Macario Iglesias, el arquitecto que está metiendo la bioconstrucción en la casa asturiana: ¿qué es y cómo se hace?

El arquitecto ovetense asentado en Cabranes rehabilita viviendas con materiales naturales y técnicas tradicionales

Macario Iglesias mete en la casa asturiana un futuro lleno de pasado

LNE

Javier Cuervo

Javier Cuervo

Macario Iglesias (Oviedo, 1975) arquitecto por La Coruña, está introduciendo en Asturias la bioconstrucción, que es ecológica, usa técnicas tradicionales y materiales naturales, locales, muy reciclables y poco transformados. Lo aplica en la rehabilitación de viviendas rurales, algo que es un fenómeno en Piloña y, sobretodo, en Cabranes, donde se instala gente joven. Intervino en el Museo de los Teitos de Somiedo. Colabora con Iván Paniceres, arquitecto que tiene oficina en Cabranes, en proyectos como el Ecomuseo del Asturcón, en Argüero.

En La Benéfica, en Infiesto, esa iniciativa de Rodrigo Cuevas y de sus socios, ha hecho los tabiques dejando parte de la estructura vista con el barro asomando.

Vive en Incós (Cabranes) con su pareja y su especialización, larga e internacional, le ha cambiado muchas horas de asiento ante el ordenador por trabajar con las manos en el barro, dar talleres y clases.

Conoció Cabranes porque le invitó una pareja de amigos y participó en una andecha. "El ambiente era de euforia, camaradería, ilusión y alegría de hacer juntos y compartir comida, música, celebración... Cabranes era mi lugar".

Es nieto de Alfonso Iglesias, el artista que creó en LA NUEVA ESPAÑA los inolvidables personajes "Pinón", "Telva" y "Pinín" y es hijo del arquitecto Esteban Iglesias, tempranamente fallecido.

La bioconstrucción tiene mucho de vuelta atrás y de mirada hacia delante y nada que ver con las casas de los tres cerditos de la fábula, aunque el lobo pudo con la hecha de paja y la de madera y no con la de ladrillo.

Macario Iglesias se explica.

Casas bioconstruidas

En Francia construyen cada año muchas casas con fardos de paja y revocos naturales, "he visto un hotel de ocho pisos y sé que hay incluso estaciones de bomberos".

"En Mallorca, los últimos 30 bloques de viviendas de promoción pública y régimen de alquiler del Instituto Balear de la Vivienda están construidos con materiales naturales y locales: piedra de marés, recuperando las canteras en desuso, madera de la isla, arcilla para los revocos y posidonia como aislamiento térmico".

"En Ginebra hay un edificio de 40 viviendas de bioconstrucción en el centro de la ciudad y han participado en la obra los futuros habitantes".

"En Asturias hay varias viviendas hechas con fardos de paja, legales y autoconstruidas por los promotores".

La bioconstrucción en Asturias

La bioconstrucción en Asturias / .

Precio

El precio de los materiales es mucho menor, algunos sin coste, pero exigen más mano de obra. "En Lausana (Suiza) visité un edificio de oficinas con muros de tapial de tierra cuyo coste compararon con un muro de hormigón. En el muro de tierra, el 98% del presupuesto iba para los artesanos. Hay un impacto social: más gente tendrá trabajos dignos. El 2% restante era para materiales, herramientas, combustibles. En el muro de hormigón, ese 2% era el 65% sin hablar de cuestiones ecológicas.

Ecología

"En 2030 se va a medir la huella del CO2 del ciclo de vida de los materiales. Cuando tengamos en cuenta el impacto de los materiales en el medio ambiente y en la salud y eso se regule la competencia con la construcción industrial será justa. Ahora no se tiene en cuenta la energía necesaria para producir de esos materiales desde el origen. El cemento se extrae de una cantera, se pasa por hornos a 1.500 grados, se embala, se transporta, se pone en obra con máquinas, con camiones pluma que gastan energía fósil todo el tiempo".

"En la construcción industrial el ciclo es lineal; en la bioconstrucción, circular. La arcilla se encuentra muchas veces en la excavación de la obra, esos materiales se transforman de manera más sencilla, se ponen en obra y no generan residuos, porque son biodegradables. Si hay que demoler ese edificio, los materiales vuelven a la naturaleza, no como el hormigón, un residuo que hay que gestionar".

"Se pueden reutilizar vigas de madera, ventanas... En Holanda hay un mapa de recursos de todas las obras que se desmontan y los materiales quedan a disposición de quien los recoja".

Materiales

Resistencia: "Los hórreos son de madera y algunos tienen cuatro siglos. El hormigón se calcula para 100 años y tiene muchos problemas de corrosión con las armaduras".

Mantenimiento: "Los materiales de la arquitectura popular necesitan un mantenimiento. Un muro natural al exterior llevará cal, que protege de la lluvia y es duradero como cualquier otro, porque endurece con el tiempo".

