergar sospecha del origen laboral del cáncer, deberían realizar la comunicación pertinente. Oncólogos, neumólogos, cualquier especialista, el médico de primaria..., cualquier médico puede notificar. Tampoco existe la adecuada coordinación de actuaciones entre los ámbitos laboral y extralaboral en el abordaje de la patología del cáncer ocupacional. Para ello debería implantarse una historia clínico-laboral donde no solo queden reflejados los antecedentes clínicos de la persona, sino también la información sobre su historial laboral.

La vulnerabilidad del enfermo

El enfermo necesita centrarse en su curación y no puede derrochar tiempo y energía en los largos y farragosos tramites administrativo-legales que requiere el reconocimiento del origen laboral de la enfermedad, falleciendo muchos de ellos durante el intento.

En los últimos años las diferentes entidades de la sanidad, salud pública, salud laboral, comunidades autónomas, organizaciones sindicales y asociaciones de pacientes están llevando a cabo acciones para mejorar las cifras del cáncer laboral.

Un buen ejemplo de ello son las diferentes modificaciones que la directiva UE de 2017/2398 ha ido teniendo en los últimos años, y que se han materializado en las transposiciones a nuestra legislación en los años 2020, 2021, 2022 y próximamente en el año en curso.

Durante estos años hay que mencionar como mejoras significativas la ampliación de la vigilancia de la salud de las personas trabajadoras después de cesar la exposición laboral, la inclusión de 25 nuevos agentes cancerígenos y el establecimiento de nuevos límites de exposición más seguros para preservar la salud de las personas.

Un esfuerzo colectivo

En conclusión, la acción contra el cáncer ocupacional deberá ser un esfuerzo colectivo que requiere la colaboración de gobiernos, empleadores, trabajadores y la sociedad en su conjunto. A través de la investigación, la conciencia pública y el compromiso político, podemos avanzar hacia entornos laborales más seguros y saludables para todos.

La Asociación Española contra el Cáncer mantiene su compromiso para acompañar y favorecer el bienestar de los enfermos de cáncer, enfatizando que el reconocimiento y prevención del cáncer en el lugar de trabajo es fundamental para un futuro más saludable y sostenible. Y brinda su apoyo al resto de entidades que colaboran para este fin, repitiendo el mensaje de unión para lograr frenar a la enfermedad: "Todos unidos contra el cáncer".

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