"En una obra en Francia, en 2015, rehabilitamos unos muros interiores de barro con un entramado de madera. Tenían dos siglos y estaban desconchados por falta de mantenimiento. Reutilizamos todo el material de esos muros. Retiramos la arcilla y las fibras vegetales y la rehidratamos. La madera de castaño estaba en perfecto estado. Volvimos a colocar la argamasa con un acabado cuidado. Ni entraron materiales nuevos ni salieron materiales viejos".

Saludables: "con materiales naturales las viviendas son más saludables desde el punto de vista de la toxicidad, de los compuestos volátiles. Cada kilo de aluminio que se fabrica genera dos kilos de lodo tóxico difícil de gestionar".

Pero no están estandarizados: "es verdad que hay que probar y medir. Cuando intervine en el Museo de los Teitos de Somiedo para mejorar las condiciones de sus muros de piedra hice casi 30 pruebas con arcilla local para ver cómo se comportaba. Hay que trabajar con base científica y demostrar cómo se comportan los materiales para argumentar con los clientes, promotores y demás".

Monitoriza materiales para ver su comportamiento. "He conversado con la ingeniera Mar Alonso, del grupo de investigación de construcción sostenible de la Universidad, sobre los ensayos que podríamos hacer para certificar estos materiales. Tiene un costo que hay que financiar pero en Asturias hay la tecnología para hacerlo".

Arcilla contra ladrillos: "en el muro de una habitación con tabiques de arcilla y de barro he llegado a medir una diferencia de humedad interior y exterior del 40% sin ningún tipo de calefacción interior. La arcilla absorbe la humedad del ambiente: seca, regula el confort interior de la pieza. Esto es muy interesante en Asturias".

"Los ladrillos tienen muchos huecos. Nos interesa que sea un material denso que tenga mucha arcilla. En Asturias se usaba el cebatu, una técnica tradicional".

El cebatu: "Es un entretejido de varas de ablanu [avellano] con el que se hacían los tabiques de las viviendas. Se le colocaba una argamasa de barro y quedaba perfectamente liso. La arcilla tiene una segunda característica: la capacidad de absorber el calor del exterior e ir soltándolo hacia el interior. Piedra y arcilla son calefacciones pasivas".

La bioconstrucción en Asturias

La bioconstrucción en Asturias / .

Industria de materiales naturales

"En Asturias no hay una industria de materiales naturales, pero hay hueco para ella. El técnico arquitecto responsable de Baleares nos decía que las tres empresas que estaban a punto de cerrar y ahora recuperan piedra local están desbordadas de solicitudes. La empresa Naturclay, de Santiago, que distribuye arcillas y materiales naturales duplica las ventas cada año. Esto es el futuro, estoy convencido".

Hay empresas de ladrillos estructurales de cáñamo y cal, de bloques de tapial de barro de buen tamaño. Una empresa de la Rioja hace bloques de arcilla y paja. Hay módulos prefabricados con estructura de madera y rellenos de paja. Meta 2020, un estudio de Burgos, construye 6 o 7 casas de paja al año con empresas que prefabrican y las colocan en obra en dos días como si fuera un tetris.

La vanguardia es partir del empleo de material naturales y adaptarlo a las exigencias de la normativa, de las directrices europeas y del mercado.

"Estoy investigando los tabiques de barretes que referencia Astur Paredes en la construcción tradicional. Es un entramado ligero de madera con unas tablas estrechas al interior y al exterior que servía como un cajón, como un encofrado, que se rellenaba con fibras vegetales, arcilla y paja, con tarucos de maíz, arcilla y piedra. Esa estructura ligera de madera se puede prefabricar. En bioconstrucción hay paja encofrada. Una empresa de Navarra lo comercializa como ecopaja con un espesor de 15 centímetros, pero el sistema de paja encofrada que sigo lo hace un artesano francés y se pueden prefabricar. He preparado módulos ligeros en taller, que he llevado a la obra y colocado. Eso ayuda en los plazos y en la planificación".

Peculiaridades asturianas

"Los factores ambientales condicionan al diseño. Un clima templado y húmedo como el nuestro tiene exigencias diferentes en los cerramientos a las de uno de temperaturas más extremas. En Asturias hay que pensar en las materias primas que tenemos: la madera de castaño, la piedra caliza no de mucha calidad que da una mampostería tosca, la arcilla, más para cerramientos ligeros que para muros estructurales".

"Las estrategias bioclimáticas en Asturias parten de una transición compleja entre interior y exterior porque no necesitas estar dentro protegiéndote de un gran calor ni de un gran frío; soportales, corredores y galerías tienen mucho sentido. La industria y la construcción van por ahí: se están diseñando bastantes casas pasivas en Asturias, de muy poco consumo energético".

Construir en tiempo

"En la rehabilitación de una vivienda familiar se tarda un poco más con materiales naturales que con materiales industriales, pero en bloques como los de Baleares el tiempo es similar".

"En Asturias no hay empresas especializadas, pero hago talleres para formar trabajadores. Trabajar con arcilla no es muy distinto de hacerlo con cemento. Empresas acostumbradas a la construcción convencional sustituyen el cemento por la cal. En Asturias hay cal y es un aislante natural. En Gijón hay una cooperativa que distribuye materiales naturales".

Qué casas hace

Macario Iglesias no haría una casa cubo con materiales tradicionales. Ninguna vivienda contemporánea le gusta especialmente: "me parecen abstractas, algo marcianas, no dialogan con el paisaje, con el territorio, con el paisaje construido que las rodea".

Le emocionan una quintana, un teito, un horro, una casería. "Estoy investigando la evolución de una arquitectura con raíces en el territorio y recursos locales hacia lo contemporáneo, pero en la arquitectura popular asturiana hay muchos años de experimentación y las tipologías se han adaptado a nuestro clima y especificidades".

Trabajó en la casa mariñana. "La vivienda tradicional asturiana", de Astur Paredes, le aclaró esas características: "planta baja, muy horizontal para protegerse del viento, con un soportal desde el que se organiza el espacio interior, muy abierta hacia el sur y muy cerrada en las otras fachadas".

Un grupo elabora tabiques de “cebatu” en La Benéfica Centro Cultural de Infiesto (Piloña) el otoño pasado.

Un grupo elabora tabiques de “cebatu” en La Benéfica Centro Cultural de Infiesto (Piloña) el otoño pasado. / Jorge Rojas

Formarse en bioconstrucción

Se define como un "arquitecto especializado en bioconstrucción". En 1997, durante la carrera en La Coruña, Macario Iglesias fue becario de Myriam Goluboff, profesora de arquitectura bioclimática. En 2004, trabajó en Madrid con César Ruiz Larrea, especialista en arquitectura bioclimática. En Madrid hizo un curso de especialización en la Universidad sobre habitabilidad básica [que recupera procesos de construcción que usan tecnologías más sencillas para zonas menos desarrolladas], formó parte de la ONG Arquitectura sin fronteras y participó en proyectos de cooperación al desarrollo en Senegal y en barriadas chabolistas de Galicia.

En Suiza trabajó de arquitecto en un estudio que diseñaba un ecobarrio y conoció al galardonado arquitecto belga Wim Cuyvers, que se había instalado en una granja de montaña, sin electricidad, y estaba recuperándola con madera que sacaba del bosque. Le ayudó los fines de semana y se dio cuenta "de la potencia de trabajar con las manos, de pensar en soluciones sencillas de construcción popular con los materiales a disposición, porque había que subir los sacos de arena a caballo".

En Francia entró en una red de voluntariado en la que, durante unas semanas, se trabaja en distintas técnicas y sistemas en distintas obras, a cambio de alojamiento y comida.

En Lugo fue aprendiz del bioconstructor Guido Tomasini, que edifica desde hace 25 años con barro, estructuras de madera y muros de piedra, compitiendo en acabados impecables, presupuesto y plazos con la construcción convencional. "Tiene dedos muy gordos y es un poco gruñón, pero es la experiencia de la realidad de la profesión".

Mola

"Hay un impacto cultural, de identidad en la bioconstrucción", sostiene Iglesias que abre las obras a quien pueda participar, como era históricamente en las andechas.

"Elaborar un trenzado de avellano y colocar las ramas, extraer el material en el entorno, prepararlo, tamizarlo, colocarlo en los tabiques de una vivienda o una cabaña enriquece, empodera y recupera habilidades básicas".

Van personas muy distintas: una mujer 72 años, familias con críos, un piloto de avión, una chica que trabajaba una consultoría multinacional en Madrid. "Es transversal y tiene mucho que ver con algo íntimo y personal que es el contacto con la materia cuando trabajas con las manos y los materiales naturales. Al principio estás despistado; al rato hay una conexión que permite un disfrute algo atávico, emancipador y reconfortante. Es interesante la energía del grupo: trabajar juntos por un objetivo común cuyo resultado ves. Recuperas el placer por el acto de construir, perdido en manos de empresas. Es trabajo físico y te cansa, no el gimnasio ni hacer ejercicio: son tareas que tienen que ver con satisfacer nuestras necesidades: el alimento, la leña, construir...".

A Macario Iglesias la bioconstrucción le sacó de una crisis. Acabó la carrera en 2004 y "en los 12 años que ejercí la profesión de manera más convencional me desencanté: son muchas horas de ordenador y, en cuanto empiezas a asumir responsabilidad, de gestión de obras, negociación dura, atender mucho a plazos, presupuestos y demás. La parte más creativa y social es menor".

Esta vuelta al origen le obligó a desaprender: "Me reconcilié con el acto de construir, lo esencial de la profesión, que es dar respuesta a un hábitat, a unas necesidades y cuestionarte si se puede hacer de otra manera. En Suiza, hace 10 años, sentí que dejaba la profesión para dedicarme a artesano de la bioconstrucción, pero, con el paso del tiempo me doy cuenta de que es muy interesante la arquitectura total, participar en el diseño de edificios que sigan criterios de bioconstrucción, que tengan en cuenta las tipologías tradicionales asturianas".

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